Hace unas noches, cerca de la madrugada, al dejar atrás el boulevard Sebastopol, pude ver, de casualidad, al conocido periodista argentino J.A, persiguiendo a una gitana, en uno de los laterales del Centro Pompidou, cerca de la fuente de las mangueras elegantes. La mujer, bellísima, intentaba seducirlo, quizás para robarle. J.A la seguía, entrando en el juego, porque - la idea me pareció clara en ese momento- creyó ser más inteligente que la gitana. Vi con toda nitidez como forcejeaban entre dos columnas, cerca de Les Halles. No gritaban, pero su desesperación era mutua, mientras trataban de prevalecer uno sobre el otro. Sentí -y ese sentimiento no me sorprendió, a pesar de ser arbitrario-que eran, apenas, dos estrellas afines, ambas un poco estúpidas, con esa estupidez que sólo pueden generar las personas muy inteligentes, cuando se pierden en su respectivos espejos. No sé cómo términó el extraño episodio. En otras circunstancias me hubiese ...