Ana no duerme: Ante la nueva novela de María Inés Krimer, por Juan Carlos Capurro
Las grandes novelas realistas no existen. Las mejores se
basan en eso que llamamos realidad, porque están dictadas por los sueños. Esta
es, posiblemente, la clave de la nueva y hermosa novela de María Inés Krimer,
"Papeles de Ana".
Ya uno de los fundadores del surrealismo, André Breton,
ejerció con voz enérgica su oposición a la novela. Una de sus mejores obras,
"Najda", es sin embargo una extraordinaria novela. Allí también se
escribe desde lo vivido, aunque todo parezca imposible. Eso que, no importe cómo
se le llame, es arte.
En su novela, Krimer se deja llevar por sus vivencias
personales, actuando como "médium" de su propia vida; de su camino
para convertirse en escritora, desde su infancia en Entre Ríos, bajo la
presencia omnímoda del comunismo (ese sueño tan alto), ejercida por un entorno
familiar, lleno de complejos matices y voces. Y a través de esos recuerdos,
vestidos en la forma secreta de unas cartas, se presentan los fantasmas de los
hombres de esa época no tan lejana, en la que bajo la apariencia de ayudar
aquella vocación de mujer, no hicieron sino todo lo contrario.
Contra la fría indiferencia paternal de los primeros años,
surge luego el calor de los familiares de Buenos Aires. Los contactos. Los
amores. La novela avanza de manera sutil, bella, transmitiendo las emociones y
los descubrimientos. Las primeras ayudas sinceras. También las incomprensiones.
Aparece de manera muy precisa el mundo intelectual porteño
de aquel entonces, plagado de próceres literarios que hoy ya nadie reivindica.
Esos que se plantaron, desde la indiferencia, ante la vocación de afirmarse de
Ana. Próceres que eran capaces de fulminar el uso de una coma desde sus
talleres literarios, unas comas cuya única función era poner punto final a
tantas vocaciones y esfuerzos. Solo llegaban ellos, los pocos, los de la “arenilla
dorada” del viejo Miguel Cané.
Ana, lo vemos lentamente, no se deja aplastar por esa
realidad tan realista. Sigue su lucha. Se convierte en escritora. Luminosamente,
las cartas y los sueños se mezclan. ¿Habrá que dejar al amor como prenda
perdida en esa lucha?
Krimer demuestra, desde la excelencia de su nueva novela,
que aquel pasado ya no existe. Y que el presente es de ellas, las Anas que no
se sometieron.
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