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Mostrando entradas de enero, 2023

Aquel que siguió sin piedad sus obsesiones más intensas, por Daniel Weber

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En noviembre se cumplieron 30 años de la muerte de Federico Fellini. Cuando se estrenó La dolce vita , en 1960, lo escupieron en la cara, una mujer elegante lo maldijo deseándole “morir ahogado en el mar con una piedra atada al cuello” ; se sumaron escándalos, condenas y acusaciones de todo tipo. Los chupacirios de todas partes aborrecieron la película, y maldijeron a Fellini como a un sátrapa pagano, destructor de la familia.  Pero Federico, nacido sobre el mar, en la provinciana Rímini, que aparece funambulesca en muchos de sus filmes, pero sobre todo en Amarcord , ya tenía toda una trayectoria antes de La dolce vita . A los 20 años huyó a Roma en pleno auge del fascismo; trabajó como periodista, guionista, ilustrador, y estuvo junto a Rosellini en la creación del neorrealismo italiano. En sus primeros trabajos ya asomaban los temas obsesivos: el circo, la religiosidad, las relaciones humanas, la pareja, la seducción. Pero de toda esa pléyade de grandes directores, que fueron sus con

Benjamin Péret, el eléctrico ardor del poeta armado

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