Dos poemas de María Negro

Foto: El Ojo Gris



Como la garúa
que desnuda las pavadas
del día
para burlarse de ellas.

Como un río,
O carcajada,
fluye el orgasmo.

Como un nuevo misterio
sin tristezas precocidas,
sin la pálida y delicada
pose de nuera perfecta.

La runa que me nombra
no cabe en tu calendario.
Mi pagano espacio
te resulta inabarcable.

Estás condenado
a aburrirte, princesa tras princesa.
Todas huelen tan bien,
que no parecen plástico.
Las besarás
hasta pincharte con la rebaba.
Y te harás el zonzo,
negando el aburrimiento.

Pobre niño el tuyo que se sienta a mirar
desconsolado cuando tu adulto
insiste en que así es mejor,
claro que sí,
así es mejor, así es perfecto.


*********



En esa orilla, el silencio es un barranco
La casa cae, lenta
Te llamo
Persigo la grieta brutal con las manos
Te llamo
La casa cae, las paredes surgen desde otro cielo
Te llamo, por tu nombre
En esa orilla, el ruego aguarda
La casa cae, enmudecido fuego
Superficie hundida en el gran No
Te llamo
Soy esta ramita de pasto nacida de tus pasos
El techo explota en lluvias, en grillos, en espanto
Te llamo por tu nombre
Soy esta ramita de pasto
La tierra seca busca tu boca
Se le abre el sueño en los huesos
Te llamo por tu nombre
Esta ramita de pasto de barrancos
Este tenerse así, habitante de la ausencia
La casa cae
Recoge estas ternuras
Llegará el sol
Que te encuentre viva.





María Negro




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