Antes de volver, escribe, por María Negro
La patria. Ese espacio indefinible entre la
tierra, los amigos, las costumbres y la esperanza que comparten millones de
seres humanos. La patria con olores propios, la que odiamos y amamos en medidas
muchas veces equivalentes, se convierte en un objeto de deseo para quien tiene
que partir a la fuerza sin más pataleo que la tristeza.
“Escribe
de nuevo antes de volver” la obra de teatro de Antonia
García Castro, es una declaración de patria desde el lugar más íntimo de una
niña: su muñeca. Una muñeca especial que será cómplice de ese viaje no deseado,
de un tiempo de sorpresas (agradables y desesperantes, las sorpresas no dejan
de ser sorpresas) en un mundo de idioma absolutamente distinto donde lograr la
empatía del entendimiento será la tarea que esa niña hará suya.
El idioma, pata grande de la patria de cada
uno, será una clave en el triunfo del exilio.
Las posibilidades de comunicación con el otro
(un otro, cualquier otro) se construirán con el esfuerzo amoroso de una niña
que comprende rápidamente que allí, en el idioma, se juega una partida
importante.
El problema de la infancia exiliada está en
los amaneceres de su exploración literaria. El exilio, violento por definición,
enriquece su mirada cuando quien lo relata es una niña. Los niños son
expulsados de sus países sin explicaciones, sin razonamientos a la altura de su
entendimiento que les permita comprender el desarraigo.
Primero es el silencio, la clandestinidad. Las
mentiras (que la santa madre escolaridad tanto amonesta) haciendo caminitos
nuevos para conservar la vida, en lo que será el último intento por conservar
la patria.
Porque todos los exiliados han hecho, antes de
partir, hasta ese esfuerzo por conservar su país, su lugar, su identidad.
Aún así, aún así las diferentes persecuciones
políticas, económicas o militares han logrado (y logran) expulsar a millones de
seres humanos de sus tierras natales.
A los exiliados de Pinochet o Videla hoy
debemos sumarle los exiliados de Siria, de Senegal, de Guatemala, los empujados
por la guerra o por el hambre. Por el abandono de esos grandes organismos que
no funcionan para lo que dicen funcionar.
Escribe
de nuevo antes de volver, nos regala dulcemente y sin
golpes bajos, las palabras de una chiquita que debió guardar silencio por
muchos años, hasta reencontrarse con el regreso a un país distinto, a un
continente distinto. Una mujer adulta, madre ya, podrá poner la voz de esa
chiquita en su muñeca, permitiendo que la magia de lo fantástico le reintegre
las palabras, se convierta en un arma contra el enmudecimiento.
¿Para qué escuchar la voz de los niños que han
sido expulsados? ¿Qué valor tiene el relato desde su mirada a estatura acorde y
sin explicaciones? Porque allí está el hueco, precisamente. En las
explicaciones que no se dan, porque todo parece inexplicable. Las maletas, los
aviones, las nuevas casas en nuevos países. Todo en sí mismo parece formar
parte de un cuento fantástico o de aventuras que no se desean, que se imponen.
Antonia García Castro se sienta y escribe,
como en el gran poema de Juan Gelman, sabiendo que con esos versos no hará la Revolución ni cerrará
ciclos inconclusos ni podrá devolverle a esa niña la infancia arrancada en
Chile.
Pero también, como en el poema de Gelman,
Antonia sabe que hay allí en las palabras una tarea. La tarea de recuperar la
voz de esos millones de niños que viajan calladitos, polizontes de pueblos
perseguidos, caritas valientes desafiando las circunstancias, manitos que toman
el destino para torcerlo con fuerza. Una fuerza verde como un tallito nuevo que
soportará los embates de la realidad, hasta crecer árbol.
Por eso Antonia se sienta y escribe.
Porque para volver de verdad debe sentirse la
voz en alto de todos los tallitos.
María Negro
Escribe de nuevo antes de volver - dramaturgia de Antonia García Castro
Editorial Cuarto Propio
Librería El gato escaldado.
Independencia 3548
https://elgatoescaldado.com.ar/
Excelente el texto de Maria Negro. Impaciente por leer el libro. Comparto
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