El deseo sexual, si es recíproco, origina un complot de dos personas que hacen frente al resto de los complots que hay en el mundo. Es una conspiración de dos. El plan es ofrecer al otro un respiro ante el dolor del mundo. No la felicidad sino un descanso físico ante la enorme responsabilidad de los cuerpos hacia el dolor. En todo deseo hay tanta compasión como apetito. Sea cual sea la proporción, las dos cosas se ensartan juntas. El deseo es inconcebible sin una herida. Si hubiera alguien sin heridas en este mundo, viviría sin deseo. El cuerpo humano realiza proezas, posee gracia, picardía, dignidad y otras muchas capacidades, pero también resulta intrínsecamente trágico como no lo es ningún cuerpo de animal (ningún animal está desnudo). El deseo anhela proteger al cuerpo amado de la tragedia que encarna y, lo que es más, se cree capaz. La conspiración consiste en crear juntos un espacio, un lugar de exención, necesariamente temporal, de la herida incurable de la que es d
El dadaísmo es el paso gigantesco y necesario para llegar al surrealismo. Ocupa el lugar de Feuerbach en el camino de Damasco del materialismo histórico. Sin Dada no hubiese habido surrealismo. Pero este es un escalón superior en cuanto a la maduración del arte y de la vida. La más alta lograda hasta hoy, sin haber sido superada. La clave de este desarrollo es que el dadaísmo fue, en su momento, la negación más radical de la hipocresía burguesa, mientras el surrealismo resulto su culminación plena, porque - a diferencia de Dada, que género el grito contestatario- los surrealistas ahondaron ese grito liberador , dándole substancia, al agregar los descubrimientos de Freud, la poesía de Rimbaud y Lautreamont, y las tesis sobre Feuerbach de Marx: no se trata de interpretar el mundo sino de cambiarlo; y al mismo tiempo, como quería Rimbaud, cambiar la vida. El Surrealismo se puso así del lado de la revolución y el socialismo, superando en todos los planos a Dada. Pero sin Dada, como sin
El español y el castellano no se llevan muy bien. En el diario El País escriben en español. Es un idioma al que le cuesta asimilar el habla de otros pueblos, la fluidez de otras playas. El castellano, en cambio, es el idioma de Bolaños y Cortázar. El de Vargas Llosa y Vilas Mata. El de Vásquez Montalban. Por eso es que hemos dudado en publicar, así, este texto en español sobre la extraordinaria vida y obra del gran cronopio Eduardo Arroyo. Pero como resulta una buena enumeración de sus días y sus obras, lo estamos publicando. Teniendo en cuenta que el texto en español es tan entrañable como uno de sus pintados sombreros castellanos. Eduardo Arroyo, amo y señor de todos los sombreros Supo muy pronto que los caminos del arte estaban empedrados de alardes dadaístas que muchas veces se quemaban como bengalas de colores Era ya entonces simplemente un joven inquieto e inconformista, a quien el tedio de aquella España de los años 50 del siglo pasado, más asfixiante incluso
Comentarios
Publicar un comentario