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Mostrando entradas de septiembre, 2020

La aldea que no cesa, Carlos Cantini

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  Cuando la epidemia de fiebre amarilla cambió la estructura social y urbana, la gente también iba y venía. Como ahora. Y siempre. Desde los diaguitas hasta hoy. Con cuerpo o mente. En Buenos Aires se yira día y noche buscando certezas. Ciudad que sufrió severas transformaciones en nombre del progreso. La avenida más ancha, diagonales, trazas ferroviarias, autopistas urbanas. Se entubaron arroyos. Hubo cementerios convertidos en parques y espacios de recreo reconvertidos en camposantos. Una perseverante pérdida de la orientación. Las distintas crisis económicas se llevaron puestos incluso refugios populares. La calle Necochea. También Lavalle. Corrientes nunca más fue la misma. Casi que tampoco Florida. Y seguimos yirando como salidos de una obra de Antonio Seguí. Vamos en busca de nuevos asilos donde relajar de una vida compleja. Porque, aunque hoy vivamos en una mega urbe de cemento, mantenemos costumbres y padecimientos de sobrevida en el desierto donde se fundó la aldea inicial. Un

Esto no es un supermercado, por Juan Carlos Capurro

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  Lo bueno de las convenciones es que pueden ser rotas. Basta con negar lo que hasta ayer aceptábamos. Ese pedazo de cartón ya no es una espada; o al revés, esa parcela de celulosa ahora es un arma, y con ella enfrentamos a los piratas, que hasta hace apenas unos minutos eran nuestros compañeros de escuela. Las convenciones sociales suelen ser más duraderas que los juegos. Su estructura se presenta sólida, con sus leyes y autoridades, sus engranajes económicos, sus planificaciones de viajes y el horario de los ferrocarriles. Fue un artista el que afirmó, sin embargo, que "Todo lo sólido se desvanece en el aire". En el colectivo Estrella del Oriente hace un año que estamos pensando el tema de las mercancías. Hemos llegado a descubrir su naturaleza metafísica, sus resabios teológicos y hasta la posibilidad de que, habiendo nacido mercancías, se conviertan en otra cosa, completamente alejada de su aceptación convencional, como producto de consumo. No sabemos aún adonde n

El surrealismo en Argentina, por Juan Carlos Capurro y Pedro Roth

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La guerra del mundo había acabado, pero no había paz. Al juego abierto por Dadá, los surrealistas le incorporarán elementos basales que lo trastornan en su profundidad. El psicoanálisis y el marxismo, ambos caminos convergen en otro posible distinto: la realidad (y lo real) ya no son inevitables, pueden y deben ser transformados. "Todo lo sólido se disuelve en el aire". Nace con ellos uno de los más altos movimientos artísticos del mundo. La revolucionaria idea de reconocer el elemento inconsciente y utilizarlo como herramienta artística fue un salto dentro de las formas, los colores, el lenguaje y las afinaciones. No hubo nada en el arte que haya quedado sin ser distinguido por la varita milagrosa del tercer ojo, como una perspectiva nueva, inasible de todo. Y esa liberación total del arte, solo era posible de sostener comprendiendo la necesidad de liberar, para eso, al artista. “Transformar el mundo, dijo Marx. Cambiar la vida, dijo Rimbaud. Para nosotros esas dos consigna

Epílogo en la isla de las maldiciones, por Agustín Espinosa

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   Esta isla lejana, en la que ahora vivo, es la isla de las maldiciones. Bulle a mi alrededor un mar adverso, de un azul blanquecino, que se oscurece en un horizonte marchito, vacío de velas latinas y de chimeneas trasatlánticas. Hay bajo mis pasos una masa de tierra parda bajo puñales curvos de cactus, higueras mórbidas y aulagas doradas. Sobre unas rocas frontales se desmayan las sombras violeta de unas garzas. Yo, el hijastro de la isla. El aislado. Asisto a la apertura del naufragio más largo de los siglos. El anunciado tiernamente por el Apocalipsis. Aquel en que el sol se inmoviliza de pronto, o en que su paso es tan tímido, que la vista o no acierta a seguirlo o apenas si lo advierte. Presiento que no se va a acabar nunca este ocaso, medido como por un gran reloj cuyo péndulo corriera lentamente en cada oscilación millares de kilómetros. Pendientes de él hay un nacimiento de aventura, un huevo en flor y una pistola engatillada. «Y yo no he traído hasta aqui