Tomar la Tierra, por Ana Aldaburu


Para la despedida en el Florida Garden preparamos una revisión y relectura de otras colaboraciones para el blog de los queridos amigos de Estrella del Oriente.

A propósito de Duchamp. El trabajo del artista.

El  de Duchamp es un hacer que socavando certezas heredadas, cuestiona toda gran pretensión y a la vez discute toda facilidad o inmediatez en la creación. Rescaté  sus juegos y su ironía asociándolas a lo que sostiene Agamben  sobre el trabajo de artista como una praxis que implica la libertad de hacer o no,   abandonando  esta idea de una suprema actividad y viéndolo nada más que  un simple viviente  – pintor, poeta, carpintero- que haciendo uso de sus miembros hace experiencia de sí y  constituye su hacer en forma de vida. Alguien  que vive en una relación constante con una práctica  cuyo lema debería ser aquél de Hölderlin, “habitar poéticamente la tierra”.
…¿Y no es esa la máxima que guía los encuentros de nuestros amigos?

Ser una obra de arte migrante.

Y si en el caso de Duchamp hablamos del artista, ¿cómo debería habitarla el viviente migrante devenido obra de arte, en la casa que nuestros amigos de la Estrella idearon,  el árbol Nexor?
La llegada de los migrantes-obra-de-arte  es el inteligente y estratégico modo  de ingreso, de otro modo inaccesible, al  espacio geográfico europeo y el non-plus-ultra de su espacio simbólico: el museo.  Pero,  citamos a Agamben,

Museo no designa aquí un lugar o un espacio físico determinado, sino la dimensión separada en la cual se transfiere aquello que en un momento era percibido como verdadero y decisivo, pero ya no lo es más. Todo puede convertirse hoy en Museo, porque este término nombra simplemente la exposición de una imposibilidad de usar, de habitar, de hacer experiencia”.…) El Museo ocupa exactamente el espacio y la función que hace un tiempo estaban reservados al Templo como lugar del sacrificio.
La museificación del mundo es hoy un hecho consumado. Una después de la otra, progresivamente, las potencias espirituales que definían la vida de los hombres -el arte, la religión, la filosofía, la idea de naturaleza, hasta la política se han retirado dócilmente una a una dentro del Museo

¿Adónde mandamos entonces a los migrantes entonces?

Aunque el gran afiche de la muestra de Estrella del Oriente inaugurada en ocasión de la Bienal sur tiene una alusión turística, esa ironía,  esa pícara guiñada de ojos, nos lleva de nuevo a Agamben; cuando habla del turismo sostiene

A los fieles en el Templo —o a los peregrinos que recorrían la tierra de Templo en Templo, de santuario en santuario— corresponden hoy los turistas, que viajan sin paz en un mundo enajenado en Museo. Y Si los cristianos eran “peregrinos”, es decir, extranjeros sobre la tierra, porque sabían que tenían su patria en el cielo, los adeptos del nuevo culto capitalista, no tienen patria alguna.Dondequiera que vayan, ellos encuentran multiplicada y llevada al extremo la misma imposibilidad de habitar que habían conocido en sus casas y en sus ciudades, la misma incapacidad de usar que habían experimentado en los supermercados, en los shoppings y en los espectáculos televisivos.

Entonces,  ¿queremos que nuestros queridos migrantes-obras-de-arte queden sacralizados  y a la vez, banalizados? 

No, en absoluto: Podríamos pensar a los migrantes  como la contracara de los turistas,  viajeros ambos en este  tren fantasma que es el mundo actual. Si el turista consume, el migrante guarda  ese resto de humanidad que lo conmina a usar para vivir. Ellos vienen a profanar el uso del museo porque vienen a vivir.

Entonces aprovechando la estrategia de la ocupación, cuidando como sostienen sus ideólogos, las formas,  podría pensarse al árbol Nexor como una creación que ofrece un escape de esa museificación que mata todo acto poético.
Otro uso para el museo. ¡Oh problema!, la burocracia, los directores, los comisarios y curadores  deberán cursar otras carreras, -enfermería, dietología, psicología, medicina, asistencia social, urbanismo… Qué hecatombe para el turismo, que no quiere ver aquello de lo que escapa, vivir en vez de consumir. La buena nueva: ¡Un nuevo mundo es posible, necesitamos a los bárbaros para humanizar nuestra vida!
.
Y el viaje vuelve a ser así, plenamente, una odisea, la odisea de  un ser humano que elige como puede, donde puede, lo que quiere ser y  nuestra querida Ballena y el árbol Nexor  cumplen lo que son: como la ballena de Jonás y el árbol de la Vida, los espacios metafóricos donde el arte sigue teniendo un para qué. 


Ana Aldaburu


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