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Mostrando entradas de septiembre, 2018

Cien pasos, por Mirla Cox

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Cambiando el camino de regreso, ella toma las calles más céntricas y comerciales. Hace mucho tiempo que no puede darse el gustito de comprarse "algo". Hoy sí, por eso, con su mirada va buscando en cada lugar su objeto de deseo. Deja que su instinto la lleve, como flotando. Hay vidrieras que recién descubre. No es de mirar lo que no va a comprar. En el camino diario hacia su trabajo las veredas solo le obsequian naturaleza, eso que no se paga, que no se compra. Flores, aves, nubes, sombras figuradas, todo lo que acompaña y da vida a la música que lleva en sus oídos. Pero hoy, sabe que algo la está esperando. Clava su vista en unas botas, cortas, simples, aunque estéticamente...hilo tejido en tacón cuadrado de charol negro. Un guante para mis pies, pensó. Fueron suyas en un instante...navegó en ellas, recorriendo la ciudad, apropiándose de una dinámica hasta ahora desconocida; casi mágica. La vereda se convirtió en pasarela imaginaria, le quisieron vender la adrenalina d

El libro de apuntes, por donde se empieza a construir el mundo, por Daniel Santoro

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Taller a cargo de Daniel Santoro. -Captura visual de una idea. -Hablar no es ver. -Mirar con la atención flotante del cazador. -Abandonar la idea guiados por el ojo. -Apunte boceto y libro de artista como lugar de la gratuidad. -Idea visual y perdida de sentido. -Saber hacer con la imagen. Fecha de inicio: sábado 6 de octubre, Fecha de cierre: sábado 27 de octubre Horario: sábados de 16 a 18 hs. Duración: 4 encuentros Valor: $1800. Informes e inscripciones a: tallerescabure@gmail.com Caburé Libros México 620 - Caba

La madera de Pablo, por Juan Carlos Capurro

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Hace ya tres años que murió mi amigo Pablo Rieznik. Éramos amigos muy particulares. No íbamos juntos al cine ni a la calesita. Pero nos entendíamos de una manera que sólo ahora tengo más clara. Me ayudó en esto un gran psicoanalista, Emilio Rodrigué, luego de la lectura de su profunda biografía sobre Freud, que hace unos días concluí. Allí, Rodrigué desarrolla la particularidad de la amistad entre Freud y Sandor Ferenczi, figura también extraordinaria de la primera época del psicoanálisis. Ferenczi y Freud, dice Rodrigué, se entendían por telepatía, aspecto que ambos estudiaron a fondo. En una de sus cartas, Freud le reconoce a Ferenczi que se comprenden tan profundamente, sin mayores explicaciones, a través de sus respectivos inconscientes. Por eso, la mayoría de las veces, no necesitaban detallarse como llegaban a las mismas conclusiones. Con Pablo me pasaba exactamente eso. No necesitábamos decirnos demasiado. Sabíamos que pensábamos lo mismo. Lo percibí siempre en la

Me abriré camino.., por E.E. Cummings

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me abriré camino hasta empapar mis muslos en ardientes flores me pondré el sol en la boca saltaré al aire maduro                                  Vivo con cerrados ojos que arremeten contra lo oscuro                                   En las dormidas curvas de mi cuerpo dedos de tersa maestría penetrarán con castidad de muchachas oceánicas                                   Habré de completar el misterio de mi carne y habré de levantarme al cabo de mil años lamiendo flores             Y engastaré mis dientes en la plata de la luna

Esto no es un taller, por Juan Carlos Capurro

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María Negro impulsa un nuevo taller. Siempre hay algo inesperado en ese acto suyo, que yo vínculo con aquella primera época de nuestra Historia en la que la ciencia y la naturaleza iban juntas, buscándose, a través de la experiencia. Ese fue el momento en el que se produjo magia, porque los alquimistas, a favor intuitivamente del materialismo, invitaban a sus discípulos no sólo a estudiar, sino, al mismo tiempo, a experimentar con lo que iban comprendiendo. Era la época en que los iniciados no distinguían el trabajo manual del intelectual. De esa decisión fue que se alimentó Newton, como antes Galileo, como después Darwin. Igual que Shakespeare y Cervantes, esos enigmas, todos mordían de la vida, de la vida misma. Por eso al taller de María Negro se va para vivir algo increíblemente bello; algo que la separación del pensamiento  y la acción, invento del capitalismo, ha degradado al nivel de una formalidad. Leer sí, pero no actuar. Escribir sí, pero no para salirse de lo es

El agua que suena en las Lógicas Vitales, por Elvira Lagos

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Lógicas vitales se presenta como un libro de poesía a pesar de ser un espejo. Recorren los versos de Fabio Delgado Micán, serpenteantes caminos de un alma particular: el amor, la desidia, la batalla de los cuerpos, atalaya de almas en un continente atravesado por aquella masa de agua que no es sólo el Amazonas. “ Sus zapatos, cansados de rodear la misma huella, se desvanecían en los espejos. ” dice - sin saber sabiendo- como  Yupanqui, que lejos de la Colombia natal de Fabio, cantó que seguir siempre la misma ruta es agotador. Sólo separándose de lo ya transitado, se hará el camino nuevo, aunque el “ santo patrón de la muerte ”, señor no sólo colombiano, siga mordiendo los tobillos de los que decidieron moverse de la foto prevista. La poesía de Fabio es provocadora, inquieta e inquietante. Mece las palabras al ritmo de la agitada prosa de su tierra, que –con voz propia- existe. Busca con delicadeza convertir en imágenes las emociones de quien escribe sentado en un país

En el nombre de Ana, por María Negro

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Uno de los principios más conmovedores de la vida es su propia fuerza por ser. Como el brote debajo de los adoquines que se impone buscando la luz, sin comprender (o por lo menos eso creemos) que su deseo por vivir es tan alto que puede atravesar un obstáculo tal como las piedras. Yo no conocí a Ana, pero siempre la pensé así, como un brote inclaudicable. Ana tuvo la fortuna de nacer en el siglo XIX en España. Una España rota por el hambre y por la guerra que comenzaba a expulsar a sus hijos al mundo. Ana estaba casada con Antonio, y desde muy temprana edad comenzó a ser madre. La historia es confusa en este punto, según alguna tía, Ana tuvo 19 hijos. Según algún tío, fueron sólo 14. La palabra correcta sería, en realidad, que Ana parió 14 (o 19) hijos en el transcurso de su vida. Una parte importante no alcanzó a sobrevivir unos pocos meses. El hambre o las enfermedades se los arrancaban de los brazos. Y Ana, con sus pechos colmados de amor y miseria, volvía a embaraz

Imágenes para un momento de peligro, por Daniel Santoro

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Pájaro en la niebla, por Juan Carlos Capurro

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Un libro extraordinario se acaba de sentar en la mesa de la poesía. Ese libro es el de Eduardo Mileo,"Extracción del agua de la niebla". Mileo se dedicó, durante años, a dejarse llevar por la pintura, nuestra bella señora, cargada también ella de futuro. Entabló un diálogo difícil: TODA la pintura; desde las cuevas de Lisieux hasta llegar al mingitorio de Duchamp, pintado, recientemente, por un artista argentino. Diálogo siempre complejo el de estas imágenes contrarias, por resultar las dos completamente abstractas. Pero Mileo lo logró. Y así no lo hubiese logrado, también lo hubiese, porque él sólo planteo de esa contraposición, entre palabra e imagen bruta, es diamante completo. Aquí, además de haber encontrado esa piedra, el autor la entrega pulida; pulida a la manera de Spinoza: para que podamos ver. En sus quinientas páginas entra -junto a toda la pintura- toda la poesía, de la que Mileo es síntesis, sin proponérselo. Florida y Boedo, pasados por e