Hinckley-Ohio, por Gastón Ribba

 

La tarde del veintitrés de diciembre un auto azul estacionó en el cementerio de Hinckley en el noroeste de Ohio, una mujer bajó un niño, un perro y luego se fue a toda velocidad. Los testigos aseguran que el perro fue el primero en correr detrás del coche y luego la criatura. El pequeño fue el primero en hablar con la policía del condado de Medina. Dijo llamarse Tony de tres años. Mientras el auto era seguido por domos de vigilancia en la trescientos tres hacia Brunswick, el padre de Tony fue localizado y se mostró muy cooperativo: ayudó a los alguaciles a atrapar al perro entre las tumbas. Más tarde fue identificada la madre, quien tenía la custodia de Tony pero hasta el momento no fue hallada. Tony pasó la Navidad en casa de los Foster y recibió una tonelada de regalos. Así se ejerce el cariño en las sociedades avanzadas. Camisetas, pantalones y ropa de abrigo calzaron porque el departamento de relaciones públicas de la oficina del sheriff publicó sus talles. La identidad y el paradero del perro es información reservada. Se desconoce por qué el padre fue excluido de la tutoría. Se ignora el número exacto de niños hallados en cementerios desde la creación de los mismos pero puede establecerse una relación entre el despojo de criaturas y lugares con cruces: el sitio habitual es el portal de catedrales o parroquias. El abandono de niños era una práctica habitual en las sociedades anteriores a la industrialización, los expósitos fueron un insumo económico para monasterios, minas y factorías y cabe preguntarse qué papel jugarán en este mundo donde la manufactura agoniza y el trabajo se muere. En “Los súper juguetes duran todo el verano” de Brian Aldiss, libro de base para “Inteligencia Artificial” de Spielberg, la que tendría que haber sido la última de Kubrick, una madre abandona a un robot comprado como hijo sustituto cuando su hijo despierta de un coma y descubre que la máquina ha descubierto su papel de electrodoméstico sucedáneo y ha comenzado a “sentir” celos. Elige un camino de las afueras, acelera y ya no mira atrás. No hay datos sobre la cantidad de vibradores en sitios de disposición de residuos, enterramientos sanitarios y cinturones ecológicos urbanos. Este año también cumplí tres años. Me cansé de correr autos azules.

 

Gastón Ribba

 

Ilustración: El mundo mágico de los mayas, Leonora Carrington

 

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