El extranjero, por Novalis
El extranjero
Dedicado a la señora B. R von Ch
Estás cansado, extranjero, cansado y frío,
no te acostumbras a este Cielo. Soplan vientos más cálidos
que en tu patria, y más libre
respiraba antes el pecho joven.
¿No se desplegaba la primavera eterna en el campo calmo
la vida abigarrada? ¿No tensaba allí la paz
sus hilos firmes? ¿Y no florecía
para siempre lo que brotó en otro tiempo?
Es una busca inútil, porque ya se hundió
esa tierra celestial. No hay mortal que conozca
el sendero, inaccesible para siempre,
cubierto por el mar.
De tu pueblo fueron pocos los que resistieron
el arrebato de la mares; se dispersaron
por el mundo y esperan
el tiempo mejor del reencuentro.
Te pido que me sigas, fue quizás un buen destino
el que te trajo; están aquí los amigos de la patria
y ellos mismos y en silencio
celebran una fiesta íntima.
Evidente te parece esa intimidad tan suya del corazón.
Irradia cada rostro una luz clara,
inocencia y amor
igual que antes en la patria.
Más luminosa es tu mirada, la tarde pasa rápida,
parece casi uno de esos sueños amables,
porque la charla la anima
y el corazón se deshace en el Bien.
El extranjero está aquí, lo vemos. Se siente
desterrado de la misma tierra que ustedes
le tocaron horas de sombra.
Fue temprano el ocaso de su día felíz.
Pero no se aleja de la compañía de los suyos:
Celebra la fiesta de la alegría más doméstica;
lo hechiza la primavera fresca
que florece donde están sus padres.
Que vuelva a celebrarse hoy esa fiesta
antes de que lloremos porque la madre se fue
y por senderos nocturnos siga
al guía que la lleva a la patria.
Que no mengüe el hechizo que nos mantiene unidos.
Y que también los que están lejos
sientan el gozo y caminen juntos
el mismo camino.
Es el deseo del huésped, pero a ustedes
les habla el poeta, porque calla
cuando está contento, y anhela
la visita de los que quiere y están lejos.
Sean amables con el extranjero;
pocas alegrías le están reservadas en este mundo
rodeado de los amigos, espera paciente
el gran día de su nacimiento.
Novalis
22 de enero de 1797
*Ilustración: José Suárez
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