Vacío, por Pedro Roth

 

Giorgio de Chirico. Plaza de Italia con fuente, hacia 1968. Fondazione Giorgio e Isa de Chirico, Roma © Giorgio de Chirico, VEGAP, Barcelona, 2017

Lo que hay que hacer es producir evidencia de la nada. Estamos en el momento de las mercancías sin transar, no hay nada para intercambiar. Los objetos, frutos de la nada; el dios invisible es la nada, sobre lo que se construyó uno de los poderes más grandes de la historia. Los frutos de esta nada son el arte, la civilización, la cultura, la arquitectura, las ceremonias. Develar el secreto de esta nada es todo lo que nos rodea. Para conectarse, para conocer esa nada, el mejor lugar es el desierto, un lugar donde uno se consustancia con la nada, volviéndola verdad. 

Los dueños de esa nada serán los dueños del mundo, los que pueden autenticar ser dueños legítimos, los verdaderos. 

La nada está en todas partes, no podemos escapar porque esa nada es todo lo que hay, vivimos dentro de ella.

La biblia es la historia de esa creencia, explica la nada y cómo comportarse dentro de ella, de cómo esa nada es todo.

Ahora, logramos una nada más eficaz que es la virtualidad. La última nada que hemos logrado construir, más interactiva, más eficiente, contesta más preguntas y lo que no sabe, lo ignora o dice que esperemos.

En esta gran nada todos estamos incluidos, falta ese después analgésico, tranquilo, seguro.

Hemos logrado vaciar el vacío, le hemos sacado toda la fantasía, el misterio, lo inconmensurable, estremecedor que habitaba en él. 

Todos los significados caducaron, todo se redujo a 01 01 01, una fórmula. Sólo números sin poesía.

Llegamos al punto de volver mercancía la nada, la certificación de esa transacción es el documento de autenticación que acredita su propiedad.

Entonces, si tiene dueño es transable, se le puede asignar un valor en el mercado. El capitalismo transforma todo en mercancía, en bienes y males.

Bienvenida soledad.




Pedro Roth


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