A 70 AÑOS DE LA FUNDACIÓN DEL MOVIMIENTO MADÍ, por Raúl Santana

Cuando Piet Mondrian -en aquella segunda década del siglo-
dijo de los cubistas que no quisieron llegar al fondo de lo que habían iniciado, se refería a la persistencia en sus obras de la ilusoriedad representativa, que ellos mismos habían comenzado a cuestionar cuando valorizado el plano empezaron la ruptura con el espacio virtual.
Es de esta crítica al cubismo, formulada después en distintos escenarios —en aquel tiempo de pujanza vanguardista— que comenzarán a surgir los distintos movimientos que, aún con su heterogeneidad, podemos designar con el abarcativo nombre de constructivismo.

Pero el constructivismo, si bien rompió con los valores representativos, siguió preservando —salvo escasas y esporádicas excepciones— la ortogonalidad del cuadro, lo que perpetuaba la ventana que fue, desde antes del Renacimiento, uno de los pilares de la imagen virtual, su fundamento metafísico.
El movimiento MADÍ (surgido en Buenos Aires en 1946) ha hecho incapié desde sus orígenes hasta la actualidad, precisamente en la ruptura con el marco para realizar sus obras con el marco recortado, respondiendo a las irregularidades del núcleo, eliminando así lo que en la ortogonalidad aparecía como un campo que volvía a poner en obra, fantasmáticamente, los viejos valores de fondo y figura.
Como verdaderas epifanías, las obras MADÍ en estos tiempos de caos y dispersión, funcionan como una forma de retomar principios primordiales que permiten al espectador, lejos de ilusionismos, recuperar una experiencia diáfana que es el origen de todos los enigmas de la visión.

Por Raúl Santana
-Texto del catálogo de 70 AÑOS DE MADÍ en galería Vermeer

Comentarios

Entradas populares de este blog

Esa belleza, por John Berger

Mineros, por John Berger

M, por Luna Malfatti