Al rescate de la yegua negra del surrealismo, por Miguel Lorenci
'El arte mágico' es un libro fantasmal, portentoso y
legendario. Es la biblia del arte según André Breton (1896-1966), un tratado de
culto y oculto durante décadas, publicado en 1957 en una tirada limitada, nada
elegante y hoy inencontrable. En otro de sus impagables desafíos editoriales,
el sello Atalanta, que comanda Jacobo Siruela, rescata para el lector español
esta inefable historia del arte universal, un recorrido del Paleolítico al
siglo XX analizado bajo el prisma del surrealismo y por el padre del movimiento
que removió los cimientos del arte y cambió su práctica.
'El arte mágico' ha sido durante decenios objeto de deseo de
bibliófilos de medio mundo. Se publicó hace 62 años por el Club Français du
Livre en una burda edición de 3.500 ejemplares que jamás llegó a las librerías.
Era para Breton «el anhelo de toda una vida», un 'aleph' en el que se empeñó en
encerrar la historia universal del arte, desde sus orígenes en las cavernas
hasta las vanguardias que eclosionaron en su juventud.
¿Tiene el arte la capacidad de cambiar la vida? Es la
pregunta que late en un texto en el que Breton equipara magia, arte y poesía
para asegurar que, juntos, tienen la energía «simpática» para poder cambiar la
realidad.
Quiso acompañar de una iconografía «irreprochable» la que
deseaba que fuera su obra más perdurable. Pero apareció con imágenes en blanco
y negro de baja calidad. La exquisita edición de Atalanta hace realidad el
sueño de Breton y rescata esta heterodoxa, sugerente y surrealista biblia del
arte con más de 200 imágenes, todas en color y en reproducciones excelsas, como
quería su autor. Un Breton que, según Claude Lévi-Strauss, tenía «poderes de
adivinación para detectar el arte genuino».
Había acumulado notas y documentos durante dos décadas para
abordar y contar su peculiar historia del arte desde las premisas del surrealismo.
El suyo sería el primero de los cinco volúmenes proyectados en los años treinta
por Marcel Brion, autor de 'Palacio de sombras', otro libro fantasmal: debió
esperar al final de la Segunda Guerra Mundial para publicarlos. La pentalogía
se completaba con ensayos de otros autores dedicados al arte religioso, el
clásico, el barroco y al arte por el arte.
Los herederos de Breton lograron reeditar en francés e
italiano y con cierta calidad en 1991 este catálogo universal por el que
desfilan todos los grandes creadores, de los primitivos a los impresionistas,
cubistas, expresionistas y surrealistas. Se ocupa del Bosco, de Brueghel,
Uccello, Durero, Holbein, Arcimboldo, Blake, Füssli, Goya, Friedrich, Böcklin,
Gauguin, Rousseau, De Chirico, Picasso, Duchamp, Kandinsky, Miró, Tanguy o Max
Ernst. Analiza su erotismo, los sueños, misterios, fantasmagorías de su obras y
otros temas eternos en el devenir humano, como el azar, las pasiones, la
mística o la muerte.
Nueva mitología
No margina Breton al arte religioso de ninguna época o
cultura, pero disocia el concepto mágico del religioso y se distancia del canon
académico, proponiendo una nueva mitología que evidencia que su surrealismo no
era solo un movimiento literario y sí una poderosa herramienta capaz de devolver
al arte su mágico poder transformador, enterrado por el gusto burgués, el
realismo social o la tiranía geométrica del cubismo.
Quiere liberar a las obras que analiza tanto del dogma
religioso como del aparato científico «que tiende a extender su dominio a todas
las invenciones humanas». Entiende el arte como vehículo «de una magia en
acción que dispone de poderes reales» y «una conciencia lírica universal» que
facilita una conexión directa con la obra de arte sea cual su origen y su
tiempo.
Además de materializar el gran sueño de Breton, el libro
alienta uno de sus amados juegos intelectuales mediante un apéndice de casi 200
páginas con las respuestas a la encuesta que coordinó Gérard Legrand. Son
entrevistas sobre la importancia de lo mágico realizadas a destacados
pensadores, intelectuales, artistas y científicos de la época, de Martin
Heidegger a Octavio Paz, pasando por René Magritte, Georges Bataille, Claude
Lévi-Strauss, Julien Gracq, Pierre Klossowski, Roger Caillois, Juan Eduardo
Cirlot, Leonora Carrington, Maurice Blanchot, René Nelli, y un largo etcétera.
Fue Breton un iconoclasta y avispado agitador cultural, un
teórico que acertó a definir las grandes pulsiones artísticas y literarias del
primer tercio del siglo XX. Veía al ser humano «como un animal encerrado en una
jaula, dando vueltas y vueltas sobre sí mismo» y asumió, según los editores,
«una suerte de pasión amorosa por la pureza salvaje, por la desnudez original».
Solo podría cumplirse «si la potencia del deseo nos conduce a las raíces más
profundas y auténticas de la imaginación». De ahí que proclamara que «solamente
es bello lo maravilloso», como demuestran su selección de imágenes para su
libro más ambicioso.
«Hoy nadie se escandaliza, la sociedad ha encontrado maneras
de anular el potencial provocador de una obra de arte, adoptando ante ella una
actitud de placer consumista», decía Breton a Luis Buñuel poco antes de morir,
el 28 de septiembre de 1966.
Artículo extraído de: https://www.burgosconecta.es/culturas/libros/heterodoxa-magica-biblia
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