El problema de Electra, por Juan Carlos Capurro.
El problema de Electra es que quería mantener vivos a los
muertos. A su padre, asesinado por su madre. Un drama. Quería, además, pasar a
la categoría de muertos a algunos vivos
(lo logró); más precisamente a su madre, y a su joven y estúpido amante,
cómplice del crimen. Esquilo no se anduvo aquí con vueltas.
A mí me pasa algo distinto. No deseo hacer pasar de una
condición a otra a nadie*, pero los veo.
Los veo en el subte o en el metro, según la ciudad en la que
este viviendo. Los veo como Esquilo veía a Clitenmestra. Veo a los vivos que
están muertos, sin ellos saberlo.
No se trata de una metáfora. Desafío a los lectores. Hagan
el siguiente ejercicio: mientras viajan, observen los rostros, los gestos, las
poses, las actitudes. Numerosos viajeros están, o bien muertos, o en vías de
perecer rápidamente.
No es un problema físico, posiblemente, sino espiritual.
Pero no por ello deja de ser un problema de orden material.
Observen a los trabajadores. Agotados, dormidos, confusos.
Sin aliento, desesperanzados. Pero completamente vivos, luchando a su manera,
con una energía secreta.
Observen luego ciertos rostros abotagados, deslumbrados por
un sostenido apagamiento del intelecto que brilla, por así decirlo, en sus
miradas. Almas dormidas, que pronto dejarán este mundo y su lucha, de la que
nunca han participado. Es por eso que se van apagando, lentamente, mientras
escuchan esa música ligera que les obstaculiza el llamado, científicamente,
"Rulo de Hansen"; es decir, aquella zona del cerebro que genera
entusiasmo vital y, también, capacidad de dolor por el dolor del prójimo.
Después están directamente los que ya están muertos. El
cuerpo se mueve, pero en la medida en que ese cuerpo ya no hace nada vital, en
términos de la poesía de la vida, ocupan un lugar, de la misma manera en que el
museo de El Cairo está repleto de momias sin clasificar.
Es este, quizás, el problema más agudo. Los deltodomuertos.
Nada les importa, ni del mundo, ni de los demás. Creyendo vivir en plenitud,
como centró del universo, ocupan un lugar; un lugar, simplemente.
En estos casos no son fáciles de detectar. Entre otras
razones, por que viajan generalmente por otros medios de transporte, o,
directamente, no se trasladan fuera de un circuito cerrado, suerte de ciudad
invisible, habitada por otras almas
vacías.
Mis observaciones en el campo de los muertos de estas características, me
obligan a una reflexión más amplia. ¿Son muertos?
Por facilidad, quizás también demasiado influenciado por la
poesía de Novalis, uno ve esas conductas como muertes. Ve que los sujetos de
este pequeño estudio, sólo actúan como un obstáculo físico objetivo; y a veces
- particularmente cuando se trata de la lucha por objetivos altamente humanos-
son obstáculos que devienen momentáneamente subjetivos. Se trata de un fenómeno
científico particular: cuerpos inertes que cobran movimiento provisorio, ante
lo que consideran un " peligro", que los puede llevar a la vida.
La muerte, pienso finalmente, es una recompensa. Sólo puede
perecer lo que es digno de haber vivido; y, habiendo ya dado todo de sí, de
acuerdo con las leyes de la Naturaleza, se va, dejando la huella de su paso por
la Tierra. Por eso nos duele tanto cuando la muerte sobreviene antes de que esa
plenitud haya llegado.
En este sentido, considero que aquellos, los sujetos de mi
reflexión, que yo veo por las calles, en
el subte o el metro, en el auto que pasa, en la televisión, pertenecen a una
especie que siempre ha existido, a la que por comodidad se les llama inútiles,
frívolos o reaccionarios. Se los trata como si
estuviesen vivos.
Puede ser. Es un debate. Hacen, de distintas maneras, daño.
Aún admitiendo que no son muertos, en sentido material (aunque a
veces...), lo que es seguro es que
tampoco están vivos.
* Les deseo larga vida a todos, particularmente a los
explotadores, para que trabajen, sanos y robustos, bajo el socialismo; eso es
algo que nunca hicieron, y mejorara su condición humana.
Juan Carlos Capurro
Bello
ResponderEliminarMuy, pero muy bueno Honorable Capurro. Coparto todas y cada una de tus palabras
ResponderEliminarLibre como el viento, libre como el aire, como las estrellas en el firmanento. Din idiologias, vale un canon de valores humanos basados e inspirados en el comportamiento de la naturaleza, donde hay de todo.
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