Léase despacio, por Estrella del Oriente


El diario El País de España ha tenido la virtud de acordarse de la vida de Remedios Varo, la gran pintora surrealista.

Paradójicamente, lo hace en el aniversario de su muerte, ocurrida en la Ciudad de México, ciudad en la que debió refugiarse ante la entrada de los nazis en París.
Erróneamente, como en todo el artículo, atribuye los hechos a una ligera impresión gráfica, basada en el bellismo, por así decir, especie de carótida de la idiotez que martilla sobre los periodistas complacientes, cuando deciden hacer notas de color, nunca mejor ubicables, por la presencia del color, que en una nota sobre pintores.

Los hechos son más amplios. Entre los olímpicamente escamoteados por el diario español, está el hecho de que Remedios no huyó por la guerra civil española, algo tangencial. Soslayando los acontecimientos previos,  el diario  omite que Remedios Varo no fue una pintora pintoresca, sino que fue una combatiente del ala izquierda republicana, durante la insurrección catalana, insurrección que, dicho sea de dato, sólo dejó en pie una iglesia, la de Gaudí, por ser una obra de arte. A las demás,  los catalanes insurrectos, esos catalanes ¡ay!, las quemaron.

Olvida el diario que Remedios estaba en París, exiliada, sí, pero ante el triunfo de Franco y estaba allí, fundamentalmente, por amor. Se enamoró en Cataluña, la pintora, en pleno combate, pero no de pinceles, sino de lucha física contra los golpistas. Se enamoró de otro insurrecto, es decir, de un poeta,  Benjamín Peret, y decidieron unirse y mudar su sede a Francia, huyendo, sí, pero de la barbarie medieval franquista, a la que la única iglesia que nunca le gustó fue, precisamente, la de Gaudí.

Ese interregno parisino les duró poco. Los ayudantes alemanes del Guernica, ágiles aviadores bombarderos, llegaron a Francia, a ese Estado que les negó ayuda real a los españoles insurrectos, precisamente por eso, por ser insurrectos. Prefirió ese Estado, a través de sus representantes industriales, ayudar a  Franco y luego a Alemania, en base al acuerdo de Vichy.
Y por eso Remedios y Benjamín, debieron huir a México.

Todo eso no lo menciona el diario español, en estado de amnesia poética, lo que lo lleva a maravillarse de la obra altamente “alquímica” de Remedios, como si esta obra, y esta mujer, hubiesen salido de una mente tranquilamente española, que no sólo catalana, febrilmente fructífera, por obra del “destino”, por no decir del Espíritu Santo, porque en El País diz que son librepensadores.

Pero no, obstinada su mente, Remedios Varo comenzó a  florecer desde el amor, hizo su obra desde el amor, al lado de Peret, y ese florecimiento fue recíproco.

Ambos eran socialistas, es decir, surrealistas, porque ambas cosas siempre fueron y van juntas (por eso aquí no hubo); porque contenido y forma son una sola cosa.

Y entonces, esas obras maravillosas de Remedios son el resultado  de una mujer que  no firmó el Pacto de La Moncloa, que no tenía fiebre uterina de primavera en sus pinceles, y que fue una gran artista desde su capacidad de amar, lo que comprende también al prójimo, a la prójima y a los prójimes.

Tenemos que agradecer al diario de gran venta español, por su feliz oportunidad recordatoria, a la que adjuntamos esta fe de erratas  (las erratas, erran) y entonces hacemos aquí, modestamente, un pequeño homenaje a Remedios Varo, para que los lectores puedan ver su obra.

Y de paso, la recordamos en honor a La Sagrada Familia, que fue dignamente preservada entre otras, otres y otros, por ella.

Todo en señal de desagravio, contra los que piensan que los alquimistas florecen en los programas de educación a distancia y en las macetas de la soledad críptica de una península.


Estrella del Oriente





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