La mujer sola
Dario Fo invento un genero, tomando el ejemplo de los artistas callejeros de la Comeddia dell Árte: un teatro sobre la marcha de los acontecimientos, mientras estos suceden, en donde el humor y la ironía desnudan a los protagonistas del poder. El ejemplo mas alto de su genio es "Muerte acccidental de un anarquista" , donde sigue, día a día, con los diarios en la mano, y por las ciudades de Italia donde monta su espectáculo popular, las "explicaciones" del gobierno ante la "caída accidental" de un detenido político anarquista, desde la terraza del departamento de Policía. Las imbecilidades y mentiras, la complicidad de la izquierda estalinista de entonces, la mala fe de los periodistas a sueldo del poder, todo queda al desnudo en esa obra satírica, que nunca culmina, porque cada día se agrega una explicación oficial mas ridícula, respecto de la anterior. Sobre esa realidad, Fo fue escribiendo una obra maravillosa, plena de humor subversivo, que al tiempo que divierte, denuncia y obliga a pensar, burlándose de la miserabilidad burguesa. Pero no como panfleto, sino como obra de arte, con las herramientas de la poesía y la sublevación de la palabra y el acto. Con Fo no se murió solo un enorme artista, sino un hombre íntegro, de vuelo excepcional. Y al mismo tiempo, un libertario, la palabra mas bella ,sinónimo de poeta. Nuestro saludo afectuoso al gran amigo de Estrella del Oriente.
Juan Carlos Capurro
“La mujer sola”
(Elementos escenográficos: Dos
puertas a ambos lados del escenario. Una da al lateral izquierdo, la
otra a la derecha es la entrada al departamento, la de la izquierda,
la del dormitorio. La puerta del fondo es la de la cocina. Hacia
proscenio, una mesa alargada sobre la que vemos: Un teléfono, una
plancha, una radio, una palangana, un cepillo. Delante de la mesa, un
taburete, un mueble aparador, sobre el que está una bandeja con
esparadrapo, vendas, alcohol y pomadas. De la pared cuelga una
escopeta de caza. Una silla. Es un cuarto de estar de una casa
corriente. Entra una mujer con una cesta de ropa para planchar. Lleva
una bata muy escotada, muy atractiva. La radio esta puesta a todo
volumen. Se asoma a una ventana imaginaria en el proscenio, y se
sorprende agradablemente al ver a alguien en la casa de enfrente.)
Mujer: (En voz alta llamando la
atención de otra persona) Señora...¡Señora!...Buenos
días...pero cuánto tiempo lleva usted viviendo ahí, si ni me había
dado cuenta de la mudanza...no, que va, creía que estaba
deshabitada. Pues me alegro mucho... (grita) que digo que me
alegro mucho...¿no me oye? Ah, claro, tiene usted razón, es la
radio, ahora mismo la apago...Perdone, pero es que cuando estoy sola
en casa o pongo la radio así de fuerte, o me entran ganas de
morirme... En esa habitación (Va a la puerta de la izquierda)
Tengo siempre el tocadiscos puesto... (Abre la puerta, se oye la
música) ¿Lo ha oído? (Cierra) En la cocina el
cassette... (Abre la puerta) ¿Lo ha oído? (cierra)
Así me siento acompañada en toda la casa
(Se acerca a la mesa y empieza a trabajar, cepilla una chaqueta,
cose botones) No, en el dormitorio no, claro. Ahí tengo el
televisor, si, siempre encendido. Si, a todo volumen. Ahora
están transmitiendo una misa cantada...en polaco, ¡caray con el
idioma! ¡Idioma de papas! No hay quien lo entienda. Si, también me
gusta, yo mientras sea música... el ruido me acompaña, sabe...y
usted ¿cómo se las arregla para estar acompañada? Ah, tiene un
hijo, que suerte... pero que digo, estaré tonta, si yo también
tengo un hijo..., mejor dicho, tengo dos. Es que con la emoción de
charlar con usted se me había olvidado uno..., pero no me acompañan,
de eso nada. La nena porque está creciendo, ya sabe, los amigos, las
amigas..., en cambio, el niño está siempre conmigo, pero tampoco me
hace compañía. Siempre está durmiendo. Hace caca,
come y ronca... ¡como un viejo! Pero no me quejo, no señora, yo en mi casa estoy
divinamente. Como una reina. No me falta nada, mi marido me lo compra
todo. ¡Tengo todo! Tengo..., pues ni yo misma lo sé, fíjese...,
tengo heladera...si, yo sé que todo el mundo la tiene, pero es que la
mía hace hielo en cubitos, sabe...tengo lavadora de 24 programas, lava y seca. ¡Si viera
usted como seca! A veces tengo que volver a mojar la ropa para poder planchar de seca que está,
toda tiesa. Tengo olla expres, batidora, picadora, licuadora, trituradora. Música en todas las
habitaciones ¿qué más voy a querer? Después de todo, solo soy una
mujer. Ah, si, tenía una por horas, pero
salió corriendo. Después vino otra, también huyó. Todas las
asistentes salen corriendo de mi casa. ¿Cómo? No, que va, no es por
mí. (Incomoda) Es por mi cuñado...si, es que las tocaba. Las
tocaba a todas en semejante lugar..., es que está enfermo, sabe.
¿Morboso? Pues yo no sé si será morboso, yo lo que sé es que
pretendía cada cosa de esas pobres chicas..., y ellas, claro, se
negaban. ¿Usted qué haría si mientras limpia la casa le meten la
mano por debajo de la falda? ¡Y con una mano! Uy, señora. ¡Si
viera el pedazo de mano que tiene mi cuñado! Menos mal que solo
tiene una, que sino...Si, un accidente... (Durante este dialogo,
se ha sentado frente a la ventana y cose mientras charla con la
vecina) Un accidente de coche, imagínese, tan joven, treinta
años, se rompió entero. Está escayolado de arriba abajo: solo le
han dejado un agujerito para respirar y comer, pero no habla, solo
masculla, no se le entiende nada. Los ojos le quedaron bien, así que
no se los escaloyaron..., se los han dejado al aire, y también la
mano tocona, que también está sana, y también tiene sano...(Se
interrumpe, confusa) no sé cómo decirle..., es que aún no
tenemos confianza, acabamos de conocernos como quien dice, y no
quiero que piense mal de mí..., bueno, en fin...que se ha quedado
sano...ahí. ¡Y como de sano, señora! ¡Demasiado! siempre tiene
ganas de... ya me entiende...Si, eso si, el pobre se distrae mucho.
Lee una barbaridad, se mantiene informado...lee revistas porno, si,
tiene el cuarto abarrotado de revistas guarronas, ya sabe, de esas
con muchachas desnudas, ¡en cada posturita!, yo creo que a esas
pobres muchachas, después de hacerles las fotos, las escayolan igual
que a mi cuñado... si parecen anuncios de carnicería, con esas
piezas de carne ampliadas, a todo color. Yo cuando me tropiezo con
una de esas revistas, luego no puedo ni freír
un filete, oiga, es que me da un asco... Así que desde que se me han
ido todas las asistentas, me ocupo yo de mi cuñado. Lo hago por mi
marido, sabe..., después de todo es su hermano... ¡pero que dice!
(Ofendida) Claro que me respeta. Faltaría más. A mí me lo
pide siempre. Antes de meterme mano me lo pide, si señora. (Suena el teléfono) Debe ser mi
marido, siempre llama a esta hora. Perdone un momentito (Contesta)
Hola! ¿Cómo? Si,... pero como... ¡Andate a la mierda, hijo de
puta! (Cuelga con fuerza. Está furiosa. Mira a la ventana, y se
sonríe como disculpándose) Perdone la palabrota, pero es que a
veces no hay más remedio. (Vuelve a trabajar, nerviosa) No,
claro que no era mi marido ¡estaría bueno!. Pues no, no sé quién
es... ¡es un maniaco telefónico! Me llama una, dos, tres...mil
veces al día... ¡me dice groserías, cada palabrota que ni siquiera
vienen en el diccionario, que yo las he buscado, oiga y nada!
¿Enfermo?A mí que me importa, con un enfermo en la casa ya tengo de
sobra, no voy a ser yo la enfermera de todos los guarros de la
ciudad, ¿no le parece?
(Vuelve a sonar el teléfono)
¡Ya estamos otra vecino pienso ni dejarle hablar. (Descuelga)
¡Escúchame repugnante...! (cambia
el tono) Hola (A la vecina, tapando el auricular) Es mi
marido (Al teléfono) no,
cariño, si no era para ti..., creía que era,... bueno, veras,
resulta que hay una señor que siempre me está llamando y pregunta
por ti, y dice cada cosa...terrible, no sabes bien... esta
enojadísimo contigo, dice que le debes dinero, así que yo, para
asustarlo, le he dicho lo de la policía (Cambia de tono,
asustada) Claro que estoy en casa. Antonio, te juro que estoy en
casa, ¿dónde quieres que este? ¿Qué número marcaste? ¡Pues si
te contesto yo, donde voy a estar, hombre, por Dios! ¡Que no he
salido! ¿Cómo voy a salir si me encierras con llave? (A la
vecina) Fíjese, señora, vaya elemento tengo por marido... (Al
teléfono) oye...no, no estoy hablando con nadie...si, he dicho
“señora” porque a veces me llamo a mí misma “señora”,...no,
no hay nadie en casa... si, si, tu hermano si que esta, adonde va a
ir... está en su cuarto viendo diapositivas...si, el niño está dormido...si, ya ha comido... si, ya ha hecho pis (Molesta)
¡tú hermano también hizo pis! Adiós. Que no, que no, que estoy
muy alegre, Antonio, y muy contenta. (Más y más nerviosa)
Estaba aquí, planchando, riéndome de lo bien que la paso.
(Gritando) ¡Estoy contentísima! (Cuelga. Grita con rabia
al teléfono. Mira a ala vecina, tensa y seria. Luego le sonríe en
silencio. Ha recuperado el control) ¿Ha visto? Tengo que
mentirle. No, no sabe nada del maniaco telefónico... ¡si se lo
digo, me monta un escándalo! si, ya sé que yo no tengo la culpa,
pero es que él dice que si ellos llaman es porque notan que me pongo
nerviosa, y entonces se excitan más y se masturban. Y que va a
terminar por quitarme el teléfono. Ya me deja encerrada en casa,
prisionera. Por la mañana, cuando sale, me encierra...si, el hace la
compra... (Plancha) Bueno, llama de vez en cuando por si pasa
algo. Pero que quiere que pase en esta casa, si somos una familia muy
tranquila... (De pronto deja de planchar. Mira hacia arriba, trata
de taparse el escote: el pecho izquierdo con una servilleta, el
derecho con la plancha. Grita) ¡Que te estoy viendo, cerdo! (A
la vecina) Perdone un segundo (Al mirón) No te molestes
en esconderte, que te estoy viendo los prismáticos brillando al sol.
(Se coloca la plancha sobre el pecho y la quita en seguida. A la
vecina) ¡Ay Dios mío, me he planchado un pecho! Usted no puede
verlo pero es allí... en la ventana que está encima de la suya...
solo me faltaba ese mirón. No ve, una pobre mujer ni en su casa
puede estar a gusto..., en fin, cómoda, planchando, por culpa de ese
obseso voy a tener que planchar con abrigo... (Al mirón,
gritando) ¿Verdad? ¡Y con pasamontañas! ¡Y con esquíes! Que
ni se esquiar, y luego me caigo y me rompo como mi cuñado, ¡hombre!
(A la vecina) ¿La policía? No, no, yo no la llamo. Porque
mire usted ¿sabe lo que pasa después? Que vienen, extienden el
informe, quieren saber si yo estaba desnuda o vestida en mi casa, si
es que provoqué al mirón con la danza del vientre, y para terminar,
yo, solo yo, acabo con una hermosa denuncia por actitud obscena en
lugar privado, pero expuesto al público. ¿Qué le parece? Que no,
que no, que prefiero arreglármelas yo sola. (Descuelga de la pared la escopeta
de caza y apunta hacia el mirón, gritando) ¡Mira que te mato! (Decepcionada) Ha huido. En
cuanto ve la escopeta sale corriendo ¡es muy cobarde! ¡Cerdo con
prismáticos! (Deja la escopeta en la mesa) ¿la he hecho
reír? ¿Estoy loca? (Plancha) mejor loca que como estaba antes..., cada dos
meses me tragaba un frasco de somníferos, todas las pastillas redondas que encontraba en el botiquín,
adentro!... ¡hasta llegue a tomarme el jarabe de las lombrices de
los niños...! ¡Por pura desesperación! O a cortarme las venas,
como hace tres meses...Si, si las venas...mire, aún me quedan
cicatrices... ¿las ve? (Le muestra las manos) no, no señora,
lo lamento muchísimo, pero lo de las venas no puedo contárselo. Es
una historia privada, muy intima además. No me siento con
fuerzas..., nos conocemos muy poco (Cambia el tono) ¿se la cuento? No, no. Bueno, a lo mejor me
viene bien desahogarme un poquito. Pues vera..., es una historia muy triste.... Fue por un
muchacho... 15 años menor que yo, y encima aparentaba menos aún,...,
tímido, torpe...dulce...delicado, ¡tanto que hacer el amor con él
hubiera sido como cometer un...un incesto! Pues yo lo cometí. ¿Qué?
Pues el incesto. Hice el amor con el chico, ¿y sabe lo peor de todo?
Que no me daba nada de vergüenza..., todo lo contrario, me pasaba el
día entero cantando...bueno, miento, por las noches lloraba... “Eres
una depravada”, me decía (Se oyen bocinazos) Perdone, es mi
cuñado que me llama..., un segundo, enseguida vuelvo. (Se asoma a
la puerta de la izquierda) ¿Qué quieres querido? (Suena el
teléfono, cierra la puerta y corre a contestar) Hola. Que pasa,
Antonio... (A la vecina) Es mi marido. Si, si, te oigo. ¿Que
si viene quién? ¿El del dinero? (Para si misma) ¿y quién
es el del dinero? Ah, el que se pasa la vida llamando... bueno, pues
que voy a hacer... además estoy encerrada, no va a entrar por la
cerradura...Ah, que tengo que hacer como que no estoy en casa... que
apague la radio, el tocadiscos, el televisor,... de acuerdo, como tú
digas, a sus órdenes, mi amo y señor. Sabes lo que te digo, aún voy a hacer algo por ti, ¿sabes
lo que voy a hacer? Voy a ir al baño, me meto en el inodoro y luego
tiro la cadena ¿te parece bien? ¡Anda, si encima se enoja! ¡Que te
zurran, guapo!
(Cuelga furiosa) Ha dicho que ni
bien llega me va a matar a palos. ¿A mí? ¿Qué si mi marido
me pega? (Vuelve a trabajar)
Pero dice que lo hace porque me quiere. ¡Que me adora! Que soy como
una niña, y él tiene que protegerme... ¡y para protegerme mejor el
primero en jorobarme es el! Me encierra en casa, me pega, y
luego pretende que hagamos el amor. Y le importa un bledo que a mí no me den ganas. Yo tengo que
estar siempre dispuesta, a punto, como Nescafé: lavada, perfumada, depilada, pintada, cálida,
voluptuosa, sensual... ¡pero callada! Basta con que respire y suelte
de vez en cuando un gritito, para que el crea que me gusta. Y a mí
con mi marido, no me gusta nada. Bueno, es que no siento..., no
consigo alcanzar... (Muy incómoda no encuentra la palabra
adecuada. La vecina le sugiere) Eso es... esa palabra ¡es que
hay que ver que palabra! Yo nunca la digo. ¡Orgasmo! Me suena a
nombre de un bicho asqueroso... un cruce de mandril y orangután.
Como si lo leyera en el diario, a toda plana “Orgasmo adulto escapa
del circo americano” o “Monja atacada en el zoológico por
orgasmo enloquecido”o cuando dicen “He alcanzado un orgasmo” me
recuerda a cuando después de la carrera tremenda que consigues
alcanzar el autobús a último momento... (Ríe) ¿A usted también le suena raro? ¡Or-gas-mo!¡Vaya palabra! Con la de nombres
que hay no podrían llamarlo, que se yo, por ejemplo, silla... así
uno puede decir: “He alcanzado la silla” Primero no se comprende
que ha estado haciendo cosas feas y segundo, si está cansado, toma
asiento y descansa (Ríe, divertida) ¿Por dónde íbamos?
Ah!, si, perdone, pero es que con esto del orgasmo me he
despistado...Pues eso, que yo con mi marido, no siento nada, pero es
que nada de nada. Mire como hago el amor con mi marido... (Cambia
tono) Pero no se lo cuente a nadie ¿eh?, ¡Así! (Permanece
sentada, se cuadra como un soldado) Y cuando termina
digo:¡Descansen! No, en voz alta no, que me pega, por dentro, yo
siempre hablo por dentro ¡Descansen! No sé porque no siento nada.
Quizás porque me siento...bloqueada...me parece estar como... (No
encuentra la definición adecuada. La vecina le sugiere. Cambia tono)
¡Eso! ¡Porque había tardado tanto en venirse a vivir aquí! Si
supiera el tiempo que me lo llevo pensando... encima es una palabra
facial “Utilizada” Si, utilizada, como la aspiradora, la
licuadora, la cafetera... también será porque yo no he tenido
muchas experiencias sexuales, sabe..., solo dos..., una con mi
marido, que no cuenta y otra cuando era pequeña...yo diez y el
doce... ¡un inútil que ni se lo puede imaginar! Espero que haya
mejorado con la edad pobre criatura... No sabíamos nada, solo que
los niños nacen de la tripa... y yo no sentí nada, solo un dolor
terrible aquí (Señala la tripa) Si, aquí en el ombligo,
porque creíamos que era por ahí...y el empujaba, empujaba...tuve el
ombligo inflamado una semana. Mi madre creyó que tenía otra vez
varicela, la pobre... A mi marido nunca se lo conté, porque igual va
y después de 10 años me monta un número: “ ¡Tú a callar! Y del
ombligo ¿qué? ¡Puta más que puta!” No, no, yo calladita. Se lo
conté al cura, eso sí. Me confesé, y me dijo que no volviera a
hacerlo. Después crecí, y ya no tuve más experiencias con el sexo,
porque lo del ombligo no me había gustado nada. Luego yo me hice
mayor, tuve novio y las amigas me explicaron... El día de la boda
estaba tan emocionada, que cantaba como posesa... No, sin voz, por
dentro...yo hago todo por dentro. “Ya llega el amor...ohohohoho”
(Cambia tono) y el que llego fue mi marido. Que mal lo pasé
la primera vez, señora. “Pero cómo” me preguntaba yo “¿esto
es todo?” Ay, qué mal lo pase la primera vez...y todas las
otras... ¿Qué si me conformaba? ¿Y dónde? Lo que hice fue empezar
a leer revistas de mujeres y descubrí una cosa. Descubrí que
nosotras, las mujeres, tenemos puntos erógenos...que son los puntos,
las zonas de mayor sensibilidad al tacto del hombre... (Decepcionada)
Ahhh, usted ya lo sabía... usted sabe muchas cosas ¿verdad? ¡y la
de zonas que tenemos! En esa revista salía el dibujo de una mujer
desnuda, por zonas...ya sabe, como en esos carteles que hay en la
carnicería con la vaca en pedazos, como un mapa, y cada punto
erógeno estaba pintado con colores muy chillones, según su
sensibilidad. Pues yo, con mi marido, ni un punto erógeno. No sentía
nada. Pero ya estaba resignada, porque creía que era así para todas
las mujeres... hasta que conocí al chico. La cosa empezó así mi
hija mayor había crecido, y yo tenía menos trabajo, y le dije a mi
marido: “Me cansé de ser solo ama de casa, quiero hacer algo
intelectual, como aprender inglés, por ejemplo, por si vamos a
Inglaterra, que allí lo hablan mucho” Él me dijo: “Muy bien”,
y trajo a un joven universitario que hablaba inglés a la perfección.
Al cabo de 20 días me di cuenta que el muchacho que sabía ingles
estaba loco por mí... ¿qué cómo me di cuenta? Pues...si, por
ejemplo, al decir un verbo yo le rozaba la mano, él se ponía
colorado, temblaba y tartamudeaba, en inglés, claro. No se le
entendía nada. Yo no estaba acostumbrada a esos sentimientos tan
espirituales, solo conocía la manaza de mi cuñado, o las porquerías
del maniaco telefónico, o la comodidad de mi marido. Entonces pensé:
“¡Se acabó! ¡Estas cayendo en el pecado, basta con el inglés!”
Pero el muchacho lo tomó fatal,me esperaba en la calle, yo le decía
“¡Vete o sal con alguien de tu edad, y olvídame, vete!” Luego,
un día, me hizo una cosa que me dejo completamente trastornada. Ya
sabe que abajo, en la plaza, hay una pared muy alta. Si, por donde
pasa el tren..., bueno, pues bajo yo una mañana para ir a la compra,
y casi me caigo redonda: en la pared ponía, con letras
grandísimas,rojas: “Te amo María”. Bueno, en realidad lo ponía
en inglés, para que no se entendiera: “ I love you Maria”. María
soy yo, ¿sabe? Lo había escrito él, de noche, para mí..., seguro
que se tuvo que subir a una escalera, porque las letras eran enormes.
Me quedé de piedra en plena calle, casi me agarra un auto. Y que
hacia yo ahora..., estaba hecha un lió..., descubrir que un hombre
me amaba tanto, a mi, que tengo dos hijos, un marido y un cuñado. Me
encerré en casa y dejé de salir. Y para tranquilizarme empecé a
beber...vermut amargo, Fernet, imagínese, me lo tragaba como una
medicina. Me quedaba aquí adentro, con la radio, cantando, el
teléfono sonando, mi cuñado dando bocinazos... (Bocinazo) Si
lo digo antes... (Va a la derecha) ¿Qué pasa? Anda, pórtate
bien, que estoy charlando con una amiga... ¡grosero!...Si supiera la
palabrota que me está diciendo con la bocina... Mire usted, le juro
que cuando le quiten la escayola lo tiro por la escalera abajo y lo
vuelvo a romper enterito... Pues sí, borracha, pero no como para
caerme al suelo, solo contenta, y de pronto un día, suena el timbre
de la puerta. ¿Sabe quién era? Pues la madre del muchacho. ¡Ay
madre, qué vergüenza! “Señora –me dijo-, no lo tome a mal,
pero estoy desesperada, mi hijo se está muriendo de amor por
usted...no come, no duerme, no bebe... ¡Sálvelo señora! Por lo
menos venga a saludarlo “¿Qué podía hacer yo? Al fin y al cabo,
también soy madre..., así que me fui a la casa. Él estaba en la
cama, flaco, pálido, triste...en cuanto me vio se echó a llorar, y
la madre lo mismo. Luego la madre salió y nos quedamos solos. El me
abrazó, yo lo abracé. Después no sé qué pasó, como fue, pero
más o menos una hora más tarde, me dije “¡Santo cielo, me está
besando!” y a él le dije. “Imposible, no podemos hacer el
amor..., claro que tengo ganas, yo también te amo, pero tengo dos
hijos, un marido y un cuñado” Entonces él salto de la cama,
desnudo..., que desnudo estaba, señora..., agarra un cuchillo que
tenía guardado, se lo planta en la garganta y dice...“ O te
acostas conmigo o me mato” Comprenderá usted que no soy ninguna
asesina. Así que me desnude muy de prisa e hicimos el amor. Ay
señora, créame, fue tan dulce, tan tierno...tendría que haberlo
visto..., unos besos, unas caricias... Y así fue como descubrí que
el amor no era lo que hacía con mi marido, él encima y yo
debajo..., como debajo de una aprisionadora!..., sino como..., como
un salto muy grande, a cámara lenta volví al día siguiente, y el
otro, y al otro, y todos los días después de los otros. Pero estará
usted pensando..., es que estaba enfermo el pobrecito...descubrí a
mi edad algo que yo creía que solo pasaba en el cine...Entonces, al
verme tan...distraída, mi marido pensó que me emborrachaba, y cerro
con llave el armario de las botellas, el muy estúpido...luego empezó
a sospechar, me hizo seguir, y un día que estaba yo en el dormitorio
del muchacho, de pie, desnuda...el también de pie, desnudo... nos
estábamos despidiendo, sabe... Se abre la puerta y entra mi marido,
con abrigo. Como se ofendió, señora, empezó a gritar como un
poseso, quería matarnos a los dos, pero mi marido -usted no lo
conoce- solo tiene dos manos. Nos apretaba el cuello a los dos, pero
no nos moríamos. En eso entro, la hermana -la del chico-, que
también estaba desnuda porque se estaba duchando y se asustó al oír
los gritos, luego entro la madre, que por suerte iba vestida...en
fin, que aprovechando el lio yo salí corriendo, me encerré en el
baño, y me corte las venas. Por suerte, mi marido que quería
matarme él personalmente, tiro la puerta abajo , y al ver tanta
sangre se le pasaron las ganas de matarme... y le entraron ganas de
salvarme, mire usted por dónde, si es que es más suyo, mi
marido...Bueno, pues me llevaron al hospital, y luego me perdonó,
pero me encerró en casa. Ya llevo un mes así. Claro, usted lo ha
dicho, esto es un secuestro de persona...Pero que manía tiene usted
con la policía, oiga ¿Usted no tendrá algún pariente trabajando
en el cuerpo? No puedo llamar la policía, ya se lo he dicho.
Llegarían, se sabría lo del chico, mi marido y yo nos separaríamos,
me quitarían a los niños..., a lo mejor me dejaban a mi
cuñado...que no, señora, si yo estoy divinamente así!
Darío Fo – Franca Rame
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