Pedro y Buenos Aires, por Ana Aldaburu

 


Pedro y su película. Aunque parezca intempestivo, comienzo por un agradecimiento: tenemos que agradecer a  Damián y Matías Roth sus hijos. A Damián  más allá de haber concretado la película,  por su asistencia en todos los sentidos y por su paciencia. A los dos, siempre,  porque tener un padre de 84 años que maquina varios proyectos por día  y que hace todo lo posible por concretarlos y las más de las veces lo logra, no es poca cosa. Es una cuestión de entusiasmo y amor.

El arte es un fenómeno urbano. El arte acontece en la ciudad. Y si hay alguien que conoce nuestra ciudad es Pedro Roth. Una camina con él, o va en auto y no para de señalar edificios, te narra su historia, te describe su estilo o la gente que vive o vivió allí, qué episodios, qué historias, qué encuentros o desencuentros…Pedro es la memoria viva de un inmigrante que ha hecho de Buenos Aires su segunda piel, su casa por elección y por afecto.

Conocemos las múltiples derivas de esta enorme y conmovedora inquietud de Pedro por asociar sus pinturas, sus fotografías, sus escritos con todo lo que pasa.

Entonces, ahora, suma a todo ello la tarea de topógrafo, y hace a su manera, es decir con el método asociativo que siempre tiene a mano,  un relevamiento que toma el nombre de un viaje  que él llama  una aventura geométrica. ¿Geométrica? Sí, en lo visible,  porque hace un recorrido que se inicia con el poema “cuadrado” y sigue con un  viaje que  tiene cuatro vértices, Berlín, Budapest, Madrid, Buenos Aires, en los que busca e interroga a la ciudad desde distintos lugares: las calles armadas como un juego conceptual de intersecciones con Oliver Siewek, la calle Garay  en Budapest cerca del hogar del que tuvo que huir, la ciudad que pierde y la ciudad que encuentra y que busca en los archivos  y los planos de la Casa de Indias. Buenos Aires y su historia en la charla con un urbanista, la ciudad desplegada como la forma de una mano abierta que nos cuenta Eugenio Monferran, la ciudad donde nacen Madi -tan cercano a su gran gran amiga Sofía- y  el tango y el bandoneón en la charla con Gaspar casualmente el nieto de la querida Sofi.

Pedro pone el acento en la geometría pero todos sabemos que se trata de algo más: ha querido hacer un relevamiento  que es un collage, o un patchwork  -él mismo tiene algo de eso también-   en el que asocia sus orígenes al de esta ciudad que ama. Si Spinoza escribió su ética como un teorema  y en esa forma nos habla de las pasiones, la  aventura geométrica de Pedro en este documental es una topografía viva, una topografía  de los afectos

Hay un viejo aforismo que dice “Cada pintor se pinta a sí mismo”. Pedro nos muestra Buenos Aires de otra manera, que es otra manera de contarnos de él.


Ana Aldaburu

Buenos Aires, junio de 2022


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