Serie de los médiums: El Todovirus según Macedonio Fernández

 

Nuestro colectivo estableció contacto con Macedonio Fernández el último fin de semana. Según nos refirió, pernocta en una pensión de la calle Uriburu, cercana a la Facultad de Economía, durante ciertos días de la semana. Le preguntamos que le parecía la situación abierta con la pandemia mundial. Eso yo ya lo había previsto en 'De cómo se pierde la noción de las "magnitudes todas", de tan relativas, y se termina sin saber bien adentro de donde se vive', nos aclaró. Luego entró de lleno en el tema, sin admitir interrupciones. No quiso hablar de Borges ni de otras cuestiones. Fue derecho al virus.  

 

"Favorecido por una zona excepcional que le daba de todo, criado con libertad y sin remedios, fue desarrollándose con el agua natural y la luz solar en condiciones óptimas, como una verdadera esperanza de la Vida. Su historia íntima nos cuenta que iba alimentándose a expensas de especies más débiles de su contorno, darwinianamente; siento tener que decirlo, haciéndolo antipático.

 

La primera noticia que se tuvo de su existencia fue la de los sonoros crujidos del simple natural crecimiento. Los primeros que lo vieron habrían de espantarse, pues ya entonces aumentaba en volumen instante a instante.

 

Es imposible ahora aproximársele porque se hace el vacío en su entorno, mientras sigue creciendo. En la desesperación de vérselo venir encima,se piensa en sujetarlo. En vano. Comienza a divisarse desde Montevideo, desde donde se divisa pronto lo irregular nuestro, como nosotros desde aquí observamos lo inestable de Europa. Ya se apresta a sorberse el Río de la Plata.

 

Como no hay tiempo de reunir una conferencia panamericana -Ginebra y las cancillerías europeas está advertidas- cada uno discurre y propone lo eficaz. ¿Lucha, conciliación, suscitación de un sentimiento piadoso, súplica, armisticio? Se piensa en hacerlo prosperar en el Espacio, mimándolo para apresurar al máximo su prosperación, hasta que se encuentre con otros iguales y se entredestruyan.

 

Opiniones de los científicos; qué pensaron los niños, encantados seguramente; emociones de las señoras; indignación de un procurador; entusiasmo de un agrimensor y de un toma-medidas de sastrería; una cocinera que se le planta delante y lo examina, retirándose una legua por día; un serrucho que siente su nada; ¿y Einstein?; frente a la facultad de medicina alguien que insinúa: ¿purgarlo? Todas esas primeras chanzas habían cesado. Llegaba demasiado urgente el momento en que lo que más convenía era mudarse adentro. Bastante ridículo y humillante es el meterse en El con precipitación, aunque se olvide el reloj o el sombrero en alguna parte y apagando previamente el cigarrillo, porque ya no va quedando mundo fuera de Él.

 

A medida que crece es más rápido su ritmo de dilatación; no bien es una cosa ya es otra: no ha alcanzado la figura de un buque que ya parece una isla. Sus poros ya tienen cinco metros de diámetro, ya veinte, ya cincuenta. Parece presentir que todavía el Cosmos podría producir un cataclismo para perderlo, un maremoto o una hendidura de América. ¿No preferirá, por amor propio, estallar, astillarse? Para verlo crecer volamos en avión; es una cordillera flotando sobre el mar. Los hombres son absorbidos como moscas; los coreanos, en la antípoda, se santiguan y saben que su suerte es cuestión de horas.

 

El Cosmos desata, en el paroxismo, el combate final. Despeña formidables tempestades, radiaciones insospechadas, temblores de tierra quizá reservados desde su origen por si tuviera que luchar con otro mundo."

 

"¡Cuidaos de toda célula que ande cerca de vosotros! ¡Basta que una de ellas encuentre su todocomodidad de vivir!" ¿Por qué no se nos advirtió? El alma de cada célula dice despacito: "yo quiero apoderarme de todo el 'stock', de toda la 'existencia en plaza' de Materia, llenar el espacio y, tal vez, los espacios siderales; yo puedo ser el Individuo-Universo, la Persona Inmortal del Mundo, el latido único". Nosotros no lo escuchamos ¡y nos hallamos en la inminencia de un Mundo de Él, con los hombres, ciudades y las almas dentro!

 

¿Qué puede herirlo ya? Es cuestión de que Él se sirva sus últimos apetitos, para su sosiego final.

 

Perros que no vivían más de quince años, zapallos que apenas resistían uno y hombres que rara vez llegaban a los cien... ¡Así es la sorpresa! Decíamos: es un monstruo que no puede durar. Y aquí nos tenéis adentro.

 

Tenía que suceder: Totalidad todo Interna, Limitada, Inmóvil (sin Traslación), sin Relación; por ello Sin Muerte. Historia externa de Él, que sorbiéndose entero el Cosmos hizo cesar la Externalidad, de donde nos viene la Muerte.

 

Parece que en estos últimos momentos, según coincidencia de signos, Él se alista para conquistar no ya la pobre Tierra, sino la Creación. Al parecer, prepara su desafío contra la Vía Láctea. Días más, y será el Ser, la Realidad y su Cáscara."

 

 

Y luego de esto, calló Macedonio, que llevaba correctamente su barbijo, junto a su sombrero.

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