Marita Sario, la joyería como magia, por María Negro



Ya desde la edad de piedra el ser humano usó todo tipo de objetos para adornar su cuerpo y como amuleto para protegerse de la ira de los dioses: huesos de animales, dientes, caracoles, conchas marinas. Siglos después, el límite entre lo estético y lo religioso vuelve a ser difuso, sobre todo en ese movimiento de vanguardia que constituye la joyería contemporánea.

Marita Sario, docente, artista plástica y joyera, cuenta que desde su primera infancia soñaba con que sus manos podían realizar todo lo que ella deseaba.

Muy joven ingresa a la carrera de Bellas Artes en la escuela De la Cárcova, donde adquiere una mirada social hacia el trabajo artístico.

Allí también conocerá al amor, Roberto Cortés, también docente, pintor y artista plástico, con quien está casada hace más de 20 años.

Luego de una larga carrera como docente, y de continuar trabajando la pintura y el muralismo, Marita siente curiosidad por ir más allá del plano, en busca de otras formas.

“En mi trabajo como docente me interesé por la antropología. Teniendo como ejes la antropología, la artesanía y la literatura me incliné casi mágicamente hacia la joyería contemporánea. .

Luego comencé a investigar más profundamente, sin saber mucho por qué, dejando que suceda como algo mágico. En 2011 conocí el taller de Mabel Pena, y me aboqué a estudiar a ver qué le pasaba al arte dentro de la joyería. Porque ¿cuál es la diferencia con la pintura? Vos en la pintura tenes una imagen que es conceptual, pero cuando esa imagen queres pasarla a una joya tenes que hiper conceptualizar, porque te encontras con la dificultad técnica, y el tamaño, y las dificultades o beneficios que te da un material.
Otra gran diferencia está en el traslado de una obra,  para trasladar un cuadro tenes toda una logística. La joya es una obra de arte que vos la podes trasladar, la podes regalar, alguien la puede lucir. Esa es la diferencia con la obra plástica.
Fui dejando despacio el cuadro, no la pintura. Deje el plano. A mi me gusta mucho la investigación, la pintura tiene una investigación dentro de la imagen, pero la joyería me permite ampliar las técnicas.

Comencé trabajando distintas chapas, siempre considerando que la plata y el oro no son los únicos materiales para la joyería. Ahora estoy con una serie de collares ceremoniales, poniendo la mirada en lo chamánico, en la idea del collar como protección.”



En la joyería comercial o tradicional, el valor está puesto en los metales y no en el mensaje. La joyería contemporánea hace de la obra de arte un objeto de uso, sin que pierda su condición de obra. Recupera esa condición mágica del arte rupestre.



“Recuerdo cuando mi maestra me decía ‘Vamos a hablar de los indios’ y a mi se me movían cosas. Creo que pasa también porque me llamaba la atención que ellos se hacían sus propias vasijas, sus propias ropas. Luego comencé a investigar como adulta, para dar una materia en el colegio, y empecé a llevar esto a otro nivel. Con Roberto (Cortés) siempre viajamos, al norte, a Bolivia, siempre estuvo presente la idea de buscar,
El ser humano desde que es ser humano se adornó y utilizó cosas como amuletos, que lo protegían del exterior. Nos adornamos por costumbre, pero también hay un ritual en eso. En elegir la joya para la noche o el día.

Tengo obras para distintos gustos. Las realizo en series. Este año estoy desarrollando unos collares, el año anterior realicé joyas sobre poemas de mujeres latinoamericanas, no es que en las joyas se lean los poemas; yo trencé las palabras en metal, las fui engarzando hasta realizar la joya, valorizando la palabra sin despegarme del contexto de la mujer y lo latinoamericano, como una reivindicación a tantas poetas; no solo actuales; Delmira Bustini, Alfonsina Storni, Juana Pavone.

Ser mujer en Latinoamérica es una bandera difícil que me interesa, ser escritora también. La literatura siempre me interesó mucho. Hago talleres, leo mucho y escribo.

Las piezas sobre los poemas fueron expuestas en la Bienal (I Bienal de Joyería Contemporánea 2016).
Pero luego, cuando hay una muestra que me interesa, por ejemplo una convocatoria que se realizó por los 40 años del golpe militar, realicé piezas específicamente para eso. Trabajé con cerámica abizcochada, que simula el hueso, trabajé con la idea de las voces que no están, sobre el número 30.000, y en estos días acabo de realizar un collar que remite a la movilización contra el 2 x1, nunca me despego demasiado de un mensaje; como ocurriría con la pintura.”




En el complejo trabajo de conmover desde la síntesis, la búsqueda del significante es un buceo en mares tormentosos, donde habrá de navegar delicadamente el artista.


“Lo abstracto por lo abstracto mismo mucho no me interesa, siempre fui una artista viva, siempre me gustó el dibujo, el dibujo figurativo. Será también por formación, académicamente vos pensa que yo hice seis años de figura humana. Lo abstracto o lo figurativo lo eligen a uno, eso es más allá de nosotros.

A mi me identifica, un contexto y un decir, no importa que sean de este espacio o de este tiempo, yo considero que uno es un canal. Yo canalizo algo que me dice que tengo que hacer “eso”. Así como no sé muy bien porqué elegí la joyería, tampoco se porque elijo algunos temas, solo aparecen y me doy cuenta como se engancha con mi vida, con el momento que estoy viviendo.

No pienso demasiado en el otro, que el otro sienta lo que puede, lo que le salga.
En otro momento proteste mucho, soy una de las pioneras en la lucha porque exista la licenciatura de arte (para aquellos que quieran estudiar y no ser docentes), hoy en día le agradezco a la docencia por lo mucho aprendido, hice mil cosas para no ser docente porque sentía que eso me ataba hasta que entendí que adentro del aula uno es libre.”

“A veces paso de un material que me encontré, y en función de eso trabajo. Hace un tiempo, limpiando la casa de mi padre, encontré un transportador de bronce, entonces con eso hice un prendedor. A veces parto de una idea, o de una imagen que me viene y la hago en cera y luego la mando a fundir, entonces de esas ideas que me salen empiezo a construir la idea total de qué voy a hacer.
A veces parto del dibujo, del papel como soporte. En el papel sueño y luego me agarro la cabeza con la idea. El papel es fácil, queda perfecto todo. Pasarlo a la joya es un desafío que adiestra la paciencia, la cabeza, la imaginación. Había llegado a un momento en la pintura donde ya no encontraba desafío, todo lo que hacía me gustaba como quedaba. En cambio en la joya hay que pasar sí o sí por un proceso de limpieza técnica para lograr lo que uno desea.

Es un campo muy ciego, eso me gusta.”


La obra de Marita, de una fuerza conceptual rotunda, es recibida por el mundo de la joyería contemporánea con suma sensibilidad


“En el taller donde trabajo, cada dos años se hace una muestra. La última se llamó ‘Mujeres’, cada uno tomaba una mujer emblemática y realizaba sus joyas con esa mujer como tema. Yo tome a Frida Kahlo y presenté dos obras.

El año pasado se realizó la primera Bienal de Joyería Contemporánea, acá en Bs As y convocó toda Latinoamérica. Allí presenté estas piezas que luego ganaron un concurso y están siendo expuestas en una galería en París y luego las trasladan a Barcelona”





En un camino que por momentos se muestra fractal, por momentos etéreo, Marita reconstruye su arte hacia sus propios primeros tiempos, hacia aquella chiquita que soñaba construir con la magia de sus manos el mundo entero.


“Estoy llegando a ese sueño de mi infancia donde deseaba hacer todo con las manos, y por eso lo volvía loco a mi padre, quien tenía que hacer las cosas que yo imaginaba, si a mi se me ocurría una mesita, él tenía que pensar cómo hacer esa mesita.”

De esa buena madera, está hecha la maga artista.


María Negro

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