Los colores de la vigilia, por Christian Kupchik

 


Reflejos biográficos del caos en un ojo dorado


Vista desde los límites

la destrucción de una ciudad

posee la muda belleza de un quirófano abandonado.

Las sirenas aúllan entremezcladas

como el amor de gatos en algún tejado lejano.

El ruido de las nubes flota entre las ruinas

mientras la clara noche penetra por las lucarnas heridas

salpicadas de bestias astrales.

Hay álamos o alerces que caen del cielo

-como gotas de metal ardiente-

sobre los adoquines cansados.

El fuego ilumina los basurales

y estoicas columnas de humo elevan

sus dedos acusadores contra el insomnio de los zombis.

Habrá seguros reproches, estériles imputaciones.

Llegarán histéricas las acuáticas encrucijadas, las conspiraciones.

Vista desde los límites

se sospechan los restos de una tardía fiesta medieval.

Siempre es más tranquilizador, menos sinuoso,

describir los efectos de la destrucción desde la periferia.


Cuando todo haya pasado,

cuando el desastre instale su silencio

sobre la pastosa boca del vacío,

solo allí se revelará la verdadera dimensión

de la tragedia.

Apenas tres perros revolverán los huesos

entre el polvo y el olvido.

Todo es intemperie.

Las pantallas azules volverán a dar cuenta

del eco de una nueva catástrofe.

Mañana: Alerta…

Desmejorando. Tifones y tempestades.

Mal tiempo en vacaciones.



Selección natural


Un hombre esconde a otro

mientras otro borra al siguiente

y el siguiente engulle a otro.

Otro se mueve

y muere el otro.


Al primer hombre le siguió

el segundo, un tercero, el séptimo…

Se sucedieron generaciones de supervivientes

semejantes a sí mismos

y también a los demás.


Hablan desde siempre:

son el primer hombre, un tercero, el séptimo…

Colores promiscuos en la niebla.



Equívocas apariencias


Los espantos no se parecen

a las bestias que los provocan.

Las heridas no se parecen

a las armas que las hurgan.

El amor no reconoce las rejas que lo amenazan.

Las tristezas no se parecen a las palabras.


Cuando llegan los huracanes

con nombre de mujer

uno está en alguna parte.



El cómplice de la ilusión

Ahora está.

Ahora no está.

Bien mirado, sacar conejos de la galera

no revela la arbitraria virtud de un arte.

Apenas, sí, el delicado equilibrio

que se esconde entre cálculo y caos.

Es preciso tomar en cuenta también

la obligada complicidad del conejo,

quien jamás confesará cuáles son

los límites del limbo

donde está

cuando no está.


El conejo milagrosamente extraído de la galera,

honra con su silencio al labio leporino que lo adorna

y al hecho de ser el único superviviente

que todavía sabe de códigos que respetar.

El mago no importa.

Ahora está.

Ahora no está.



Christian Kupchik



Los colores de la vigilia (2017)

buenosaires poetry



Imagen: Une veillée à Paris (JCC, 2022)


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