14 de julio. Especial para EDO, por Luis Alcorta, desde Salta.
Benjamín Constant leyó el diario del día después. Dijo: el
error de los Borbones, antes de la gran Revolución francesa de 1789, fue no
haber cedido. Si ellos hubiesen acordado
con la burguesía, si no se hubiesen mantenido imperturbables ante las quejas, los
reclamos y la bronca creciente de los sectores populares, si hubiesen
maniobrado astutamente, cediendo en algo, no hubiese habido una revolución.
El señor Constant fue el gran defensor de la restauración
borbónica, luego del desplazamiento de Napoleón. Sereno, escribió las páginas
necesarias para tratar de mantener una monarquía burguesa, con un sesgo de
apoyo a ciertos reclamos, básicamente de
las pymes de esa época, también
acuciadas, hoy como ayer, por la usura de los bancos.
Poco tiempo después, y a pesar de sus sabios consejos, en
1871, el pueblo impuso el primer
gobierno obrero de la historia, la comuna de París.
Constant fue lúcido. Como una suerte de alto Durán Barba de aquella época, daba
consejos. Pero los gobernantes siguieron siendo estúpidos. Creían que las
bayonetas resolvían todo. Tenían a ciertos mercachifles de la clase media
escribiente de su lado.
Para los artistas, que solemos ver lo que flota en el aire,
los Constant son siempre un tornillo inevitable de la historia. Son los que ven
lo que se vino, después, procurando evitarlo, escribiendo consejos, siempre
desoídos.
Hoy es 14 de julio. Se festeja lo que ocurrió y también lo
que no ocurrió.
Lo que está por venir, esta escrito en un diario que algún
Constant, quizás menos munido de elementos, comentara detalladamente, pleno de
sólidas razones, desde un lustroso hotel de Miami, decorado en fina baquelita.
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