Dante, el Padre y los lobos, por María Negro
No son dos hombres, sino un asistente y el sacerdote. Esta
distinción será vital para que “Padre Pedro” (obra de José Ignacio Serralunga)
cumpla con su cometido; ir recorriendo los delicados pasillos de la violencia
humana y las instituciones hasta despojar a los personajes y entonces, sí,
dejarnos ver a los hombres.
Dante, un joven de un pueblo es el asistente del Padre que ha llegado trasladado desde otra capilla, sin explicación alguna, como corresponde. Allí, en una excelente escenografía que simula un ring, se encuentran y se desencuentran desde la completa disparidad que significa la autoridad celestial. Dante se confiesa, se arrodilla, se convierte en un niño indefenso y sometido a la absoluta voluntad que es aquella que vendrá desde el perdón o la palabra del Padre Pedro, dueño del saber y la salvación.
El Padre no es sólo el Padre, sino que también es Dios, o
por lo menos su corresponsal directo en el pueblo. Esta condición no es menor,
porque no hay nada más monstruoso que un Dios desnudo. Allí en su desnudez,el
límite entre bien y el mal, como todo lo sólido, se disuelve en el aire. ¿Qué
tan lejos de la brutalidad se encuentra aquello que llamamos santo? ¿Dónde se
esconde el incienso con el que salvaremos el espíritu de nuestros propios lobos
hambrientos?
Jorge Fernández Román y Ricardo Torre, dirigidos por Matías
Gómez, son los responsables de esta danza que zapatea sobre la moral, la
humanidad, aquello que a falta de mejor palabra seguimos llamando alma.
Brindemos porque el teatro siga corriendo los velos del
artificio para dejarnos parados en la butaca, sin otra respuesta que un manojo
de preguntas.
María Negro
Padre Pedro
NoAvestruz Espacio de Cultura
Humboldt 1857 - Caba
Entrada: $ 250,00
Domingo - 20:30 hs - Hasta el 28/10/2018
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