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Mostrando entradas de abril, 2021

Vuelta a un sol dormido, por Enrique de Santiago

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Sol vector, acrílico sobre papel Canson de 250 gm, 50 x 33 cm  Mi energía proviene de una forma antigua dentro de su meandro oculto y suave antes de este universo donde bebo y desbebo su agua medular y clara la que me muestra tu nombre leve que persistente y única se dibuja en cada curva lunar.   Vine de más lejos, de la otredad llegué un día ya que mi alma se vino para conocerse y nos tomó años conjurar el olvido allí me encontrarán tan distante, y también en estos papeles que reflejan los misterios que aguardan cada día por mi y por los ojos de los transparentes.   29, abril, 2021 Enrique de Santiago

Roberto Arlt, el japonés impasible, por María Negro

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  Hace poco tiempo encontré una edición de La isla desierta - Saverio el cruel, por apenas treinta pesos en Parque Rivadavia. No es una edición hermosa, mucho menos prolija. Incluso, al hojear en la penumbra de la tardecita, pude ver que estaba marcada, y eso la volvió más interesante. Arlt como ejercicio escolar, pensé. Y me llevé por un dinero inexistente, el libro, y toda la historia que pudiese encontrarle adentro. Hay algo muy íntimo y hermoso en los libros usados. Una se acerca, no solo al escritor y su obra, sino también a aquel lector, lectora, que pasó por ahí dejando alguna marca. A veces subrayados, a veces dedicatorias, a veces anotaciones apuradas sobre un margen que marca (es imposible que no marque) también nuestra lectura. Otra lectura, duplicada, asistida.  Intervenida, como se dice en el arte. Entonces, rescatar a Arlt del cajón de saldos, donde su buen nombre quedaba al alcance de una mesa de saldos, y llevarme con él un libro “intervenido” ya era en sí un hermoso re

Un cadáver sobre la ciudad, por Ricardo Piglia

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  Entierro, Xul Solar (1915) Una tarde Juan C. Martini Real me mostró una serie de fotos del velorio de Roberto Arlt. La más impresionante era una toma del féretro colgado en el aire con sogas y suspendido sobre la ciudad. Habían armado el ataúd en la pieza, pero tuvieron que sacarlo por la ventana con aparejos y poleas porque Arlt era demasiado grande para pasar por el pasillo. Ese féretro suspendido sobre Buenos Aires es una buena imagen del lugar de Arlt en la literatura argentina. Murió a los cuarenta y dos años y siempre será joven y siempre estaremos sacando su cadáver por la ventana. El mayor riesgo que corre hoy su obra es el de la canonización. Hasta ahora su estilo lo ha salvado de ir a parar al museo: es difícil neutralizar esa escritura, se opone frontalmente a la norma de hipercorrección que define el estilo medio de nuestra literatura. Hay un extraño desvío en el lenguaje de Arlt, una relación de distancia y de extrañeza con la lengua materna, que es siempre la marca de u