En el nombre, por Juan L Ortiz

Leonor Fini



EL MUNDO ES un pensamiento

realizado de la luz.

Un pensamiento dichoso.

De la beatitud, el mundo

ha brotado. Ha salido

del éxtasis, de la dicha,

llenos de sí, esta tarde,

infinita, infinita,

con árboles y con pájaros

de infancia ¿de qué infancia?

¿de qué sueño de infancia?


*** 


NO TE DETENGAS ALMA sobre el borde

de esta armonía

que ya no es sólo de aguas, de islas y de orillas.

¿De qué música?



¿Temes alma que sólo la mirada

haga temblar los hilos tan delgados

que la sostienen sobre el tiempo

ahora, en este minuto, en que la luz

de la prima tarde

ha olvidado sus alas

en el amor del momento

o en el amor de sus propias dormidas criaturas:

las aguas, las orillas, las islas, las barrancas de humo lueñe?

¿O es que temes, alma, su silencio,

o acaso tu silencio?

Serénate, alma mía, y entra como la luz

olvidada, hasta cuándo?

en este canto tenue, tenuísimo, perfecto.


***

ELLA ANUDA HILOS entre los hombres

y lleva de aquí para allá la mariposa profunda

-ala del paisaje y del alma de un país, con su polen…



Ella hace sensible el clima de los días, con su color y su perfume…

a su pesar, muchas veces, como bajo un destino.

Testimonio involuntario, ella,

de un cierto estado de espíritu, de un cierto estado de las cosas,

en que la circunstancia da su hálito…



Pero se dirige siempre a un testigo invisible,

jugando naturalmente con la tierra y el ángel,

el infinito a su lado y el presente en el confín…



Más es el don absoluto, y la ternura,

ella que es también el término supremo y la última esencia

con las melodías de los sentidos y los símbolos y las visiones y los latidos

para el encuentro en los abismos…



Mas tiene cargo de almas, y es la comunicación,

el traspaso del ser, “como se da una flor”, en el nivel de los niños,

más allá de sí misma, en el olvido puro de ella misma…



Y no busca nunca, no, ella…

espera, espera toda desnuda, con la lámpara en la mano,

en el centro mismo de la noche…




Juan L. Ortiz



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