Una voz que cuenta - sobre la película "A voix haute", por Antonia García Castro
Este texto fue escrito con la intención de brindar algunos
elementos de contexto a los espectadores que tuvieron la suerte de ver esta
película el mes pasado en Santiago de Chile. Estamos a la espera de una
difusión en Argentina de una versión subtitulada. Informaremos llegado el
momento. Mientras tanto invito (fervientemente) a quienes lean hasta acá a
pulsar la tecla play del video (versión francesa) que publicamos y a prestar
toda su atención al joven que habla al inicio (hasta el minuto 1.38). No es un gran
esfuerzo, literalmente un minuto de atención. En substancia, este joven explica
que en su barrio, mientras menos palabras se usen, mejor, y que lo que vale son
las “malas palabras”, da algunos ejemplos y pide disculpas porque sabe que ese
no es el lugar para decirlas. Indica que siempre admiró a quienes hablaban
bien, incluso al presidente Sarkozy, a quien imita poniendo en su boca un
discurso edificante y acotando: “ouaahhh… no te creo, viejo, pero ¡qué bien que
lo decís!”. Menciona en la misma línea, sin ironía, a de Gaulle. Y termina
reflexionando: “escribir está bien pero hablar es mejor, cuando hablas y que la
gente te mira, y que la gente te escucha se tiene la sensación de que todo es
posible, que puedes cambiar el mundo… y por eso estoy aquí, en realidad, porque
esto puede cambiar mi vida”.
AGC
En cualquier lugar, la manera de hablar, no sólo lo que
decimos sino también el cómo lo decimos, cuenta. En los dos sentidos: es tomada
en cuenta y dice algo de nosotros. Nos revela y, en ocasiones, determina la
imagen que otros pueden tener de nosotros. En todas partes es así. No importa cuáles
sean las lenguas en presencia.
En Francia, existen múltiples formas de hablar. Existen
acentos regionales. Muchas veces esos acentos son el hazme reír de quienes
hablan un francés considerado como neutro (una expresión extraña, tramposa).
Como también el acento parisino cuando es popular, es objeto de burlas. Acá,
allá, se tiene conciencia de esto: la lengua es un arma, se domina a través de
la lengua y es posible a través de un modo de hablar, de una simple entonación,
humillar al otro, hacerle sentir todo el peso de una relación desigual. En
Francia, en los últimos sesenta, setenta años, ese carácter crucial del
lenguaje se ha ido complejizando tras las sucesivas inmigraciones. Así, en las
afueras de París, en los suburbios periféricos, se habla un idioma propio. La
lengua de los suburbios. Una lengua que no está uniformizada, que no es
homogénea, que se modifica permanentemente y que tiene sus palabras, su
sintaxis, sus formas, sus razones de ser, su historia. Una historia marcada por
distintos hechos de violencia. Quienes hablan esa lengua en otros escenarios
que no son los suburbios se exponen, muchas veces, al desprecio. Y esa fue una
experiencia que conoció personalmente Stéphane de Freitas, autor, realizador de
la película “A voix haute” (2017). En voz alta. En voz alta y no exactamente De
viva voz. Porque de lo que se trata es de atreverse, de tomar la palabra.
Hacerlo fuerte, que todos escuchen. Hacerlo claro, que todos entiendan.
Sin embargo, la película de Stéphane de Freitas no habla de
su trayectoria, o más bien la integra sin decirlo, siguiendo a otros,
retratando a otros porque la suya es historia de muchos y de gran actualidad.
Por eso mismo, tuvo la idea de crear un programa llamado Eloquentia, dirigido a
jóvenes de los suburbios parisinos. Jóvenes del departamento 93,
Seine-Saint-Denis. Un programa dedicado a la oratoria. Un concurso de
elocuencia, en el cual, después de haber trabajado distintas formas de
expresión oral, los postulantes eligen la forma en que se sienten más cómodos.
Si bien el concurso está dirigido a todos los jóvenes de 18 a 30 años que
quieran participar, los estudiantes inscritos en la universidad de
Seine-Saint-Denis, Paris 8, pueden beneficiar de una formación. Esa formación
se imparte desde el año 2013. Dura seis semanas y participan distintos
profesionales de la palabra. Entre ellos, un abogado, profesor de derecho y de
retórica en las mejores y más selectas universidades francesas. Una actriz. Un
profesor de slam, esta parte interesa (el slam, como el rap, y otras
modalidades de la poesía crecida en las periferias urbanas, son acá integradas,
valoradas).
La película “A voix haute. La fuerza de la palabra” registra
lo que fue el concurso del año 2015, desde la inscripción de los jóvenes, hasta
la final del concurso, pasando por toda la formación y con algunos retratos más
personales. En total armonía con el propósito del concurso y, sobre todo, de la
formación, el documental da la palabra. Permite que escuchemos la voz –las
historias, muy duras en algunos casos– de esos jóvenes a menudo estigmatizados,
despreciados, pasados a llevar. Acá, ellos son los que aprenden pero también
los que enseñan. De toda esta experiencia, de los intercambios entre chicos y
profesores, y entre los jóvenes, se nutre la película que nos deja… sin poder
articular palabra. Porque de pronto queda claro que basta con que alguien sueñe
algo lindo, algo bueno, y se encuentre con las personas adecuadas en el momento
adecuado, y entonces ahí donde solo había sufrimiento, empieza a haber otra
cosa. Encuentro. Vinculo. Esperanza.
Mundo-mejor-aquí-y-ahora.
Antonia García C.
* Se puede ver “A voix haute” subtitulada en castellano, en
Santiago de Chile, Instituto francés, el miércoles 1 de agosto, 19.00 h.
Francisco Noguera 176, Providencia, (+ 56) 2 3221 0910 -
contacto@institutofrances.cl
Mientras se trabaja en la posibilidad de difundir y trabajar
con la película en Argentina… se puede ver una versión no subtitulada. Nótese:
una primera versión fue presentada en internet, luego en la televisión
francesa; luego se hizo una versión más larga para el cine seleccionada en el
festival de Cannes 2018
Texto original publicado en: https://nuestroquerer.blogspot.com/2018/07/una-voz-que-cuenta-sobre-la-pelicula.html
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