Kenzo
El artista Kenzo vino a exponer a Buenos Aires. Firmó aquí varias obras que reivindicó como expresión de su arte. El azar objetivo quiso que, en ese momento, el fotógrafo Matías Roth (que es, como su hermano Damián y su padre Pedro, mucho más que fotógrafo, de la misma manera que Bioy Casares es, además, fotógrafo) estaba con su cámara en la galería donde Kenzo decidió presentarse.
Las fotos retratan el vuelo de un helicóptero, variedad
inventada por Kenzo, que vuela entre dos o tres espacios indeterminados, que están
precisados por la cantidad de vueltas que el artista realiza para demostrar que
es -también- alguien capaz de despegarse del suelo, mientras se ríe. Volar
sobre una edad indeterminada, en medio de una obra descontextualizada, alejado
de una marca registrada, habitado solo por el ritual de vivir, sin dar ninguna
explicación de nada.
Ninguno de los dos tenía previsto lo que sucedió. Ni Kenzo
tenía pensado desplazarse por el aire, ni Matías Roth, capturar la fugacidad de
ese momento.
La fugacidad de ese momento cobra un significado que no
conocemos. Es un misterio.
Decidimos compartir las fotos de ese desplazamiento,
impulsados por un mandato, oculto para nosotros mismos.
Intuimos que el misterio pueda vincularse a que hace apenas
unos días, Kenzo decidió dejar de firmar obras y de realizar contratos, para
dedicarse exclusivamente a volar.
JCC
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