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Mostrando entradas de marzo, 2020

Incertidumbres sobre el Amor, por Silvia Dasso

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Y, ¿cuándo volveremos a abrazarnos? Y, ¿cuándo volveremos a escondernos entre las sábanas y jugar a encontrarnos? Y, ¿cuándo podremos volver a besarnos si se nos prohibió todo; salvo estar en casa? Se están acondicionando hoteles y hospitales para recibir a les infectades. Se están convocando a profesionales de la salud, que están fuera del sistema, para prevenir un desborde sanitario. ¡Y yo buscando en el amor el sentido de la vida! Bueno así era hasta hace unos días. Sabíamos, ante de la cuarentena, que el amor es esa búsqueda de plenitud (que nunca se alcanza y que seguimos buscando). Lo siento. Ya Lacan nos advirtió que el amor es dar lo que no se tiene.  ¿Qué? Hoy la palabra amor la aplicamos indistintamente cuando nos referimos a la Patria , a les hijes, a les amigues, al planeta y podríamos seguir.  Creo que fuimos vaciando el sentido de tan ambiguo que lo hicimos. Si vamos para atrás; en los mitos griegos había tres formas de manifestarse

Lejos, por Christina Georgina Rossetti

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Ilustración para Goblin Market and Other Poems, Dante Gabriel Rossetti El silencio insensible de la tierra, el sonido sin respuesta del mar, me dictan un solo mensaje: lejos, lejos, permanezcamos separados, quédate lejos, amarrada por el mundo perfecto de la soledad íntima; no te atamos. Pero, ¿quién podrá librarte de tus propias cadenas? ¿Qué corazón tocará tu corazón? ¿Qué mano tu mano? Y soy, a veces, arrogante y a veces humilde y, a veces, recuerdo viejos días cuando la compañía no era tan difícil de encontrar y el mundo y yo parecíamos menos distantes y a los pies del arcoiris, había oro y la esperanza era sólida y la vida no era frágil. Christina Georgina Rosetti *Poeta inglesa (1830-1894), hermana del pintor Dante Gabriel Rossetti. Christina comenzó a escribir a la edad de siete años. A sus treinta y un años publicó su primera obra, Goblin Market and Other Poems (1862). Esta colección cosechó muchas críticas favorables. El poema del t

La maga de la poesía, por Patricia Kolesnicov

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Con la palabra de poder nómbrala y mátala Exactamente eso decía ella, hace treinta y cinco años, en el poema “Para destruir a la enemiga”. Olga Orozco, la poeta, levanta sus párpados sombreados de turquesa y sigue hablando de un enemigo. Pero ahora dice que es el tiempo: “El que te deteriora y te mata”. Y que su tentación es violentar el tiempo. “No sólo me tienta hacerlo retroceder; también hacerlo simultáneo, alternarlo, como si lo venciera. Lograr esto, o intentarlo, es hacer retroceder a la muerte, aunque sea por un momento” Olga Orozco supo del Tarot y las videncias. Daba su pelea con las armas de la magia. “Estaba buscando trascender -dice desde sus ojos verdes- todas las limitaciones: esta realidad que te somete a reglas como las leyes de causa y efecto, como las leyes del tiempo. Trascender este yo, la limitación de ser este yo y ningún otro” Olga Orozco nació en 1920 en Toay, un pueblo de La Pampa, donde los médanos volaban. Tuvo una abuela que le contó cu

Nueve Haikus, por Daniel Mecca

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"After the hunt" Catrin Welz-Stein soy lo que resiste en mí *** acá hubo dolor alguna vez pero se oye el roce del agua el río avanza *** el brillo del sol sobre el río *** cuando reís se te cierran un poco los ojos así *** no hay cielo que no sea recuerdo *** campanas el viento cierra los ojos tierra incierta *** alguien escribe el vuelo de los pájaros *** pero esas noches vida dónde estás que dónde estás *** en tu mirar el nacer el día Daniel Mecca Extraído de "Lírico" Ediciones en Danza (2014)

Dos cuentos de Carlos Cantini

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Amanecer A la rutina Fue lo primero que le vino a la mente. Como todas las mañanas. “¿Cuándo terminará este martirio?”, se preguntó. Cuando él se anime a enfrentar el tema, era la única respuesta. Al menos ya se había animado a hablarlo en terapia. De a poco. Con cuidado. Como si haberlo descubierto provocara alguna ruptura. Un final no deseado. Es que eran muchos años. Muchos buenos momentos compartidos juntos. Y malos también. ¿D qué otra manera se mantienen sino tantas años de relación? Se incorporó lentamente. Sintió que su cuerpo abandonaba la cama pero no su alma. Es que la cama significaba demasiado. Protección. Amparo. Contención. El interior. El exterior, sin embargo, era el campo de batalla. Aquel que él rehusaba. Que se negaba a transitar. Pero que finalmente debía enfrentar. Claro que ocultando el tema. El que no se animaba a discutir. A ver si algo de su (frágil) equilibrio se rompía. Hacía meses que notaba que las cosas ya no eran como antes. Últimament