Candomberos!, por Juan Carlos Capurro

La muerte acecha. Pero la vida es más fuerte. Por eso los negros no se rindieron, a pesar del ataque, del miserable paso que los llevo a ser carne de cañón de los señoritos miserables, cuyos padres enviaban, suplantándolos, a San Martín y Belgrano, una sola tropa para luchar contra el godo: sus esclavos. Los niños tirifilos, mediocres, embalsamados de idiotez virreinal, devinieron, en su dormida indiferencia, en directores de empresa, actuales, siempre sumisos ante todo Imperio. Ley de un linaje. También fueron los negros los enviados a la guerra de la triple infamia, devastando al Paraguay. Sarmiento, bárbaro y lúcido, entrego allí a su hijo, mientras los dueños de la bosta retaceaban a los suyos, enviando a sus negros. Sólo quedaron unos pocos. Apagados. Olvidados. Pero revivieron. Tenaces. Volvieron a la luz, lentamente. Fueron muchos, secretamente muchos, los que volvieron a Buenos Aires, gracias a la eficaz acción del Señor Bordaberry, un infeliz qu...