Para nuestros hijos, Cuarteto Cedrón
“En este disco se han reunido grabaciones que por su ternura, por su belleza (y sin necesidad de pedirle al Tata que cante –horror– “para chicos”) pueden acompañar las infancias…”.
Lo que nos importa
No recuerdo la fecha exacta pero fue a principios de los
años 2000. A Tata lo habían invitado a tocar a la Plaza de los Periodistas.
Todavía no estaba radicado en Argentina pero tenía el proyecto de volver. Había
amigos en esa plaza (además de los periodistas homenajeados): Obdulio Onofrio,
Juan Molina y Vedia, Silvia… Tata empezó a cantar y yo busqué un lugar para
escuchar. Me instalé detrás de una mujer que estaba con su hijito. El nene
tendría unos cuatro años. Los recuerdo porque a la segunda o tercera canción,
el nene empezó a gritar: “¡Tata! ¡Tata! ¡Cantá Los Ladrones!” Me impresionó.
Pensé: qué país más bonito éste… un país donde los niños le hablan a Tata como
si fuera un amigo y además… ¡le piden Los Ladrones!
El Cuarteto Cedrón tiene más de una historia con niños. La
más famosa es la de Román. El hijo mayor de Tata que a los tres años recitó
completito el poema “Los Ladrones”. Recitado que Tata logró grabar (y que se
reproduce también en este disco).
Más allá de lo estrictamente familiar: algunos de los
jóvenes que hoy trabajan con el Cuarteto lo escucharon de chicos porque ésa era
también la música que escuchaban sus padres. Otros se acercaron de más grandes.
Esto sucedió en Argentina, pero además en otros lugares. En plena dictadura (en
Chile), en los años 80, mi padre cruzó la cordillera con algunos compañeros y
encontró refugio en Argentina antes de reunirse con la familia en Francia.
Durante su estadía en Buenos Aires quiso hacernos un regalo. El regalo fue el
“Tradicional” del Cuarteto Cedrón. Un casete, quizás copiado. Eso no lo
recuerdo, pero sé que gracias a mi padre escucho al Cuarteto desde los diez
años.
Otra historia. En este caso francesa. Sería el año 2002,
2003. Sucedió que antes de iniciarse un concierto del Cuarteto, en una ciudad
de las afueras de París, una pareja le hizo llegar una nota a los músicos. Una
nota escrita en francés que, traducida, dice así:
Señores: unas palabritas para pedirles si no podrían tocar y
cantar “Ven acá” esta noche. Estamos en la sala con nuestra hija Karen que
ahora tiene veinte años y que fue acunada durante toda su infancia –así como
sus hermanas– por esa canción que yo le cantaba… Muchas gracias.
“Ven acá” es “La casa del asiento de tortuga” (anónimo
azteca recopilado por Miguel Ángel Asturias). Canción grabada a principios de
los 70 con la que se abre este disco.
Más cerca de nosotros: en Villa del Parque vive una nena
llamada Micaela. A los 9 años escuchaba en bucle la versión de “Mano Blanca”
que grabó el Cuarteto Cedrón y la “Polka de la tarjeta de cartón”. De manera
casual, la nena escuchó al Tata y luego buscó por las suyas…
Para que este tipo de cosas no fuera tan “casual”, años
atrás, Tata junto a Jaime Torres imaginaron un proyecto para ir a las escuelas
a presentar su música. Con la idea de que los chicos pudieran también formarse
al contacto de lo que tienen para ofrecer. Un sonido. Una poesía. Una forma de
tocar (y de amar a los demás, yo diría). Lamentablemente, el proyecto no pudo
concretarse.
La idea de hacer esta antología se nutre de éstas y otras
experiencias. También de la relación que mantienen el Cuarteto Cedrón y La
Musaranga, de la inspiración mutua, que ha dado lugar a un espectáculo llamado
“El Puchero Misterioso… y después”.
En este disco se han reunido grabaciones que por su ternura,
por su belleza (y sin necesidad de pedirle al Tata que cante –horror– “para
chicos”) pueden acompañar las infancias de nuestros hijos y también, a estas
alturas, las de los nietos.
Ojo: lo que nos importa (a los que tenemos la voluntad de sacar
este disco) es que ese sonido tan particular que componen la manera de cantar
del Tata y el aporte de cada intérprete pueda ser escuchado por chicos. De
ninguna manera nos interesa que se hagan versiones que adopten el tono meloso,
modulado y “ñañañá” que a veces se usa con los niños (cf. Mafalda y los dichos
de Guille sobre la manera en que ciertos adultos le hablan a los chicos; ver
también Les Luthiers, Conjunto musical Los Honguitos, “Canción para moverse”).
Una última historia. Hace cosa de un año, me reuní por
primera vez con Ana Longoni (investigadora, escritora) en el marco de unos
trabajos que estaba haciendo. Llegamos puntual a la cita. Intercambiamos
libros. Yo necesitaba leer el que ella acababa de publicar y le llevaba de
regalo el libro sobre el Cuarteto Cedrón (Tango y Quimera). Vio la tapa, tomó
el libro en sus manos, y me empezó a contar una serie de cosas. Una, sobre
todo, me llamó la atención. Años atrás, me dijo, había estado en una plaza
escuchando al Tata Cedrón con su hijito. Tendría unos cuatro años entonces. “Y
a los gritos, mi hijo le pidió al Tata que cantara Los Ladrones…”
¿Cómo no pensar que estamos hechos también de lo que
escuchamos? ¿Cómo no pensar que la música y la poesía pueden ser lo que nos
une? Una manera de juntarnos. De reconocernos. De reencontrarnos.
Y una forma de transmitir, a quienes más queremos, algo de
lo que nos importa.
Antonia García Castro
- La casa del asiento de tortuga (anónimo azteca)
- Canción del niño y del caracol (Miguel Ángel Bustos)
- Canción del niño y el gorrioncito (Miguel Ángel Bustos)
- El sueño del niño negro (Javier Villafañe)
- Los Ladrones (Raúl González Tuñón)*
- Los Ladrones (Raúl González Tuñón)
- A la luz de la fogata (Raúl González Tuñón)
- Polka de la tarjeta de cartón (Raúl González Tuñón)
- Mares (Juan Gelman)
- Mojarrita porâ (Alejandro Cantarella)
- Canción de San Jamás (Bertolt Brecht)
- Doña María
Músicas de Juan Cedrón. En tema 9: música de Emilio y Juan Cedrón
* Dicho por Román Cedrón (1967)
Arte de Tapa: Mojarrita y kururú tu(yá) - La Musaranga
Fotos: Mariela Leguizámon (“Puchero Misterioso y después” - Cuarteto Cedrón / La Musaranga - Teatro Popular)
Dibujos: Azul Cedrón
Diagramación: Pablo Vallone
No se podía esperar otra cosa del Tata! Gracias por darlo a conocer
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