Pablo Scheibengraf, el embrujo del color. Por Germán Gárgano
Pablo barre la superficie sosteniendo la materia con sensibilidad y tensión. Por sobre todas las cosas, más allá del cuadro, va a la pintura para permanecer en ella, su espíritu y fuerza vital. Desde las primeras cosas que vi hace años, hermosos trabajos sobre papel y óleos, se fueron sucediendo cambios en los que es notorio cómo el pintor teje y expande la trama de su propio riesgo, abre el gesto, la mancha…, y su decir: la pintura nunca es un mero juego de colores y formas sobre un soporte.
Y para quien así procede como Pablo, de pronto la opacidad de la materia testimonia de su silencio, la mancha celebratoria y el color recorren un embrujo, y el enjambre de sus pinceladas bien podrían ser un equivalente visual de los jeroglíficos, aquí lenguaje mudo resistente a un significado dado, signo vital de una mirada por la que el pintor, marcado por las contingencias de su propia vida, accede a ser traspasado.
Germán Gárgano - Febrero 2017
Muy bueno
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