Pier Paolo Pasolini, la poesía herética
A los críticos católicos
A menudo un poeta se acusa y se calumnia,
exagera, por amor, su propio desamor,
exagera, para castigarse, su propia ingenuidad,
es puritano y tierno, duro y alejandrino.
Es incluso demasiado agudo en los análisis de los signos
de las herencias, de las supervivencias:
tiene también un pudor excesivo en concederles
algo a la razón y a la esperanza.
Pues bien, ¡ay de él! ¡No hay un instante
de vacilación: basta con mencionarlo!
A menudo un poeta se acusa y se calumnia,
exagera, por amor, su propio desamor,
exagera, para castigarse, su propia ingenuidad,
es puritano y tierno, duro y alejandrino.
Es incluso demasiado agudo en los análisis de los signos
de las herencias, de las supervivencias:
tiene también un pudor excesivo en concederles
algo a la razón y a la esperanza.
Pues bien, ¡ay de él! ¡No hay un instante
de vacilación: basta con mencionarlo!
Al príncipe
Si regresa el sol, si cae la tarde,
si la noche tiene un sabor de noches futuras,
si una siesta de lluvia parece regresar
de tiempos demasiado amados y jamás poseídos
del todo,
ya no encuentro felicidad ni en gozar ni en
sufrir por ello:
ya no siento delante de mí toda la vida...
Para ser poetas, hay que tener mucho tiempo:
horas y horas de soledad son el único modo
para que se forme algo, que es fuerza,
abandono,
vicio, libertad, para dar estilo al caos.
Yo, ahora, tengo poco tiempo: por culpa de la
muerte
que se viene encima, en el ocaso de la
juventud.
Pero por culpa también de este nuestro mundo
humano
que quita el pan a los pobres, y a los poetas
la paz.
Análisis tardío
(Fin de los años sesenta)
Sé bien, sé bien que estoy en el fondo de la
fosa;
que todo aquello que toco ya lo he tocado;
que soy prisionero de un interés indecente;
que cada convalecencia es una recaída;
que las aguas están estancadas y todo tiene
sabor a viejo;
que también el humorismo forma parte del
bloque inamovible;
que no hago otra cosa que reducir lo nuevo a
lo antiguo;
que no intento todavía reconocer quién soy;
que he perdido hasta la antigua paciencia de
orfebre;
que la vejez hace resaltar por impaciencia
sólo las miserias;
que no saldré nunca de aquí por más que
sonría;
que doy vueltas de un lado a otro por la
tierra como una bestia enjaulada;
que de tantas cuerdas que tengo he terminado
por tirar de una sola;
que me gusta embarrarme porque el barro es
materia pobre y por lo tanto pura;
que adoro la luz sólo si no ofrece esperanza.
Poesía mundana
Trabajo todo el día como un monje
y por la noche doy vueltas, como un gato viejo
en busca de amor… Voy a proponer
a la
Curia que me hagan santo.
Al engaño, de hecho, respondo
con la mansedumbre. Como miran las imágenes
miro yo a los adictos al linchamiento.
Con el sereno valor de un científico
me observo a mí mismo masacrado. Parece, a
veces,
que odio y, sin embargo, escribo
versos llenos de amor preciso.
Estudio la perfidia como un fenómeno
fatal, como si careciera de objeto.
Tengo piedad de los jóvenes fascistas
y para los viejos no dispongo
de otra cosa que la violencia de la razón.
Pasivo como un pájaro que, volando,
todo lo ve y en su corazón se lleva
al cielo la conciencia
que no perdona.
Gracias!!
ResponderEliminarGracias!
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