Entradas

Mostrando entradas de marzo, 2023

Poemas chinos, por Alberto Laiseca

Imagen
  LA GRAN MURALLA No es su costumbre, pero la garza amarilla desplegó sus alas e inició anoche un vuelo nocturno. No es frecuente en China; pero a veces ocurre que alguien desarma la Gran Muralla para que el corazón quede expuesto y pueda volver a amar. Yuan Ho. Dinastía Han UN VIEJO MAESTRO Al final de las riberas del Ho, como un genio fabuloso, vivía un Viejo Maestro. Diez milenios duró su existencia, para dibujar cada ideograma demoraba cien años y el largo poema aún no ha terminado. Fan Meng Li. Dinastía Sui  PEQUEÑO GORRIÓN Mi amada no conoce jaulas; va y vuelve cuando se le ocurre. No te cantaré cuando te hayas ido, pequeño gorrión salvaje. Te canto ahora que me amas.     Shen Chin. Dinastía Wei EL TRUENO DE LA SEDA Escucho el trueno de la seda, miro el brillo deslumbrador de una piedra opaca, y huelo las escamas del pez de madera. Sin embargo, no supe sentir a tiempo tu corazón.    Lu Ch'iu. Dinastía Hsia.

Un cielo gris, la génesis que nos desborda

Imagen
  En las aguas de las correcciones políticas andamos, intentando un pie forzado sobre un lecho moral que nos resulta holgado cuando cae sobre el cuello de los otros. Nos amparamos en la palabra amor cuando miramos a nuestros hijos, como si el acto y el lenguaje fueran el mismo momento, tuviesen la misma intensidad. Del reencuentro de dos hermanos en una casa de campo, sobrevendrá la sombra de la tragedia moderna: sus hijos han cometido una aberración. Esos seres pequeños que amamantamos con ternura y canciones de granja, que escondimos adentro de nuestras costumbres y precauciones para mejor resguardo, al fin han aprendido, y ya tienen sus propias garritas con las que despertar a la crueldad que -con una ingenuidad de Disney- creímos que ellos no, que ellos nunca. ¿Qué debe decidir un padre frente a eso que llamamos "verdad"? ¿Es cierto que la medida de las acciones de nuestros hijos valorará o condenará la eficacia de la crianza que supimos construir? Ni Silvio Astier (aquel

Ensayo Lorca, el delicado paisaje no se fusila, por María Negro

Imagen
  Mara Rojas y Julio Cortés hacen de todo. Exploran las posibilidades del escenario en tantas dimensiones sean posibles: cantan, bailan, ensayan, juegan, bucean, recitan, trasmigran, despliegan el cuerpo y la palabra como dos elementos conjuntos y opuestos; hacen del ejercicio teatral una síntesis de pulsos de vanguardia que nos traen a un Lorca en sus múltiples partes. No como el caleidoscopio que repite de forma fractal la imagen del reconocido poeta, sino como el rompecabezas de hojitas con las que el otoño deshace un árbol, pequeñas porciones de un ser en formas disímiles, inexactas. Con la dirección de Sergio Falcón (a quien pudimos disfrutar ya en Otroska, junto al mismo Julio Cortés y elenco), y basada en la dramaturgia de Samuel Dombek, “Federico… ¿dónde estás?”, la proyección de los signos teatrales de Ensayo Lorca nos entrega con generosidad un caudal de formas que se disponen para provocar la belleza convulsa, la que no se marchita.  Es el Lorca poeta y el Lorca amante, el v

El bombista, por Marcelo Rubio

Imagen
            Para cuando empezaba el nuevo año sabíamos todos los detalles sobre la vida de Eugenio Ceballos. El flaco Ricagni lo siguió por cuatro semanas, tal vez fueron tres, porque si hay algo que al flaco le gusta es exagerar. Con los resultados a la vista queda claro que no lo dejó ni a sol ni a sombra. Tomó la tarea tan en serio que en un cuaderno anotó horario de salida, apertura y cierre del puesto de diarios donde trabajaba Ceballos, recepción de los periódicos, cronometró el armado del sector revistas y la cantidad de cafés y cinzanos bebidos en el bar.  A Ceballos los años supieron acorralarlo, posiblemente hasta le jugaron con trampa. La lesión por el accidente se había agravado con el paso del tiempo, ya no era una cojera leve, ahora parecía doblegarlo al punto de necesitar, algunos días, un bastón. Este era el hombre buscado, el único capaz de batir el parche con sentimiento. Dos semanas antes del carnaval pusimos en marcha la segunda parte del plan. A lo largo de v

El dolor del tiempo, por Enrique Symns

Imagen
Cerca de Ingeniero Ledesma, en una población de indios matacos, había un animal muy peculiar: un ganso al que los indios bautizaron con el nombre de Pancho. Pancho era el líder de la gansada, pero lo curioso es que Pancho no sabía que era un ganso. Se enfrentaba a los hombres como si fuera un hombre y charlaba con ellos en su incomprensible idioma. Cierta vez entró un puma, que atravesó el alambrado empujado por el hambre y con la intención de comerse dos o tres gansos. Pancho salió a enfrentarlo con toda la actitud de un puma. Durante unos segundos el puma estuvo casi convencido de que Pancho era un animal peligroso, hasta que finalmente lo mató. Todo pasado condena, indudablemente, a una identidad. ¿Y qué es la identidad sino la noción de los límites? El árbol nunca saldrá caminando, el tigre nunca cantará como los jilgueros, los canguros nunca volarán sobre la Torre Eiffel. El pasado tiene como finalidad fijar los límites del futuro, y el famoso mecanismo evolutivo no es más que una

El poema como idea de la poesía, por Alberto Girri

Imagen
  EL POEMA COMO IDEA DE LA POESÍA Que la finalidad sea provocar el sentimiento de las palabras, y alcanzar el desafío de la expresión, perseguir objetos que se ajustan al sentimiento, hundirse en objetos hasta la emoción adecuada, está probado, y tanto, probado y probado, como no lo está el que en esos tránsitos la tendencia madre sea por dónde va la inspiración, "si en frío o en caliente", y no lo está que haya que seguir a Homero entre las Musas, su rogar que lo asistan, y a Platón saludando hermosos versos más en mediocres pero iluminados que en sagaces y hábiles exclusivamente al amparo de sus propias fuerzas, y a Dante, el reclamar la intervención de dioses acaso sin creer en ellos: O buono Apollo, all'ultimo lavoro fammi del tuo valor... Pero tampoco ninguna terminante prueba hacia lo opuesto, que el poema se conduzca en la mente como un experimento en una ciencia natural, y que la aptitud combinatoria de la mente sea la solo inspiración reconocible. GATO GRIS MUERT

Una se va quedando, por Hebe Uhart

Imagen
  Justo a mí me tenía que tocar, porque me pasan todas. Volvía de una reunión en el pueblo donde remueven los perendengues de abajo para arriba, que las actas volantes, que el registro anual de matrícula… Si yo tengo veinte alumnos y los veo venir desde una legua. Y después ellas me miran desde los pies hasta el turbante, no soy turca ni hice voto de llevarlo: mi pelo es de paja y no puedo calentar agua para lavarlo porque el Negro se olvidó de bombear. Y Cucú se me había ido no sé dónde: cuando se va, no vuelve hasta que anochece. Quise igual ir a la reunión del pueblo; yo sabía que no estaba en las mejores condiciones, pero necesito ir al pueblo de vez en cuando: en el campo una se va quedando. También quería llevar al médico a Chinchín, pero el médico no estaba. En Moreno se rehicieron las doce, la hora del puchero, así que lo arrastré de vuelta, pobre viejo, pero por lo menos recorrió toda la Escuela Número Uno hasta los techos. Le dije: - Esta es la Escuela Número Uno, es la princ

Pan, por Margaret Atwood

Imagen
  Imagina un pedazo de pan. No hace falta imaginarlo, está aquí en la cocina, sobre la tabla del pan, en su bolsa de plástico, junto al cuchillo del pan. Ese cuchillo es uno muy viejo que conseguiste en una subasta, la palabra PAN está tallada en el mango de madera. Abres la bolsa, pliegas el envoltorio hacia atrás, cortas una rebanada. La untas con mantequilla, con mantequilla de cacahuete, después miel, y lo doblas hacia adentro. Un poco de miel se te escurre entre los dedos y la lames con la lengua. Te lleva cerca de un minuto comer el pan. Este pan es negro, pero también hay pan blanco, en el frigorífico, y un poco de pan de centeno de la semana pasada, antes redondo como un estómago lleno, ahora a punto de echarse a perder. De vez en cuando haces pan. Lo ves como algo relajante que puedes elaborar con las manos. Imagina una hambruna. Ahora imagina un pedazo de pan. Ambas cosas son reales pero tú estás en el mismo cuarto con sólo una de ellas. Ponte en otro cuarto, para eso sirve l

Llamado por los malos poetas, por Rodolfo Fogwill

Imagen
  Se necesitan malos poetas. Buenas personas, pero poetas malos. Dos, cien, mil malos poetas se necesitan más para que estallen las diez mil flores del poema. Que en ellos viva la poesía, la innecesaria, la fútil, la sutil poesía imprescindible. O la in- versa: la poesía necesaria, la prescindible para vivir. Que florezcan diez maos en el pantano y en la barranca un Ele, un Juan, un Gelman como elefante entero de cristal roto, o un Rojas roto, mendigando a la Reina de España. (Ahora España ha vuelto a ser un reino y tiene Reina, y Rey del reino. España es un tablero de alfiles politizados y peones recién comidos: a la derecha, negros, paralizados, fuera del juego). Y aquí hay torres de goma, alfiles politizados y damas policiales vigilando la casa. A la caza del hombre, por hambre, corren todos, saltan de la cuadrícula y son comidos. Todo eso abunda: faltan los poetas, los mil, los diez mil malos, cada uno armado con su libro de mierda. Faltan, sus ensayitos y sus novela en preparación