Enigma sueco, por Juan Carlos Capurro
Una triste saeta esta lastimando por estos días a la familia
real de Suecia.
El marido de Katarina Frosterson, organizadora del premio
Nobel, ha sido denunciado como un acosador serial de mujeres. Esto ha llevado a
una crisis respecto del Nobel en general y al de literatura, en particular.
Los diarios, sin embargo, explican el caso de una manera un
poco confusa. No es su estilo habitual, es cierto, pero - al menos a los
locales, La Nación y Clarín -no se les entiende mucho. Quizás no sea su culpa
sino responsabilidad de los voceros del affaire.
Explican que el marido de la organizadora, el francés Jean
Claude Arnault, es, si, un verdadero acosador. Se la habría pasado de abuso en
abuso (un término que esperemos sea más desarrollado en futuras explicaciones,
y no como lo interpretan actualmente
ciertos jueces españoles).
Basándose en la
"inconducta sexual" del marido, y de acuerdo a los portavoces
oficiales del Nobel, esta situación le quita
transparencia al premio; pero,
inexplicablemente, sólo al de Literatura. ¿Porque? Nadie, oficialmente, ha dado
razones.
El problema es que no está claro qué tendría que ver una cosa con la otra; el
acoso de Arnault (que no es funcionario del Nobel, sino esposo de una
funcionaria del Nobel) , con el otorgamiento correcto del premio Nobel; y,
curiosamente, sólo con el otorgamiento del Nobel de Literatura, cuando la
señora del supuesto sátiro, se encarga no sólo de este premio, sino de todos los premios Nobel.
De atenernos a la casa real sueca, el motivo único por el cual la señora del
marido renunció es el oprobio. Sería algo así como una renuncia por "portación de marido" .
Por atrás de la
señora Frostenson renunciaron otras y otros; no sabemos si por solidaridad con
el oprobio sufrido por la señora o solidarizándose por las acusaciones contra
el marido de la señora.
Entre líneas se insinúan más tropelías. Posibles
escarceos amorosos, pero de mutuo
consentimiento, con algunos de los miembros más sólidos y dotados de la Academia Sueca. Ósculos en los oscuros
salones y escurridizos, toques de atención en los antiguos ascensores. En fin,
todo se presenta oficialmente como un
escándalo digno de alguna antigua película sueca.
Como quien no quiere la cosa, de pasada, la información
consigna, luego de todo este cotilleo de verdadero vecindario, que el señor
Arnault también pudo haber anticipado
"algunas veces", en forma privada, al saberlo por su esposa, el nombre del Nobel de literatura. ¡Bueno!,
esto podría ser una pista sólida, este
filón promete, pero, lamentablemente, nada más se dice al respecto...Por
momentos uno siente que está leyendo el comienzo de una gran novela de
Raymond Chandler pero luego, todo se
diluye, en el hielo de un drama de Strindberg, hablado en sueco, sin que
tengamos traducción.
Conclusión: Este año
no habrá Nobel de Literatura. Lo anunciarán junto al del año próximo, que
-seguramente- será recordado, con simpatía, como el año del premio siamés.
Un cuento de hados
Debo confesar que cuando escucho la invocación del Premio
Nobel siempre me indigno sanamente. Lo instauró el inventor y fabricante
(arrepentido) de un artefacto de muerte
masiva de seres humanos. El premio lo desenvuelve una burguesía un tanto
abotagada, que le dio el premio Nobel de La Paz a notorios criminales de guerra,
entre ellos al infame Kissinger, por citar a uno bien infame.
Por eso, siempre que en una conversación alguien lo menciona,
me pongo de pie para saludar al único que
tuvo el coraje de rechazar el Nobel: el gran Jean Paul Sartre.
Aparte de esto, y dado que, para nuestra sorpresa, luego de
tanto ruido y pocos datos, lo único que
se suspendió es el premio Nobel de Literatura, querría arriesgar, para
nuestro entretenimiento, una hipótesis literaria, más bien de novela policial,
sobre los motivos de la crisis y despido de sus supuestos responsables.
El marido de Frostenson, el señor Arnault, guarda en
Francia, objetivamente, estrechos lazos con las grandes multinacionales de la
edición y el espectáculo. Según vimos, Arnault," filtró" (Clarín no
sólo dice que fueron " algunas veces", sino "al menos ocho
veces"!) el nombre del Nobel de Literatura. Lo que se dice un descuido
digno de los dirigentes de la FIFA y la Conmebol. Según el diario londinense
The Guardian (15/4/18), un aspecto a esclarecer es que habría numerosas "irregularidades
financieras".
Es posible entonces que los premios hayan sido no sólo
filtrados sino lisa y llanamente digitados de antemano, de acuerdo a posibles
lazos de Arnault (reconocido hombre de
letras y dramaturgo en Francia) y su entorno,
con las grandes multinacionales del sector que se benefician de la
publicidad de un Nobel, y que no haya sido sólo una infidencia susurrar al
ganador. Esto explicaría porque todas las acusaciones caen sobre él.
Lo que restaría por ampliar, siempre tomando esto como un simple e inofensivo
juego literario, es hasta qué nivel de participantes podría llegar el reparto
de dados de este increíble Monopoly
sueco. El rey de Suecia en persona anunció -también según The Guardián-que, ante la
crisis, él se hará cargo personalmente
del tema.
Estoy seguro, ahora que lo relaciono con todo lo anterior,
que la pluma de Chandler, a quién invoqué en el estilo de la trama, no
descartaría estas hipótesis literarias. En esta novela, él diría que algo huele
a dinamita falsa en lo de familia Nobel, cuyas explicaciones "son más
delgadas que una coartada auténtica".
JCC.
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