Irene Gruss, la poesía firme y alada.

La conocimos en los años ochenta, en la casa de Abelardo Castillo. Era firme, tenue, lejana y, al mismo tiempo, una mujer tan bella como sus alas de erizo. Su sonrisa siempre fue suave relámpago, como la música profunda de su poesía. Vamos a extrañar a Irene, como se extraña a un amor que, de tan luminoso, cuesta siempre abrazarlo. Colectivo Estrella del Oriente XIII Mi madre me acuna. Canta y el aire le sale por la boca. Inhalo por la herida, mi madre sabe de estas cosas: cierra su boca, esta forma cruel de respirar, guardar el alma Mientras tanto Yo estuve lavando ropa mientras mucha gente desapareció no porque sí se escondió sufrió hubo golpes y ahora no están no porque sí y mientras pasaban sirenas y disparos, ruido seco yo estuve lavando ropa, acunando, cantaba, y la persiana a oscuras. El jardín ¿Estás cansada del viaje, Diana? ¿Dejaste las valijas y te asomaste a ver el sol en tu jardí...