Capurro en los ojos de Federico, por María Negro

 


 

Diciembre de un año largo, complejo, distanciado. Amenaza de lluvia que no cae en el Buenos Aires querido, hervido y agotado de viernes. Una pantalla firme, debajo de la explanada de la gigantesca Biblioteca Nacional, muestra los ojos de Federico Peralta Ramos, cristalinos, furibundos, impiadosos.

Más de cien personas, con todo el protocolo preciso en este raro tiempo, se detienen en la tarde a observar como Juan Carlos Capurro presenta a ese enorme pedazo de atmósfera que sigue siendo el señor que hizo saltar por los aires a la Guggenheim.

Peralta Ramos, en los ojos de Capurro, se nos acerca escandalosamente. Habla desde una atemporalidad que causa escalofrío. No es el personaje el que nos mira, sino el hombre. El ser humano en su desnudez íntegra. La interpelación de sus cuestionamientos, convulsionan las pocas certezas que nos entregó el alcohol en gel, la reclusión y el terror a la muerte.

La obra del poeta funciona, como dijera el mismo Federico, como un sismógrafo. Revela que la observación sobre las almas no puede alcanzarse desde el simple trabajo biográfico sino que precisa del recorte ordenado y caótico del collage, de la interpretación, de la construcción artística.

Federico se expresa como una posición política, social, histórica. Como un emergente de una generación extensa, indivisible en años cronológicos, que empolla el gran huevo de lo que no se negocia, de lo que no se entrega. Que cuida al humor y a la ironía como dos herramientas de la verdad, y se deja deslizar por la batalla del derecho al ser gánico, en el mundo del deseo imposible.

El silencio total y la emoción se dejan caer con el sol de la tarde. La magia del cine se interrumpe solamente por el aplauso, como corresponde.

Capurro en los ojos de Federico, nos ha devuelto el guante de la belleza de jugar como un patito feo, sin vergüenza, sin perjuicio de los cisnes.

Así, detrás de los enormes ojos del que no muere nunca, Capurro supo colocar el espejito exacto, supo entregarnos esta certeza de que estamos vivos y que es para allá, si solamente consiguen un oasis aquellos que se bancan el desierto. 

 

María Negro



*Ph: Ernesto Gut, proyección "Mal de Plata" en Bibilioteca Nacional

Comentarios

  1. Chapó a Capurro y Chapó a los que vieron la peli porque no se olvidaron de Federico Peralta Ramos.

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  2. Chapó a Capurro y Chapó a los que vieron la peli porque no se olvidaron de Federico Peralta Ramos.

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  3. Está mal el enlace y no se puede ver la peli en la página del Bellas Artes. Tienen otra dirección para verla?

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  4. Está mal el enlace y no se puede ver la peli en la página del Bellas Artes. Tienen otra dirección para verla?

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