La mañana y los cuentos

Cuadernos de todo y nada

- Mujer, ¿Cuánto te ha costado la espumadera?

- $1,90

- ¿Cuánto? ¡Pero eso es una barbaridad!

- Ya sé, querido. Pero lo que encarece la espumadera son los agujeros. Los agujeros están carísimos, y con esto de los precios de posguerra, se aprovechan de todo...

- ¡Pues la hubieras comprado sin agujeros!

- Pero entonces ya no sería una espumadera: sería un cucharón, y ya no serviría para espumar.

- No importa, mujer; no hay que pagar demás. Son trampas del liberalismo y del mercado negro de agujeros.


Macedonio Fernández





El león y la espina

Un león rondaba por el bosque. Encontró a dos pastores y se comió a uno de ellos; el otro alcanzó a huir. Ya comido, el león siguió rondando hasta que se le clavó una espina en la pata. Renqueando, siguió su camino, y se encontró con el pastor que había alcanzado a huir un rato antes. Amablemente, le dijo que no le tenga miedo, que no lo iba a comer si él le quitaba la espina. Temblando de miedo, el pastor se arrimó, le tomó su pata, le extrajo la espina. Agradecido, el león le perdonó la vida, y se marchó...

Pasó el tiempo. Y este pastor fue acusado y condenado a muerte por un crimen que no cometió: lo arrojarían a la jaula de los leones. Al amanecer, el pastor fue arrojado a la jaula. Pero cuando los leones saltaron para devorárselo, el león más viejo dijo:

- Dejen a ese hombre. Ese hombre una vez me sacó una espina de la pata.

Los demás leones se alejaron de la víctima abandonando la jaula.

El pastor, llorando, abrazó al viejo león y le dijo:

- Gracias, amigo...

- De nada... - respondió el viejo león, y solito, se lo comió.



Ambrose Bierce




(Extraído de la revista LUPE - lo urgente puede esperar - Las Breñas, Chaco. 2011)

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