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Mostrando entradas de agosto, 2018

Toda esta sangre en el monte, por Juan Carlos Capurro

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Quizás él no se ha dado cuenta todavía, pero Martín Céspedes ha realizado una obra  definitiva sobre el problema campesino en Argentina. Su película, Toda esta sangré en el monte , es brillante. No encuentro otro término. Es brillante por la manera de captar la esencia, de mostrar la vida cotidiana y por sobre todo, por documentar la belleza, la belleza del cielo, de los gestos cotidianos, de la lluvia esquiva, de las flores aisladas; es decir, por tener la capacidad de mostrarnos porque esos campesinos aman y defienden su tierra. Quieren conservar algo que forma parte de su cuerpo. La barbarie, con sus formas normales, con sus empleados brutos y obtusos, con sus funcionarios descoloridos y mansos, como fieras; todo encuentra su lugar exacto para explicar, en el film, sin panfletos, lo que está ocurriendo. Explica algo más. No es sólo que al poder le interesa apoyar al canalla sojero que depreda las tierras ancestrales, sino que ese poder pequeño y miserable, se está defendi

Una voz que cuenta - sobre la película "A voix haute", por Antonia García Castro

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Este texto fue escrito con la intención de brindar algunos elementos de contexto a los espectadores que tuvieron la suerte de ver esta película el mes pasado en Santiago de Chile. Estamos a la espera de una difusión en Argentina de una versión subtitulada. Informaremos llegado el momento. Mientras tanto invito (fervientemente) a quienes lean hasta acá a pulsar la tecla play del video (versión francesa) que publicamos y a prestar toda su atención al joven que habla al inicio (hasta el minuto 1.38). No es un gran esfuerzo, literalmente un minuto de atención. En substancia, este joven explica que en su barrio, mientras menos palabras se usen, mejor, y que lo que vale son las “malas palabras”, da algunos ejemplos y pide disculpas porque sabe que ese no es el lugar para decirlas. Indica que siempre admiró a quienes hablaban bien, incluso al presidente Sarkozy, a quien imita poniendo en su boca un discurso edificante y acotando: “ouaahhh… no te creo, viejo, pero ¡qué bien que lo decís!”

La locura y el arte, por Pedro Roth

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Ser loco es relatar de otro modo. Para entender hay que hacer un esfuerzo. Este nuevo relato para ser incorporado tiene que servir. Hay muchas maneras de servir. Si sirve será incorporado y cambiará el modo de entender: la verdad impuesta, “Los diez mandamientos” por una fuerza superior. La verdad universal, la verdad científica.                 El relato es como se cuenta, si se cuenta bien es creíble, cautivante y será aceptado por mucha gente y se volverá obra. A veces voluntariamente y otras no, se producen respuestas diferentes, la manera de responder es lo que hace la diferencia entre la locura y una obra de arte. La respuesta puede ser individual y otras veces es el emergente hacia los estímulos. Es la originalidad, la educación y el oficio, la personalidad, el funcionamiento del cerebro, el cuerpo, la forma de comunicarse, la expresión. Hay un metro que pone el hombre, la sociedad, que varía todo el tiempo,  decide que es lo normal o no, que es arte o locur

Arte y locura en la A.P.A, por Juan Carlos Capurro

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El pasado viernes mi amigo Pedro Roth me invitó a escuchar una conferencia que iba a dar en la Asociación Psicoanalítica Argentina   (APA), institución fundadora del psicoanálisis, como práctica orgánica, en nuestro país. La misma se llevo a cabo en el estratégico horario de las 14,30 ya que, según pude entender, los psicoanalistas (al menos   lo de la APA), se dedican a reflexionar en ese horario sobre temas que nutren, de manera colateral, su actividad. El tema, " Arte y locura", sonaba prometedor. Pedro comenzó aclarando que como se psicoanalizó durante muchos años, tenía muy claro el concepto de "locura". Luego, fue abordando temas cercanos, para preparar el terreno de la charla. Dió, primero, aviso de una actividad que   organizaba una señora de acento italiano, sentada a su lado, consistente en pasar unas diapositivas de destacadas obras de arte, junto a una pieza, por así decirlo, de carne y hueso: una escultura de la propia señora, que gentilm

Nuestro embajador del jazz, por Juan Carlos Capurro

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Estrella del Oriente no suele celebrar aniversarios. Ni el propio. Pero recuerda. Hace ya unos años, cuando fundamos el colectivo, estaba con nosotros Nano Herrera. Nano era hosco, enorme, en peso y pasiones, y sin ninguna duda, el hombre que más supo de jazz en Argentina. Y de tango y de música, porque el jazz no es un género, sino una manera de ver las cosas. No es extraño que un hombre introvertido, lleno de amor y bondad, se interesase por una música que nunca se cansa de transmitir, sin hacer alardes, su llamado contra la opresión. Nano no estaba en el jazz por vocación de snob o de tilingo, sino porque entendía de lo que no se dice. Por eso era silencioso y cuando decía, no eran frases de circunstancia. El fue amigo de algunos músicos. Miles Davis (en cuyo homenaje nombró su programa de música "Alrededor de medianoche", cuyas mejores versiones, por pacto sublime con el diablo, son las de Miles) lo trató de igual. Cortázar también, como Hermeto Pascoal y Bill

Las Niñas sin Miedo, por Edwin Gamboa

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Ph Sergio A García Cuentan –y no mienten– que en la casa de los hombresmontaña se juntan los elementos para conspirar: un espejo de agua como un ojo dirigido a las nubes, ennegrecido y perdido para siempre, un ojo negro y profundo como el de una vaca; la tierra generosa y cicatrizada de la loma que es hogar y trabajo, memoria colectiva y resistencia; y un cielo abierto, anchísimo, en el que golpea duro el viento y en el que no cesa la sinfonía más bien amistosa de los perros. Por eso dicen que en la casa de los hombresymujeres montaña se domicila el aire, la tierra y el agua; se amalgaman los elementos. ¿Y el fuego, qué papel desempeña en toda esta festividad elemental? El fuego está hecho de la materia de todos los sueños de los de la loma, de las amas de casa, del desempleado, del ruso (nuestro ruso, no ruso como el del mundial sino como el nuestro, el que va a pie contando monedas para llegar a fin de día). El fuego también lo ponen las Niñas sin miedo. Somos