LA MÁS ANIMAL MARAVILLOSA, por Juan Carlos Capurro





























Leonora Carrington era hija de una familia de la alta burguesía inglesa. Su padre era banquero. Su madre (la única de la familia que la apoyó en su búsqueda artística) una mujer convencional, pero muy culta. A los veinte años se escapó de Londres con el pintor surrealista Max Ernst. Ella tenia veinte años; él, 47. La familia se desesperó. Durante un año, Max y Leonora fueron muy felices en un pueblo de provincias en Francia. Participaron del movimiento surrealista. Leonora comenzó a pintar. Pero llegó la guerra, la invasión nazi, y el gobierno de Vichy detuvo a Max y lo envió a un campo de concentración. Leonora huyó a España y su padre la hizo internar en un manicomio. Gracias a la ayuda del representante del banquero que la encerró, logró huir a México. Un poeta mexicano facilitó la fuga, casándose con ella, habilitando así el ingreso legal a la que fue su patria adoptiva. En México encontró un lugar en el mundo. Tuvo alli, entre otros exiliados, grandes amistades surrealistas: Buñuel, Benjamin Peret y su esposa, Remedios Varo, también gran pintora surrealista, su mejor amiga.

Leonora fue, también, una gran escritora."En bas", el libro de memorias donde cuenta el encierro en el manicomio español es una joya literaria. Nunca dejó de escribir, con un estilo encriptado, poético y repleto de humor, como sus cuadros.

Ademas de pintar, ya en sus últimos años, hizo extraordinarias esculturas,

A Leonora la salvó Mexico, un pais rígido con su arte oficial (los muralistas), pero abierto a albergar todo lo diferente del mundo. De esa contradicción  es que ha salido invicto finalmente Buñuel, como lo hizo Leonora, cuyas esculturas se albergan en destacados lugares públicos.

Leonora fue una bruja, en el sentido exacto de la palabra. Veía más alla, y eso se nota en su obra, tanto pictoríca como literaria. Era surrealista, no por dogma (el surrealismo ES; por eso no acepta ningún canon), sino por ejercicio. Leonora respiraba poesía y se alimentaba del maná de los sueños. Nunca le interesó una "carrera", hizo lo que le pareció sublime, y de allí que su obra siga siendo fresca al ojo de cualquiera. Hoy mismo, mientras escribo, Maria Negro me cuenta que mostró uno de sus cuadros a un grupo de niños en un taller literario y todos quedaron maravillados. Mejor reconocimiento, imposible.

Es muy difícil encontrar artistas que vivan como su obra. Ese fue el caso de Leonora. No hay diferencia entre lo que hacia y cómo vivía. Sostenía su rechazo al género humano, el único que- decia- es capaz de asesinar. Amaba los animales y las plantas. Esa fusión de objetos aparece, nítida, en toda su obra. Como parte de ella, Leonora fue animal de enorme soledad y solidez. Alejada de lo más bajo de lo humano, fue capaz de sacar a la luz de lo mejor de nosotros, preanunciando un futuro que ya existe, en quienes miran al mundo con los ojos de la infancia.

La niña Leonora se fue hacia adentro de sus cuadros y poemas a los 94 años. Alla está, donde la vemos todos los dias, decriptando lo que encriptó para que fuese mas claro de entender para nuestros animales.

Te abrazamos, Leonora, desde este suelo donde todo, a veces, como en tus obras, parece estar perdido, para ser ganado.

Juan Carlos Capurro

























































































































































Comentarios

  1. Buenísimo todo, pero con "La niña Leonora se fue hacia adentro de sus cuadros y poemas" te superas a vos mismo. Gracias Juan Carlos Caputo, muchísimas gracias

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