Aleph






































Antes éramos el Aleph ahora somos portadores del Aleph. Nos volvimos dependientes, esclavos de esta invención. Hablamos de virus, viralizar.

Hablamos de el como si fuese un síntoma. Algo que esta ahí afuera. De lo que nos hemos contaminado. Le confiamos nuestra memoria, el saber. Tenemos miedo que le pase algo.

Borges destruye el Aleph, como el Rabi Loew el Golem. No quieren ser esclavos de su propia creación. Se dan cuenta que eso en las manos irresponsables es un arma. El Aleph cómo fantasía es maravilloso, pero cómo realidad...

Borges escribe el cuento para fascinar a una mujer, para mostrarle la potencia de su mente y luego destruye. Kafka le pide a otro para que destruya su obra por el.

Bradbury confía en el hombre para guardar la creatividad en Fahrenheit.

Competir con la naturaleza nos pone en el borde del abismo.

Cuidado con lo que desatas. Los sabios humanistas advierten.

Borges encarna la antropofagia al transformar la cultura en algo borgeano, o sea es el crisol donde todos estos materiales son apropiados por la porteñidad y se hacen nuestros y habilita a los seguidores a usar la cultura como algo porteño.

Con todo lo polémico, elitista, antiperonista, irónico, es el legitimador. Con esta operación abre un camino que él mismo oculta para crear un misterio sobre su obra.

A partir de él permite que toda la cultura sea leída y usada por los artistas cómo nuestro. Sarmiento tenía que citar en francés para ser reconocido cómo parte de la cultura, a nosotros nos basta citar a Borges, para ser reconocidos argentinos.

Es un cambio hacia la creación de la cultura nacional. Borges mismo explica todo, opina, pero nos confunde para no ser etiquetado, olvidado, cómo dijo Federico Manuel Peralta Ramos ‘Para no ser un recuerdo hay que ser un re-loco’. Ser inasible, misterioso, da vida interés, quizás la genialidad consiste en esta operación de apropiación de la cultura, por eso se forman los eslabones del tiempo que cada generación agrega y adapta a su manera.




Pedro Roth.


Comentarios

  1. Gracias Pedro Roth. Es un texto imperdible que hace cada día más imprescindible entrar en el blog de la Estrella del oriente.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Esa belleza, por John Berger

La marca de fuego de las mujeres dadaístas.

UN SOMBRERO DE ARROYOS