Reflexión, por Pedro Roth

La Gran Tolva, Daniel Santoro



En las formas de las nubes está el significado, lo dijo Leonardo Da Vinci.

En la mancha, que produce el destilado y el craquelado, si lo sabes descifrar.

El sabor, o quizá la borrachera que produce el líquido, altera la conciencia y te hace revelar el código, o simplemente es el software, que en este caso no es aritmético: es físico, liquido madre... engendra vida.

Toda nueva vida es una nueva posibilidad indescifrable, hasta que se la vive: el sentido es la biografía.

Esta sustancia puede ser una promesa; como un legado, parte de un proceso, un veneno, una cura.

Mientras que haya vida habrá historias.

Lo que varía es el tiempo, la época.

En la forma de la mancha, el adivino lee el mensaje; en la mancha del té o del café, en las cartas, encuentra los disparadores para contar la historia, que para cada oyente significa algo diferente. 

Cuanto más enigmático, más historias.

El coronavirus elije quien sobrevive para contar la historia. La transmisión, el contenido, se amoldará a la forma del que lo cuenta.

Si es un líquido es analizable, es divisible, química, física, lumínicamente...

Todo esto no incluye la poesía. Ya lo dijo Albert Einstein: quizá el significado, el mensaje estaba encriptado en el sonido del violín o en la forma que  se apoyaba y sostenía el instrumento.

Para cada testigo habrá otra señal, que le hará contar otra historia.

Esto es la vida: opciones, caminos que se bifurcan, accidentes que cambian rumbos, azares, certezas…

En que me fijé, o que omití, qué me dejaron ver, qué no comprendí, qué pasé por alto…Seguro que fue lo más importante… el arte.

Desechar es hacer lugar para lo nuevo. Los que guardan, van en contra del sistema. Inventar espacios para acumular es el secreto de la web.

Los espacios físicos se han agotado. Los nuevos espacios virtuales, por ahora, son infinitos: solo hay que encontrar el contenedor donde quepa el infinito. Efemerizar  para crear espacio.

Los acumuladores compulsivos son el enemigo de este proceso. Interfieren con el sistema, ocupan el espacio necesario para lo nuevo: el futuro.

Llenamos los espacios hasta que se vuelven invivibles y luego hay que hacer lugar. Estamos obligados a buscar otro lugar, para seguir usando la imaginación.

Los nostalgistas son los que ponen el poder en el pasado. Los hardwaristas y la softwaristas son el espíritu y el cuerpo, las cosas o el concepto.

Quizá nuestra sustancia es ambas cosas: la Conjunción

Somos hardware y software: cosa y espíritu. Separar  es morir; cosificar es matar el espíritu.

El significado es un concepto que llena las cosas de sentido.

El infinito no significa porque es insignificable.

Los profetas al enfrentarse con el máximo infinito, el desierto, para darle sentido lo llamaron dios. El sin sentido inexplicable, incomprensible, el misterioso eterno, el software.

El hardware caduca  como obsolescencia programada, como dios que sabe el final; nosotros sabemos el final de nuestras creaciones.

De todas maneras, el profeta dialoga con ese infinito, lo comprende, lo traduce, le pone nombres, que es una forma de domesticación. Hablar y que te contesten es una forma de igualdad.

Volver con el mensaje es…

Llamarlo por su nombre indica familiaridad, conocimiento: domesticar el infinito. Ser padre y ser hijo, es escribir la historia con el infinito; no es una relación sencilla comprender la realidad desde el tiempo; se trata de una relación complicada.

Para la eternidad ¿qué es la duración de una vida?  Una religión es una cosa de larga duración.

De golpe, todo cambia; ya no se puede frenar el tiempo: cambiamos, derrotamos al infinito padre. Ya nada es lo mismo: muerto el infinito, viva el tiempo.

Para lo efímero, el tiempo eternidad.

Disfrazamos nuestro tiempo de eternidad, manipulando. Son trucos, adaptaciones, cambiando los términos.

Pero ahora nada ha cambiado.

Buscamos prolongar nuestro tiempo, comprando cada vez más para que parezcamos eternos. Lo efímero ayuda a que nuestro tiempo se alargue.

Las historias las inventamos nosotros y nos convencemos que son verdades Nos preparamos  para poder asimilar la verdad verdadera, que está ahí, afuera. Hay que aceptarla, sin colapsar...

Los acumuladores compulsivos cuestionan nuestra nueva eternidad, porque al eternizar lo efímero, acortan el tiempo. Nuestro tiempo es igual; lo que cambia es nuestra relación tiempo, objeto, vida.

Los acumuladores son los nuevos herejes, porque luchan contra el tiempo, que es nuestra nueva eternidad; no se resignan a lo efímero: son conservadores.

Nuestra sustancia extrae lo eterno de lo efímero.

Comprar y tirar.

Jalonamos el tiempo con objetos  como mojones, modelo del tal año, colección primavera-verano; cuantas más cosas, más acontecimientos.

Todo parece más largo, más tiempo. La cirugía estética compra tiempo y lo engaña.

El aburrimiento es cuando lo eterno de antes se cuela en el tiempo.

Algunos objetos están cargados de valores simbólicos, de lo sagrado, Estos objetos fueron cambiando en el tiempo y también su precio. Así es  como estamos acostumbrados a valorar. Los más raros simbolizan más; son más valiosos.

Más rápido, más alto, más lejos.



Pedro Roth 



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