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Mostrando entradas de 2021

"El hijo", y por qué temblamos con Quiroga, por María Negro

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En el año 1928, dentro de la Antología “Más allá”, Horacio Quiroga editaba por primera vez su cuento “El hijo”. La naturaleza exuberante del norte argentino es el escenario donde el autor despliega aquellos horrores de los que poco se habla: el miedo al mundo donde hemos traído a nuestros hijos, donde sus vidas -tan imprescindibles para nosotros- no tienen mayor valor. Pablo Zapata ha realizado un cortometraje, en una coproducción Venezuela- Argentina, basado en el cuento, que profundiza la observación psicológica de Quiroga. Hunde en el blanco y negro a la espera y al terror, la desesperación y la locura. La fuerza de la fotografía nos acerca a la tenebrosidad de las emociones que transitan los personajes. Ese hombre que confía, que apuesta por la confirmación de que la vida puede ser transitada en su peligro, siempre que haya valentía; y la consecuencia de esa apuesta, real y desesperada. Ruben Lezcano, Gisella Misson y Agustino Mercado son los protagonistas del corto que utiliza

El día que nunca llegué a Bolivia, por María Negro

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  Según el diccionario de Corominas, a mediados del Siglo XVI, tomamos del latín la palabra ilusio- onis, que quiere decir “engaño”, derivada de iludére (engañar), que a su vez deriva de ludére (jugar). Tal vez lo interesante del lenguaje sea la potencia oculta que esconde en su formación. Luego de la mitad del siglo XIX, la palabra ilusión tomará un significado más cercano al que hoy conocemos. Una viva esperanza, una expectativa favorable de las cosas. Pero nada, ni las palabras, pueden negar su origen. Andar ilusionado, creemos es andar en la esperanza, pero en su intimidad, solo es el andar engañado. Hasta podemos arriesgar un poco más y decir/pensar que andar ilusionado es andar engañado por un juego que desconocemos, del que no somos parte más que en la inocencia. Esa es la postal donde comienza el cuento. Una señora ilusionada, engañada por un juego desplegado en su inocencia, viaja. Junta todos los papeles que le indican las voces amables de las oficinas destinadas para estos f

Sostenido, por Rubén de León

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  Todos los deseos  desplegados, esplendor  que achicharra.  Cada quien encuentra  lo entrevisto en el sueño. Y, sin embargo, se distraen  giran  corren alrededor olvidan cayendo  en la caverna oscura del oráculo. Los deseos de humo huelen a incienso o a azufre y son de almizcle. La tristeza desciende  con su traje de pana a presidir el banquete  del mundo. * Cuando dice:  ¿Qué tenés en la cabeza?: Pampa  digo. En vertical, el zenit. En horizontal, el horizonte. Y en lo oblicuo  un rayo hendido entre las nubes un resplandor lunático. ¿Eso? Dudas  por doquier. Y alguna certeza. * Es arrojado  a la playa del mundo desde el océano del vientre de su madre. Repta camina en cuatro patas. se yergue trastabilla. Llora abre los ojos. Vislumbra. El fuego lo abraza en las seis direcciones  del espacio. Emerge  y se refleja  en el lago del cielo. Ese sol  muere en el este  (para algunos) Para otros vuelve  al océano  del vientre  de su madre. * El hombre Nada En la noche sin bordes. Y cree ver  en

5.55pm, por Silvia Dasso

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  Queridísima hermana, te parecerá extraño, como lo es para mí, recurrir a este medio para preguntarte sobre lo del pasado lunes. La telefonía celular es eficiente,  pero nada segura en cuanto a resguardar la privacidad de los usuarios y dada la gravedad de los hechos, prefiero recurrir al envío de una carta certificada. Te pido disculpas por el tono. Mi ansiedad y angustia me han llevado a ingerir, nuevamente, pastillas para dormir, pastillas para despertarme y pastillas para soportar estar despierta. Mi calma es sólo aparente; siento  que me estoy desmoronando. Vienen a mi memoria imágenes de cuando jugábamos al dominó, los veranos, hasta muy tarde, y el efecto que producían cada una de las piezas al caerse en forma consecutiva sobre el paño verde de la mesa. Anoche fui hasta el jardín, no prendí las luces, y desde la pérgola de las glicinas en flor, arrojé el celular a la pileta. Qué alivio...Tantas llamadas y mensajes me estaban abrumando. Tal vez volver al recurso de l

Presentación “EL LIBRO DE DIOS” de Pedro Roth, por Juan Carlos Capurro

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  Dios me remite inconscientemente a dos lugares: lo absoluto y la muerte. Por el contrario, ésta obra de Pedro Roth transcurre en lo relativo de la vida. Creo que la clave de todo el recorrido poético del “Libro de Dios”, es el descubrimiento de que si Dios nos hizo a su imagen y semejanza nosotros, los humanos, también contenemos al universo. Esa idea potente que ya iluminase a Paracelso y a Novalis, se resume en una imagen cuando Pedro transmite que el ser humano:  “comprendió que dentro de él también brillan infinita cantidad de soles”  “que el tamaño es un problema relativo y que lo importante es ser y comprender” Es decir, que somos un universo, y parte del universo al mismo tiempo. Esa revelación que nos transmite Pedro se emparenta con un largo camino de la Humanidad. Ya Spinoza indagó sobre la materialidad de Dios y encontró en las contradicciones de los seres humanos, sus virtudes y defectos, lo Sagrado. Nos llevó a lo sagrado de lo humano. Hay un hecho clave en ésta obra: fu

Un caleidoscopio artístico. Todos los rostros de Claude Cahun, por Aglaia Berlutti

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  La Gestapo destruyó la mayor parte de su trabajo y la condenó a muerte. Claude Cahun, la fotógrafa surrealista que alteró las normas de género y reescribió la noción de la mujer en el arte.   Con su mezcla de androginia, autorrepresentación, disfraz totémico e incluso alegoría vivencial sobre los dolores existencialistas de nuestra época, el trabajo de Claude Cahun (seudónimo de Lucy Schwob, Nantes, 1894–1954) resulta inclasificable. La fotógrafa no sólo cuestionó la forma cómo la mujer se percibe en el arte, sino también la percepción de la identidad a partir de la transformación del discurso estético. El resultado es una combinación extravagante, sagaz y profundamente simbólica sobre la transición de la memoria colectiva y la tradición sobre lo femenino hacia algo más duro de asimilar. Con su estilo subversivo y audaz, Claude Cahun logró reescribir la noción sobre la imagen de la mujer en el arte. Y lo hizo con una mirada analítica que sin duda es su mayor logro.     Para

Los relatos de Goldini, por Ana Aldaburu

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    Goldini. Así lo llamamos. ¿Hablaste con Goldini? ¿Le preguntaste por la fiebre? ¿Le pediste la receta? Siempre Claudio ahí, con esa voz calma, presente, atendiendo, poniendo reparos, preguntando, registrando. Es el médico de los amigos. El consejo atinado, la pausa, y en caso de una  emergencia, seguro, seguro va a estar ahí. Tan tranquilo, tan metódico parece, quién diría de los infiernos de su inquietante obra visual,  de sus relatos…. Hace algunos años algo había leído... quedé en suspenso… ¿esto escribe Claudio? Y hace cosa de unas semanas, hablamos  largo como siempre y me envía sus relatos.  Y encima me reclama  un comentario… Además aclara  Claudio, quiere comentarios de mujeres. Bueno, aquí van. Hay mucha gente que escribe, que “se” edita, y que te regala sus libros…y somos muchos los que tenemos que recurrir a nuestra imaginación para mentir una devolución. ¿Y si me ocurría eso? La sospecha me ponía loca, qué compromiso. Pero no. Dejé pasar casi una semana -me ha

Hacé como que te importa, por Silvia Dasso

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  Miró la hora y se dijo: me quedan treinta minutos. No podía parar de leer. El texto era complejo, difícil de abordar, requería de un tiempo extra para su asimilación y, tal vez, para una nueva relectura. Se lo había recomendado su profe de filosofía, un interesante intelectual con quien mantenía una relación de profunda admiración. Casi sobre el horario de cierre del supermercado coreano agarró las bolsas, la lista de lo que tenía que comprar y la billetera. Salió con paso ligero y craneando sobre el título del libro: "Olvídese del futuro". Miró los precios; otra vez los estaban remarcando. Se puso de mal humor, las manos le transpiraban. Unas vecinas la saludaron pero ella no les contestó; necesitaba encontrar responsables a tanta inflación. Leyó la lista. No sabía cómo  hacer. Le quedaban 3000 pesos. Era todo el efectivo producto de una indemnización mal arreglada. Con cuatro hijos y separada, mucho no podía discutir. Llenó dos bolsas y se paró en la cola de la única caja

Mi Mujer de Cabellera de Fuego de Madera, por André Breton

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  Mi mujer de cabellera de fuego de madera De pensamientos de relámpagos de calor De cintura de reloj de arena Mi mujer de cintura de nutria entre los dientes del tigre Mi mujer de boca de escarapela y de ramo de estrellas de última magnitud De dientes de huellas de ratón blanco sobre la tierra blanca De lengua de ámbar y de vidrio frotadas Mi mujer de lengua de hostia apuñalada De lengua de muñeca que abre y cierra los ojos De lengua de piedra increíble Mi mujer de pestañas de palotes de escritura infantil De cejas de borde de nido de golondrina Mi mujer de sienes de pizarra de techo de invernadero Y de vaho que empaña los cristales Mi mujer de hombros de champaña Y de fuente con cabezas de delfines bajo el hielo Mi mujer de muñecas de cerillas Mi mujer de dedos de azar y de as de corazones De dedos de heno cortado Mi mujer de axilas de marta y de haya De noche de San Juan De ligustro y de nido de escalares De brazos de espuma de mar y de

Resistencia, por Pedro Roth

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  La palabra cultura para los occidentales empezó con los griegos. Es lo que nos enseñaron como cultura en la historia del arte. La cultura para los argentinos vino en los barcos, igual que para el resto de los latinoamericanos. Los nuevos dominadores destruyeron la cultura local en una “gesta civilizadora”, convencidos de que todo lo había en el lugar era una mentira que no compartía la “verdad absoluta” de la que estaban convencidos los colonizadores. Los locales no tenían alma, eran casi animales. La religión que traían estaba basada en la estadística, es probable que si acatabas esas reglas te iba a ir bien, leyes sanitarias, conductas de convivencia, no a los excesos, no a los vicios. En general esas conductas religiosas ponían un límite, todo lo que estaba afuera era pecado con sus fusibles como el carnaval por abajo o la aristocracia un grupo reducido “elegido por Dios” por arriba, que tenía autorización para practicar todos los excesos. Las excepciones se castigaban duramente,

De pie ciego y creyente, por Joyce Mansour

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  Quiero mostrarme desnuda ante tus ojos melódicos. Quiero que me veas gritar de placer. Que mis miembros doblados por un peso excesivo Te empujen a cometer actos impíos. Que los finos cabellos de mi cabeza ofrecida Se enganchen en tus uñas curvadas de furor. Que te mantengas de pie ciego y creyente Contemplando desde arriba mi cuerpo desplumado.   (De Gritos)   *   Qué falo sonará la campana El día en que dormiré bajo una manta de plomo Fundida en mi miedo Como la aceituna en su bote Hará un frio metálico y deslucido No haré más el amor en una bañera esmaltada No haré más el amor entre paréntesis Ni entre los labios javaneses de un césped de primavera Exudaré la muerte como una transpiración amorosa Rodeada acosada por las visiones de octubre Me acurrucaré en el lodo.   (De Faire signe au machiniste)   *   Mi cuerpo ha adelgazado Desde el otoño A causa de la langosta marina Que aúlla bajo mi lecho Al despuntar cada día

Enrique Rosenblatt, la poesía oculta, por Enrique de Santiago

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  Publicado en Revista Athena Enrique Rosenblatt Berdichevsky, 17 de febrero de 1922, 6 de septiembre de 2009. Fue un poeta muy cercano al grupo Mandrágora. Uno de los colectivos surrealistas más influyentes de la literatura chilena y latinoamericana. Su primer acercamiento con estos poetas, se da primeramente bajo ciertas circunstancias del azar objetivo, cuando tenía 20 años y había comenzado sus estudios de medicina, le fue diagnosticada una tuberculosis, lo que le obligó a guardar reposo en su hogar durante un tiempo prolongado. En ese entonces uno de sus vecinos era Juan Sánchez Peláez, con quien estaba iniciando una amistad debido a que compartían el gusto por la poesía. El poeta venezolano también muy joven en aquellos años estaba avecindado en Santiago por motivos de estudio –Literatura en la Facultad de Pedagogía de la Universidad de Chile –  ya conocía a los mandragóricos, y en una de las tantas visitas a un Rosenblatt convaleciente, le comentó de las actividades del grupo, y

El universo no tiembla, por María Negro

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  Alza la tristeza, es esto, la carne y el color. Agradece, que el polvo su piedra, el viento, han caminado hasta tus pies para enseñarte. Encuentra. Afuera de tu mano escucha. Escucha. * Entre esta piel y la verdad, todo es tierra. No sucumbió la ternura, ni el reflejo de recostar la carne entre palabras y creer. Huye el fuego de la piedra que lo asfixia. Hace así (Se protege) Hace asa (No lo sabe) Abre la caja de su honestidad, espera, y no. El universo no tiembla. * Te nombro en perfecto estado de cobardía. Era más fácil cuando. Entre el aire y el cuerpo (qué haré, por Dios) estaba quieto el mundo. Una tristeza con hambre sigue lamiendo tu ausencia. * Barre los monstruos contra la esquina, y se cierra. El bosque tapa el árbol -dice- El árbol tapa el pájaro -dice- El pájaro, qué miedo le da el pájaro. * Sé piadoso Con tu leve forma, Acurrúcate en el pecho Del volcán, Deja caer la manta y la duda, El bostezo, la entrega. Date la luz, No importa su breve respuesta. Date la luz. Después