Migaja, el vacío y eso que no nombramos, por María Negro

 


Oscuridad y un silencio inquieto que se rompe con violencia. Un golpe, otro, otro, otro. Rítmico, acompasado, armónico. Los golpes se suceden por un tiempo que se mide en la curiosidad, la desesperante curiosidad del espectador que no sabe hasta allí qué cosa golpea, qué cosa es golpeada.

David Muchnik -escritor, traductor y dramaturgo- pone a disposición del lenguaje teatral aquellas herramientas que desarrolló la poética expresionista. Una transformación de la escena, del lenguaje, de los cuerpos, para lograr un punto lejano en la representación: la poética del significante, la poética que precisa de la intervención atenta del espectador para hacerse un cuerpo. 

El gran sueño es la ausencia del hambre. Pero no se refiere Muchnik solo al hambre del alimento cotidiano, que es en sí un dolor físico y emocional, sino a las hambres, a las necesidades, a las inasibles formas de esa fuerza del vacío que nos oprime. La flagelación, el discurso, la fuerza física de los personajes -que ocultan y muestran sus rostros entre harapos- nos acompañan a reflexionar sobre las diferencias entre la ausencia y el vacío, entre la repetición y la crueldad. Si el deseo del otro es nuestro objeto de deseo, ¿qué seremos capaces de hacer para que caiga en nuestro poder? 

El humor aparece como enlace indispensable de elementos de la tragedia. La tragedia, como representación de la humanidad, se ilumina en ese leve tratamiento de las palabras. En el escenario solo será dicho lo indispensable, con cuerpos indispensables. Y por cuerpo entenderemos no sólo a los actores, sino a los objetos tenues, a la oscuridad como fortalecimiento de la luz, a la música, a la danza.

La apuesta de Muchnik -porque salirse del realismo que nos refiere siempre será una apuesta- otorga la solidez de ese ejercicio complejo que es el teatro, en el uso vivo de las vanguardias, del surrealismo, del símbolo que se muerde en múltiples interpretaciones sin quitar el cobijo. 

Nos encantamos del reflejo que creemos ver, sin alcanzarnos. 

Somos, también, nuestros vacíos.

El diablo nos mira a los ojos en el escenario.

Bienaventurados los monstruos que nos permiten el contacto con la fragilidad, ese oasis, ese desierto.


María Negro


Migaja - segunda temporada
Dirección y dramaturgia: David Muchnik
Actúan: Daiana Popesciel, Sebastián Sáez, Mario Scafide

Espacio Gadí
Av. San Juan 3852 - Caba
Última función Viernes 26 de agosto - 21 hs.
Entradas por Alternativa Teatral


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