Estado de coma, por Santiago Gándara

 



Recomendaciones de martes-quinto día-sin fumar: si os dicen que el título del libro es “Píllale el punto a la coma”, apuesto a renunciáis a cualquier intento. Debe ser el peor título de la historia de la humanidad.

Pero si os enteráis de que existe otra versión: “Signos de civilización. Cómo la puntuación cambió la historia” (así aparece en la reciente edición de Esperando a Godot, traducido del noruego por Christian Kupchnik), la cosa os pilla de otro modo. Y flipáis.

Su autor, Bård Michalsen, es un periodista e investigador en comunicación. En la primera parte del libro, Michalsen se propone reconstruir la historia de la puntuación: desde los “interpunctus” que separaban las palabras pegadas (“scriptio continua”), pasando por las “distinctiones” de Aristófanes de Bizancio (para indicar pasajes breves, medianos y largos), las consideraciones del extraordinario Isidoro de Sevilla (quien destacaba la importancia de los signos para aclarar la sintaxis, no tanto la pausa de la lectura oral), los aportes de los monjes irlandeses (que se apropiaron de la “per cola et commata”, esto es, continuar en otra línea para facilitar la lectura) o del monje Alcuino (quien impulsó la minúscula carolingia), las contribuciones de Boncompagno da Signa (incorpora la distinción entre virgula planus – y virgula suspensiva /) hasta Aldo Manuzio, un editor que vivió en la próspera Venecia del siglo XV, a quien Michalsen le atribuye la sistematización de los signos de la puntuación moderna (en particular, la coma y los dos puntos), el desarrollo de las tipografías itálica y la fuente roman, y la invención del primer “libro de bolsillo”. 

En la segunda parte, aborda la historia del punto, los signos de exclamación e interrogación, el punto y coma y la coma; todo sazonado con anécdotas realmente increíbles. Por caso: la huelga de los tipógrafos rusos que exigían ser remunerados no solo por las letras sino también por los signos de puntuación. Estamos en 1905 y eso será el “punto” que disparó una ola de huelgas. El autor no lo señala -se perdió la oportunidad- pero fue Trotsky quien  explica esa huelga en su libro sobre la primera revolución rusa.

En la tercera parte, despliega una serie de consideraciones bien interesantes en torno a la escritura en tiempos de redes sociales. Y cierra con un muy sintético instructivo sobre el uso de los principales signos –el punto, desde ya, y muy allá, bien alto. 

Vale para cualquier lector. Yo ya resolví incluirlo para el taller de escritura del profesorado. De hecho, abona la tesis que uso para persuadir a que lxs estudiantes sean sensibles al empleo de los signos. Les digo que tienen que asumir como propia una muy extendida historia de esa conquista colectiva.


Santiago Gándara


Signos de civilización. Cómo la puntuación cambió la historia

Bård Borch Michalsen (traducción Christian Kupchik)

Ediciones Godot


Ilustración: Espantapájaros, caligrama de Oliverio Girondo (1932)

Comentarios

Entradas populares de este blog

Esa belleza, por John Berger

Mineros, por John Berger

M, por Luna Malfatti