ARTE ARGENTINO, por Pedro Roth

Este país fue construido por una casta de gente de campo que tuvo su esplendor en torno a la primera guerra mundial, mientras los países centrales estaban ocupados en su pelea, Argentina vendía su producto, el dinero fluía, se construyó Buenos Aires moderna por fuera, palacios a la manera de París pero a la vez había que hacer concesiones; una de ellas, la Ley Saenz Peña, cuya primera consecuencia fue la elección de Hipólito Irigoyen. Los amos seguían siendo los ganaderos, hasta el pacto Roca-Runciman.
No había burguesía industrial; los Vasena fabricaban cosas de hierro demasiado pesadas para ser traídas desde Europa. El ejército tomó en parte el rol de la burguesía industrial, ellos sabían que sin siderurgia, petróleo, ni comunicaciones no se podía hacer un país moderno. En este medio creció y se educó el general Perón que tuvo la oportunidad de ver el proceso de Mussolini sobre el terreno, consolidar y ampliar un estado burgués paternalista desde el gobierno. La crisis del 30 termina debilitando definitivamente la oligarquía rural, que desde ese momento para retener el poder tiene que recurrir a las fuerzas armadas.

El gobierno de Perón intenta crear una burguesía nacional utilizando el dinero de la oligarquía rural (las famosas barras de oro de los pasillos de Banco Central). Los rurales no estaban dispuestos a ceder su poder y ahí empezó la lucha que sigue hasta hoy en día, con todas sus variantes. La burguesía no estaba preparada para cumplir su rol, lo único que quería era recibir prebendas del estado.
Y así aparecen los turnos rurales y urbanos, en definitiva son los quiebres de los que siempre se habla en la historia argentina. Cada tantos años todo vuelve a foja cero y por eso no existen políticas de estado ni proyectos de largo alcance, las instituciones son cáscaras que se resignifican en cada turno
Perón
Libertadora
Frondizi
Onganía-Lanusse
Campora-Perón
El proceso-Alfonsín-Memen-De la Rúa, etapa que fue financiada con la deuda, la venta de las empresas del estado y las materias primas, dejando indefensa y destruida la nación.

Se creó una casta de nuevos ricos cuya fortuna venía de la especulación financiera y no del trabajo.

El pueblo se volvió innecesario y se lo abandonó en la miseria ya que todo se importaba y el trabajo no significaba nada. La clase media perdedora empezó su éxodo por razones políticas y siguió por razones económicas viendo así que nada tenía sentido según lo aprendido. El dinero no venía de un lugar lógico y esto atravesaba toda la conducta de los que podían participar de este juego.
La debacle llegó con De la Rua, la canilla del dinero fácil fue cerrada y se derrumbó todo en el 2001.

Entonces volvió el turno de los urbanos con Duhalde, Kirchner la lucha continúa, los rurales se niegan a financiar con sus ganancias la casta urbana, seguimos empatados y el país a la deriva.

En Estados Unidos esta disputa se zanjó en la guerra civil, luego los ganadores construyeron un país a su imagen y semejanza, no importa quién gobierne la política está sustentada por los dueños de la nación.
Si miramos la cultura argentina bajo esta luz, se nos hace más fácil comprender los procesos y los turnos a los que están sometidos los intelectuales; algunos sirven a los urbanos y otros a los rurales. Las obras que se suponen que fueron hechas para siempre caducan cuando cambia el ciclo político. Si no se comprende esto, los artistas viven ciclos de esplendor y zozobra; siendo ellos instrumentos sensibles es fácil que se quiebren. La educación también está sometida a estos ciclos (la noche de los bastones largos).
Un año del mercado de arte argentino es la cuarta parte de un cuadro importante en el circuito de remates de EE.UU. Es un grave síntoma de la valoración de la imagen que tiene la burguesía argentina de sí misma. No comprende el valor material de su imagen.
Toda la historia del arte es una lista de los imperios dominantes que sí sabían como usar su imagen para imponer su forma de pensar, como por ejemplo hoy en día hace EE.UU. con la TV. Todo el mundo ve tres o cuatro horas diarias de su programación. Ellos sí tienen políticas de estado duraderas sobre estos temas.

Nuestros artistas quieren triunfar en dólares y ser inscriptos donde sí hay eternidad.

Aquí la obra de cualquiera termina en el sótano según quién gobierne.

En Latinoamérica tenemos ejemplos de países que han comprendido esto: Colombia, Brasil, Chile y sobre todo México utilizan sus artistas y la burguesía valora su imagen y le pone un precio muy alto al espejo en que se miran y está orgullosa de lo que ve; acepta los halagos y los golpes como propios, protege su historia.
En la argentina las fortunas urbanas se extinguen en la segunda generación, como la mayoría de las galerías de arte. Los industriales saben que su empresa durará algunos pocos años y aparecen los empresarios ricos con empresas pobres. Los artistas sufren estos ciclos.

Dicen que un idioma es un dialecto con un ejército, la bandera que lleva este ejército es la imagen del arte que hace expandir a la fuerza los conquistadores, esa imagen dominante se extiende como una cosmogonía.

Basta mirar las iglesias que construyeron los españoles en sus dominios, devastando la cultura de los conquistados. Nuestra clase "dominada" no tiene verdadera vocación de poder y ni siquiera ejerce la soberanía sobre el propio territorio, por eso acepta otros símbolos de culturas centrales y le alcanza con el rol que le fue asignado "por un plato de lentejas".

Los verdaderos dominadores se ocupan de que esto no cambie: sobornando, educando, corrompiendo, comprando, matando, en definitiva alimentando el complejo de inferioridad. Subestima toda expresión propia y, a la vez, se queja porque esa expresión no se produce, "Total esta situación no se puede cambiar". Hablan del comportamiento del mercado como si ese mercado fuese un "ser" no creado por el hombre.

 El error de buscar el arte nacional, en el “arte”, lleva a esta confusión en la que estamos. El arte argentino hay que buscarlo en la política, los artistas sólo saben hacer arte; la burguesía tiene que saber cuál es la imagen que lo representa; esa imagen "es el arte argentino" ya que vivimos en este país. El error de los artistas está en creer en que ellos deciden qué es y qué no es argentino, pero en realidad, sólo pueden decidir qué es arte y qué no es. Esta confusión surge de la autarquía de los artistas locales que se auto financian, son auto portantes, en la mayoría de los casos. Siendo el mercado ínfimo, reparte muy poco dinero. El estado tampoco tiene voluntad para sostener a "sus" artistas. Así, estos financian, de hecho, al estado, a cambio de algunas exposiciones, premios, o compras a cuenta gotas.

En general los expertos miran la historia del arte sólo analizando las obras, sin tomar en cuenta el contexto, ya que casi todos están comprometidos con alguna corriente política; es lo mismo que jugar al fútbol sólo mirando la pelota; los que hacen los goles levantan la cabeza, miran su alrededor y se mandan.

Pedro Roth

(Publicado en Estrella del Oriente Número 1 01/2007)


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