Muerte de una mujer de sí misma


Murió una animal de arte. Uno sólo de sus zarpazos basta para colocarla para  siempre en la historia. Jules et Jim, obra donde es la amora  enamorada de dos hombres al mismo tiempo, sin que sea una tontería, sino el cielo y el fuego más sagrado al mismo tiempo. Sólo alguien que lo vivió pudo reproducirlo, al incorporarlo como posible de la vida, sin necesidad de pasar por eso. El pequeño gran ejercicio de mujer fatal, aún con ochenta años, en ese rito confuso, pero verdadero, a su manera, de La femme Nikita, revalidó todas sus profundidades.
No jugo a ser artista. 
Era. 
Un abrazo a la profunda y autoritaria Jeanne Moreau, mujer de su tiempo.



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