Esto no es un taller, por Juan Carlos Capurro


María Negro impulsa un nuevo taller. Siempre hay algo inesperado en ese acto suyo, que yo vínculo con aquella primera época de nuestra Historia en la que la ciencia y la naturaleza iban juntas, buscándose, a través de la experiencia. Ese fue el momento en el que se produjo magia, porque los alquimistas, a favor intuitivamente del materialismo, invitaban a sus discípulos no sólo a estudiar, sino, al mismo tiempo, a experimentar con lo que iban comprendiendo.

Era la época en que los iniciados no distinguían el trabajo manual del intelectual. De esa decisión fue que se alimentó Newton, como antes Galileo, como después Darwin. Igual que Shakespeare y Cervantes, esos enigmas, todos mordían de la vida, de la vida misma.

Por eso al taller de María Negro se va para vivir algo increíblemente bello; algo que la separación del pensamiento  y la acción, invento del capitalismo, ha degradado al nivel de una formalidad. Leer sí, pero no actuar. Escribir sí, pero no para salirse de lo escrito.

Aquel legado de los alquimistas, que es el que permitió más tarde llegar a fusionar la dialéctica con la materia en un sólo acto, se verifica cuando Negro dice: pongo un taller. Porque ella pone un taller a funcionar para que juguemos con el fuego, y para que nos quememos, que es la única manera de conocer el fuego, es decir de conocer la pasión, es decir, de arder en la poesía. Vayamos.

JCC.

Comentarios

  1. Me interesa muchísimo pero querría saber algo más sobre la ubicación de la sede, los horarios y aranceles.
    Muchas gracias.

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    1. Buenos días Alicia, por favor envíe sus consultas al siguiente mail: marynegro@gmail.com Muchas gracias

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