La serpiente secreta de Fernando Pessoa, por Juan Carlos Capurro

 


En su tercer viaje a Santo Domingo, poco antes de entrar a puerto, Colón tuvo un presentimiento. Al ver la forma en que saltaban los delfines, a pesar de que el día era soleado y el mar estaba tranquilo, intuyó la llegada de una gran tormenta. Ni bien hizo tierra, se lo comunicó al grupo de navegantes que estaba próximo a partir hacia Cádiz. Al mando de esa flota estaba su archienemigo Bobadilla que, haciendo honor a la resonancia de su nombre, desoyó la advertencia. Pocas horas después, la flota entró en una enorme tormenta y perecieron todos.

Algo de ese salto de los delfines nos recorre cuando leemos la obra de Fernando Pessoa.

Un estudio de la historiadora Ivette Centeno (Fernando Pessoa e a filosofia hermética. Lisboa.1985) ilumina sobre ese presentimiento. Y descubre que tiene forma de serpiente.

Centeno bucea en ciertos textos marginales de Pessoa para encontrar el secreto.

"En su forma de S (que, si se considera cerrada, es 8, y, acostada, igualmente serpentina, Infinito), la Serpiente incluye dos espacios, que rodea y trasciende. (El primer espacio es el mundo inferior, el segundo el mundo superior). En otra figuración serpentina- la de la cobra en círculo y la boca mordiendo la cola- se reproduce, no la S, de la que es letra y señal, sino el círculo, símbolo de la tierra, o del mundo tal cual como lo conocemos. En la figura de la S, la Serpiente se evade de las dos realidades y desaparece de los mundos y Universos."

"La ilusión es la substancia del mundo, según la Regla, tanto en el mundo superior como en el mundo inferior, en lo oculto como en lo patente. Así, cuando huimos del mundo inferior, ilusorio este, para refugiarnos en el mundo superior, no menos ilusorio; este lo es de otra manera. Solo la Serpiente, rodeando los infinitos abiertos -o los círculos "incompletos"-de los dos mundos, de los cuales huye hacia la ilusión, conoce el principio de la verdad."

"Magia y alquimia poseen ilusiones como la ciencia y la sexualidad, las suyas son figuraciones del bajo mundo. Construimos ficciones con nuestra imaginación, tanto en la tierra como en el cielo. El mago, que evoca determinado demonio, y ve aparecer materialmente ese demonio, puede creer que ese demonio existe; pero no está probado que exista. Existe, sin embargo, sólo porque fue creado; y ser creado no es existir, en el sentido real de la palabra. Existir, en el sentido real de la palabra, es ser Dios, es decir, haberse creado a sí mismo; en otras palabras, no depender substancialmente de nada y de nadie."

En este hallazgo de Centeno, revelado entre las mil escrituras que Pessoa dejó escondidas en su casa, esta quizás la clave del secreto de Pessoa. Para crear hay que crearse.

Posiblemente por eso, Pessoa no se contentó con ser Pessoa, y fue Caeiro y tantos otros heterónimos. Y a cada uno de ellos le asignó una misión poética y hasta otros idiomas, como el inglés, para mejor crear, al ser creado, "sin depender substancialmente de nada ni de nadie". La búsqueda de lo Absoluto.

Para llegar a estas conclusiones, y pasar al acto, tal como revelan sus anotaciones, Pessoa llevó adelante largos estudios sobre alquimia y ocultismo. En su familia hubo numerosos Rosacruces, la secta a la que Pessoa atribuye erróneamente el origen de la masonería. Son conocidos sus escritos en defensa de los masones de Lisboa producidos por Pessoa en épocas en que estos fueron perseguidos. Y aunque nunca fue masón ni rosacruz, era un admirador de estos, a los que atribuyó una labor benéfica para la Humanidad.

El convertirse en Creador, con mayúscula, lo llevó a un alto convencimiento de la independencia material de sus otros nombres, al punto de haber confeccionado un horóscopo personal para cada uno de ellos, con fechas de nacimiento y alineamiento correlativo de planetas. En este sentido, no coincidimos con Centeno en que este haya sido un ejercicio meramente espiritual, sino la concreción material de aquello que fue enunciado. No se es a sí mismo sino se es capaz de ser muchos otros, concretamente.

El estudio de la historia de Portugal revela que ya desde la Edad Media existió una tradición, oral y escrita, basada en las profecías y la labor de los videntes. Pessoa tomó su formación desde adentro mismo de su lugar en el mundo.

El portugués Valentin Andrea (1586-1654) expresó una visión mística del lenguaje. Habló de "escrituras mágicas", que sirven de base "a la elaboración de una lengua nueva que permite expresar y explicar la naturaleza de todas las cosas simultáneamente".

En su "Ensayo sobre iniciación", citado por Miguel Ángel Flores en su prólogo a los "Poemas Esotéricos", Pessoa escribió que el grado de Maestro es comparable a aquel en que se escribe poesía épica, dramática, y la fusión de toda la poesía, lírica, épica y dramática, en algo superior que las trasciende.

En su poema "Eros y Psique", del que Pessoa alega no tener idea de donde le surgió la inspiración, cita, sin embargo, un epígrafe tomado del Ritual de Gran Maestro del Atrio de la Orden Templaria de Portugal, basado en las revelaciones. Así también, en la leyenda maniqueísta, el amante, al ser iniciado en los ritos secretos, es recibido por una joven que dice: "Soy tu mismo". El final de aquel poema de Pessoa dice; "Y ve que él mismo era / la princesa que dormía".

Del mismo modo, en sus "Páginas Ontimas", defiende a la secta de los gnósticos, "es decir, la unión de la Cábala judía y el neoplatonismo", señalado esas fuentes como originarias de rosacruces y masones, cuyos ritos esotéricos, a su juicio, perduran.

Pessoa asume así la defensa de las tradiciones del ocultismo y la alquimia en pleno siglo veinte. Es decir, la defensa de la visión occidental de una manera de ver el mundo.

Su mirada se contrapone diametralmente a la mirada oriental del flujo del mundo, basada en el Tao y el Zen, en donde el arte no es el Hacer subjetivo sino suprimir el Yo, dejando que la Energía se armonice naturalmente por sí misma, para que se produzca determinado resultado. En Pessoa, siguiendo nuestra tradición occidental, las cosas no fluyen en forma rizomática, por si mismas, sino que hay que incidir sobre ellas, creando, es decir, convirtiéndose en Creador. Un largo camino de introspección, basado en el Hacer.

En el año 2011, basándome en mis estudios para dibujar un nuevo juego de Tarot, escribí, sin saber bien porqué, el "Discurso ante la logia de Lisboa". Allí, un argentino desconocido llega a Portugal y todos le piden autógrafos. Él no acierta a comprender con quién lo confunden. Parte de la acción ocurre en el bar donde escribía Pessoa. Pocas horas después, un enviado lo invita a dar un discurso ante la Gran Logia de Masones de Portugal, lugar donde nunca estuve, pues no soy masón, ni conozco sus secretos. Ocurre allí algo inesperado. Lo curioso es que, en esa época, no conocía los "Poemas Esotéricos" de Pessoa, ni había leído, y ni siquiera conocía la existencia del libro de Yvette Centeno que aquí analizo. Solo puedo decir ante esto que el azar objetivo existe.   

La intuición de comenzar estos apuntes con la historia de unos barcos en la tormenta, se confirma cuando abro, arbitrariamente, ahora mismo, mientras escribo, el libro de los "Poemas Esotéricos" y encuentro esto:

 

   Busco un puerto lejano una nave desconocida

   Y ese es todo el sentido de mi vida.

 

 

 Juan Carlos Capurro

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