Me pregunto, por Pedro Roth


Me pregunto, ¿dónde está la manada de bisontes que hay que señalar? Qué es hoy esa manada en el momento en que proliferan los objetos innecesarios, donde la señal se volvió un objeto que perdió el aura, su condición sagrada.
De esta manera, la magia, se ha vuelto inútil.

Hay demasiadas cosas que no sabemos y que no creemos. Discursos inútiles, señales que no conducen, no significan. Rumbos innecesarios.

En otros momentos –en nuestra antigüedad-  no podía existir cacería sin el chamán, que a través de sus imágenes hacía aparecer la manada para ser cazada.
El cazador y el chamán formaban un equipo inseparable, una creencia que funcionaba para la supervivencia. Fue una de las formas en las que el hombre aprendió a ser humano. Luego, alguien se apropió de esa creencia para beneficio propio, generando una nueva red.

El chamán se asoció con el poder y empezó, entonces, la especialización: pintores, escultores, escribas, artesanos, etc. Todos encubriendo al poder, explicando, interpretando, ocultando, alabando, repitiendo viejas historias, adaptándolo a las nuevas maneras, a los nuevos dominadores, a las peleas.
El arte daba la razón a cada bando, según perteneciera el artista. En toda esta maraña, el chamán perdió su rol, perdió su función primordial, se volvió prescindible. Un “entretenedor”.

Empezó a ver para todos lados, volcó su mirada de artista sobre todo el entorno y se perdió en la dispersión. La fuerza, la concentración (antes todo el arte de una era representaba y respaldaba el poder dominante, por esa razón la historia del arte era coincidente con la cronología de los imperios) de alguna manera más subrepticiamente, se sigue dando hoy donde somos explicados en inglés.
El artista perdió el rumbo, no sabe nada de la manada, qué tiene que hacer aparecer, no sabe dónde está, no sabe qué es. Perdió el qué. Solo sabe el cómo. Está desorientado, olvidó la claridad de su objetivo.

Todo se complicó, los conceptos, las herramientas, la tecnología, la globalización.

¿Dónde está la manada?, una simple pregunta para volver a conectarnos, para recuperar el rol traspapelado que nos ha vuelto inútiles. Al dejar de ser guías, dejamos de ser necesarios.
Todos hablan de reemplazar al maestro por una máquina, es más barato y eficiente. ¿Las máquinas nos enseñarán a ser humanos?

Los números nos enseñaron a ser eficientes. Arriba es donde es más. Siempre se puede quitar un punto abajo, total esos ya no tienen donde quejarse. Solo se aumenta un poco el miedo. Ahora la máquina siembra el terror, de ser el reemplazo y de acallar a los de abajo.

¿Dónde está la manada? En un mundo de ciudades donde se puede vivir la vida sin haber visto algo natural. Vivimos rodeados de un mundo que no comprendemos, de máquinas que usamos sin saber cómo funcionan, reemplazamos la verdad simple por números abstractos, que quizás nos explican mejor  pero son inentendibles. 010101, un código encriptado que encierra la “verdad”. O lo crees o te quedas afuera, cómo en el código anterior.

¿No será momento de preguntarnos dónde está la manada? ¿Dónde nos están llevando? Si nos gusta ir, en la confusión está la ganancia de los pescadores, 
¿Quién tiene la caña? 
¿No será hora de preguntarnos, dónde está la manada?


Pedro Roth

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