¿Cuándo nos transformamos en seres humanos?, por Alberto Kornblihtt


En Argentina se debate la despenalización y legalidad del aborto. En el debate se han mezclado opiniones religiosas con comprobaciones científicas.
EDO publica, a continuación, una comprobación científica.

Intervención de Alberto Kornblihtt en el Congreso, 31-05-2018.

“Yo soy Doctor En Ciencias Químicas y biólogo, soy investigador superior del Conicet y profesor titular plenario de la Universidad de Buenos Aires. Mi exposición tendrá como eje los conocimientos actuales en biología y, en particular, en biología molecular genética y epigenética, que confirman que un embrión no es lo mismo que un ser humano. La unión del espermatozoide con el ovulo para formar el cigoto es condición necesaria pero no suficiente para generar un ser humano. La información genética proveniente de los padres no es suficiente y es necesaria otra información provista por la madre a través de la placenta. Los humanos somos mamíferos placentarios, somos mamíferos por tener pelo y producir leche, y placentarios porque el desarrollo solamente puede completarse dentro del útero. Durante los nueve meses de embarazo la madre no solo aporta a través del intercambio placentario el oxígeno y los alimentos necesarios para que el embrión progrese sino también anticuerpos fabricados por ella que protegen al embrión de posibles infecciones. Además, las sustancias de desecho y el anhídrido carbónico generados por el feto o el embrión pasan de su sangre a la de la madre a través de la placenta, de modo que sin ese intercambio placentario el feto no podría progresar porque se intoxicaría. Más recientemente se ha descubierto que las células y órganos del embrión y, más tarde, del feto sufren cambios epigenéticos durante el embarazo que son consecuencia de la íntima relación con la madre y sin los cuales el nacido no progresaría. La epigenética es la disciplina que estudia aquellos cambios que ocurren en la expresión de sus genes pero no en su información genética. Cabe destacar que nadie logrado, hasta el presente, en ningún laboratorio llevar un embrión de un mamífero ni humano a término fuera del útero de la madre. Todo esto indica que el embrión y el feto no son seres independientes de la madre sino que hasta el nacimiento son casi como un órgano de la misma. Para la mayor parte de las legislaciones, incluso de los países donde está penalizado el aborto, la persona humana comienza con el nacimiento con vida, es decir, cuando el bebé se separa completamente de la madre, establecen que si el embarazo se interrumpe en forma natural o provocada antes del nacimiento, la persona se dará por no haber existido nunca jamás. No hay conflicto entonces entre el concepto de persona y el concepto de embrión o feto. Incluso no hay conflicto en concederle derechos suspensivos al embrión, los cuales se hacen efectivos al nacer con vida. Donde hay conflicto es en lo que algunos califican como “vida humana”, un concepto que, como veremos, no tiene definición taxativa y responde más a creencias que a hechos. La biología no define “vida humana”, sino que define “vida”. La vida es la forma particular de organización de la materia que cumple con dos condiciones esenciales: reproducción y metabolismo. La definición de vida sensu stricto* está referida sólo a las células, una célula viva lo está porque puede dividirse y puede mateurizar, y están vivas tanto las células del embrión como las del feto, o del bebé, o del adulto, pero también están vivos los espermatozoides que se eyaculan fuera de la vagina, los óvulos que son eliminados con cada menstruación, las células de la placenta que se desecha en cada parto, las células de humano que acaba de morir siguen vivas por un tiempo no despreciable, y al respecto cabe preguntarse por qué para algunos es aceptable concebir que después de la muerte legal de una persona definida en función del cese de la actividad cerebral o del latido del corazón, se admite que sus células sigan vivas por un tiempo, y resulta para esas mismas personas concebir que un embrión humano está formado por células vivas pero todavía no es un ser humano. Todo lo anterior nos lleva a considerar el status del embrión. Para la biología, un embrión no es un ser humano, en todo caso es un proyecto de ser humano que necesita una serie de pasos que ocurren dentro del útero para llegar a ser un ser humano. El concepto de vida humana es una convención arbitraria que responde a acuerdos sociales, jurídicos o religiosos pero que escapa al rigor del conocimiento científico. Esta divergencia de criterios lleva a la dificultad de ponerse de acuerdo sobre el estatus del embrión, pero deberíamos ponernos de acuerdo en que no es un ser humano y que, por lo tanto, no sería un crimen interrumpir un embarazo prematuramente. Prueba de ello, y esto se ha mencionado varias veces, que la pena por practicar un aborto es mucho menor que la pena por matar una persona, y en definitiva está indefensa esa supuesta persona, y el hecho de que esté permitido abortar en casos de violación o de peligro de la madre, porque si ese embrión o feto fueran seres humanos, en un país donde no es legal la pena de muerte, ¿qué categoría inferior tendría un ser humano producto de una violación respecto de los que no son resultado de ella como para que sea permitido “matarlo”?* Resulta interesante recurrir a la definición de aborto que figura en la sexta edición de “Un diccionario de genética” de Kingsey Standfield de 2002, las dos acepciones son: aborto, la expulsión de un feto humano del útero por causas naturales antes de que sea capaz de sobrevivir independientemente, y la segunda acepción es la terminación deliberada de un embarazo humano, muy a menudo realizada durante las primeras 28 semanas del embarazo. Como se ve, en ninguna de las dos acepciones se menciona la “vida humana”, ni la palabra matar u homicidio. Todo lo dicho no implica que no se deba proteger a la mujer embarazada y a su embrión, pero la mujer embarazada tiene que tener la opción y el derecho de interrumpir el embarazo prematuramente, de lo contrario se convierte en una especie de esclava de su embrión a causa de convenciones sociales o religiosas que no se condicen con la gradualidad del desarrollo intrauterino. Por eso los legisladores deben pensar en la cantidad de mujeres que, por hacerse abortos en lugares inadecuados, tienen infecciones; en la cantidad de adolescentes que por no abortar tienen que llevar un embarazo a término y criar un bebé cuando todavía son niñas o darlo en adopción en condiciones muchas veces ilegales; en la cantidad de genetistas que hacen diagnóstico prenatal, detectan que el embrión va a nacer con una enfermedad no curable y se lavan las manos al no garantizar la opción de la interrupción del embarazo; en la cantidad de situaciones en la que se sabe que el embrión va a nacer mal y aún sin un diagnóstico genético. Pido a aquellos que tienen convicciones filosóficas o religiosas respecto de lo que llaman comienzo de la vida humana que respeten la racionalidad de otros argumentos y que diferencien evidencia de dogma, y hechos de creencias, porque no hay un absoluto, y los legisladores deben legislar para todos.”

*sensu stricto: En sentido estricto


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